Capítulos de La casa de papel, un e-book con varios libros y el dorsal de Sochi (“me da siempre suerte”). Imanol Rojo (Tolosa, Guipúzcoa, 1990) lo preparó todo con cuidado para acudir a sus segundos Juegos Olímpicos de invierno. Se siente bien y no hay quien le quite de la cabeza su objetivo: acabar entre los 20 primeros. Pero tampoco se come mucho la cabeza. También quiere disfrutar. No sabe si van a ser los últimos. Realmente, jamás se imaginó en una cita similar. Y por eso tratará de saborear cada instante. “Subíamos a la nieve y cada vez nos fue gustando un poquito más”. Y, de repente, un día se vio compitiendo, tratando de superar sus límites. Hasta ahora, cuando, a pesar de ser un desconocido –su madre le sigue llamando cuando ve una entrevista suya–, su nombre suena como parte de la delegación de España para PyeongChang.



— ¿Cómo se presentaría Imanol Rojo en sociedad?



— Como un tío que hace lo que le gusta, al que le apasiona esto y que encima tiene la suerte de ir a unos Juegos Olímpicos.



— ¿Cuántas veces a lo largo de su vida ha tenido que explicar en qué consiste el esquí de fondo?



— Bastantes. Aunque es verdad que normalmente no lo tengo que explicar porque hablo con conocidos. Pero sí que hay gente que lo confunde con otros deportes de montaña y que, a veces, también, lo he tenido que aclarar. Porque te dicen: ‘¿El esquí de fondo es eso que consiste en andar por la nieve?’. Y tú piensas: ‘Bueno, andar andar no es… Pero se parece’ [risas].



— Para los que sigan despistados. Explíquelo. ¿En qué consiste?



— Básicamente en ir de un lado a otro con los esquís puestos. Así de simple. En mi caso, hay subidas y bajadas, llanos… Tengo que estar fuerte tanto muscularmente como aeróbicamente para ir lo más rápido posible por todos sitios. Se podría decir que la prueba de 50 es bastante parecida a una maratón.



— Convenza a alguien para que vea su participación en los Juegos.



— Yo creo que es un deporte vistoso en la televisión y atrae a la gente. La verdad, no sé qué más decir [risas].



— Bueno, otra razón podría ser el tiempo que lleva preparándolos. No creo que sea poco.



— Pues mira, empezamos en mayo a entrenar y hemos ido haciendo diferentes concentraciones. Estuvimos en el CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Sierra Nevada en verano y a partir de septiembre empezamos a tocar nieve en Austria. Luego, en noviembre, ya comenzamos con las carreras en Escandinavia, y hemos participado en diferentes carreras por Europa.

Imanol Rojo.



— Con esa preparación, ¿cuál es su objetivo?



— Mejorar con respecto a los anteriores Juegos. En Sochi, en la distancia de 50 quedé el 33 y en el resto quedé en el puesto 50 o así. El objetivo sería quedar entre los 20 primeros ahora. Por lo demás, disfrutar de la experiencia y ya está.

— ¿Y si no cumple ese objetivo?



— Entonces me tendré que plantear si seguir o dejarlo aquí. Es complicado vivir de esto y son muchos años saliendo de casa. Hay ganas de hacer otras cosas.



La vida quiso llevarlo por otros lares. Imanol era bueno en pelota vasca y se desempeñaba con soltura en natación –su padre, de hecho, había competido a nivel regional–, pero lo suyo era el esquí de fondo. Él empezó a practicarlo a los cinco años y su hermano, que lo dejó después de no clasificarse para Sochi, a los siete. Entonces, dejó de subir a la nieve para jugar o para tirarse en trineo. Lo empezó a hacer para ser profesional y acudir a los Juegos. Objetivo cumplido. Quién se lo iba a decir a él.



— ¿Hubo algo antes del esquí de fondo?



— Sí, hacía un poco de todo: baloncesto, fútbol, las típicas actividades extraescolares… También me apunté a natación y estuve compitiendo, pero me decidí por el esquí de fondo. De no haber hecho esto, habría tirado por la natación.



— ¿Quiénes son los ídolos de un niño que quiere dedicarse al esquí de fondo?



— Seguía el fútbol, también, eh, pero cuando empecé a meterme en el esquí de fondo, pues me fijaba en los que ganaban Mundiales.



— ¿Es de los que odia el fútbol, por aquello del espacio que se le da en los medios?



— Tengo una opinión dispar. Si está en la televisión es porque vende y la gente lo ve, pero también creo que hay que sacar otros deportes para que se conozcan.



— En ese sentido, ¿falta cultura deportiva en España?

— Sí, yo creo que sí falta cultura deportiva.

Imanol Rojo.



— ¿No se echaría una foto con Cristiano Ronaldo o Messi?



— Sí, soy más de Messi, pero no me importaría [risas].



— ¿Prefiere ser un desconocido, a pesar de que haya acudido a unos Juegos, a Mundiales y Europeos, o ser un Cristiano o un Messi?



— Si es por ganar una medalla olímpica, la verdad, no me importaría que me pararan por la calle [risas]. Pero si no, me quedo como estoy.



— ¿Le llama su madre si sale en la tele?



— Sí, todos. La familia, los primos, los tíos… Siempre están pendientes de los resultados o las entrevistas que me hacen. Me dicen: ‘¡Oye, has salido!’. Pero, por ahora, fama, ninguna.



— Usted, de todas formas, vive de su deporte. ¿Se considera un privilegiado?



— Sí. Hago lo que me gusta, puedo conocer diferentes países y culturas. Y desde los anteriores Juegos he estado concentrado en preparar estos.



— Pero aún así, cuesta vivir de su deporte.



— Sí, tenemos patrocinadores, que nos dan el material que necesitamos, pero faltan ayudas económicas. Pero bueno, de cara a los Juegos, he tenido la ayuda del COE (Comité Olímpico Español) y del País Vasco y he podido prepararme íntegramente para ellos sin hacer otra cosa. Eso y estudiar para ser profesor de Educación Física de Primaria.



— ¿Alguna vez le han llamado raro por dedicarse al esquí?

— Sobre todo la gente de fuera de España porque sólo conocen las Islas Canarias, Mallorca… Y te dicen: ‘¿Pero hay nieve allí?’ [risas].

— Dígame, ¿qué se siente ahí arriba?



— Felicidad, estar desconectado del mundo, y mucho frío.



— Y después de los Juegos, ¿qué?



— No soy muy de la playa, me pongo muy nervioso y no aguanto más de una hora, pero sí que quiero irme con mi novia a un sitio diferente.

Imanol Rojo, durante la competición.

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