No serán los Juegos Olímpicos en los que Simone Biles consiguió seis oros. Tampoco será la cita en la que la estadounidense hizo una actuación perfecta en alguno de los aparatos emulando la gesta de Nadia Comaneci. Pero lo que ha hecho esta gimnasta de 24 años en Tokio 2020 queda para la historia. La visibilidad que ha dado al hecho de valorar la salud mental, al manejo de la ansiedad, a la gestión de las emociones y asimilar las altas expectativas quedará como un ejemplo para el futuro.

La estadounidense se rompió mentalmente en la primera final, aunque ya había dejado entrever que no estaba teniendo buenas sensaciones en los días previos. En la fase de clasificación no arriesgó, no hizo movimientos que había venido prometiendo y no parecía la misma de siempre. En algunos aparatos fue superada por otras gimnastas. El 'comecocos' ya estaba en su cabeza y los fantasmas que le perseguían se presentaron a las primeras de cambio.

Después de hacer el salto de trampolín, Biles se fue al vestuario. No podía seguir. Estaba amedrentada por la presión que se había puesto y que le habían puesto encima: no conseguir los seis oros era un fracaso. Con esta idea en su cabeza, estalló. Simone decidió que no podía seguir compitiendo, cedió el testigo a sus compañeras y se quedó animándolas. Primero les explicó lo que sucedía, después recibió su cariño y, sin pensar en sí misma, sufrió cada prueba en esa final por equipos que finalmente perdería Estados Unidos frente a Rusia.

"Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza (…) Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar. Tenemos que proteger nuestra mente y nuestro cuerpo y no limitarnos a hacer lo que el mundo quiere que hagamos", explicaba la gimnasta en la rueda de prensa posterior. Su ejemplo es el más importante por hacerlo en activo durante unos Juegos Olímpicos, pero otros grandes también lo han hecho antes.

No es la única

En Tokio también se ha visto como uno de los grandes ídolos locales y una estrella de esta cita no podía gestionar la presión. Naomi Osaka fue la que llevó el asunto de la salud mental al debate público en Roland Garros y Wimbledon y en los Juegos Olímpicos también ha tenido problemas. La encargada de encender el pebetero tampoco ha sabido gestionar la presión en la cita en la que todo Japón estaba pendiente de su oro.

"Quizá porque era mi primera participación en unos Juegos Olímpicos, pero ha sido demasiado para mí. Tengo la impresión de que mi actitud no fue demasiado buena porque no he sabido hacer frente a esa presión", explicó tras caer ante Martyna Voundrousova. Para siempre quedará su imagen con la llama, como ejemplo de superación, pero la nipona necesita superar estos fantasmas para volver a ver su mejor nivel.

28 medallas olímpicas

Tener ese registro tampoco te hace una máquina. Aunque califiquemos a deportistas como Michael Phelps de extraterrestres, nada hace que sean ajenos a los problemas mentales: "Soy alguien que ha pasado por al menos tres o cuatro períodos de depresión fuerte después de los Juegos y llegué a poner mi vida en peligro". Con estas palabras, el estadounidense que ha maravillado al mundo entero desde una piscina reconocía que no todo fue de color de rosa durante su carrera.

Michael Phelps celebra su carto oro en Río 2016 REUTERS

En 2020, cuando se hizo oficial el aplazamiento de los JJOO, hizo unas declaraciones que no pasaron desapercibidas sobre esta cuestión y cómo podría afectar a los deportistas. "Realmente espero que no veamos un aumento en las tasas de suicidio de los atletas debido a esto, porque la salud mental es lo más importante aquí", explicó en una entrevista a NBC Sports. Finalmente, Tokio será recordado como los Juegos en los que se visibilizó este problema.

En España también

Andrés Iniesta es el ídolo de todo el país después de conseguir el gol que dio a España su primer Mundial. Pero su carrera no ha sido un camino de rosas. Tras la última cita mundialista de Rusia, en el que se retiró del equipo nacional, y confirmada su salida del Barça para seguir su carrera en Japón, reconoció que, tras lograr el histórico triplete, sufrió problemas de depresión: "Estuve en tratamiento un periodo con la psicóloga. Siempre me acordaré de las ganas que tenía de ir a la consulta, por lo que llegaba hasta 15 minutos antes. Me he llegado a encontrar muy mal. Necesitaba algo para salir de la situación en la que estaba".

Todo empeoró con la muerte de su gran amigo Dani Jarque. "Deseaba que llegase la noche para tomarme una pastilla. A las personas nos mueve la ilusión y en una situación así no tienes nada, no sientes las cosas. Cuando sufres depresión, no eres tú. Cuando estás tan vulnerable es difícil controlar momentos de la vida y piensas en situaciones extremas", sentenció en una entrevista con Jordi Évole. Son ejemplos de que la salud mental no es un problema ajeno a las personas que más éxito tienen en su vida.

[Más información: Simone Biles se pierde otra final en Tokio 2020 por su crisis de ansiedad: quiere estar en las otras cuatro]

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