En 1904, la última vez que el golf fue olímpico, era un deporte absolutamente amateur: los jugadores se tenían que pagar sus traslados a las sedes de los Juegos. Tras dos certámenes (1900 y 1904), decidieron que una eventual medalla no les compensaba el esfuerzo económico y el golf desapareció del catálogo olímpico. El deporte había empezado a diseminarse por el Imperio británico, pero su explosión definitiva de popularidad iba a llegar poco después, en los 'felices' años 20.

Hoy el golf es practicado por más de 200 millones de personas en todo el mundo y tiene entre sus máximos exponentes a algunos de los deportistas mejor pagados del planeta. Era de esperar que la élite de este juego originado hace siglos en Escocia fuese a congregarse en Río de Janeiro para festejar su readmisión olímpica, pero los cuatro primeros clasificados de la PGA le han hecho un corte de mangas al Comité Olímpico Internacional y a los aficionados de todo el planeta. Jason Day, Dustin Johnson, Jordan Spieth y Rory Mcllroy pusieron excusas para no viajar a Brasil, básicamente por el Zika o asuntos “de salud”, lastrando inevitablemente lo que hace sólo un año se suponía iba a ser una fiesta.

Malestar y dudas

Pocos pueden decirlo en público, pero en el mundillo del golf han sentado como un tiro las insólitas declaraciones del ahora número cuatro del mundo, el norirlandés Rory Mcllroy, tras anunciar que no vendría a Río 2016. “Sé que tengo una responsabilidad con este deporte, pero yo vine al golf para ganar, no para hacer que la gente se apunte al golf”, dijo el número 4 del ranking mundial el mes pasado: “Estoy muy contento con la decisión que he tomado. No me arrepiento ni tengo excusas. Seguramente veré los Juegos Olímpicos, pero no estoy seguro de que el golf sea uno de los eventos que vaya a ver”.

Fue un tiro en la rueda delantera de la Federación Internacional de Golf. El primero en reaccionar públicamente fue Colin Montgomerie, el golfista británico con mayor número de victorias en Europa: “Es muy decepcionante… Si fuesen mujeres podría entenderse, pero es una vergüenza que tantos jugadores de élite hayan decidido no ir”, afirmó claramente el escocés: “Me preocupa mucho el futuro olímpico del golf. El COI pensará: ‘un minuto, ¿qué está pasando aquí?’ ¿Hemos tenido que buscar 300 habitaciones nuevas y hemos tenido que construir un campo de golf para esto?”

Adhesión femenina masiva

A pesar de que el Zika amenaza fundamentalmente a mujeres que puedan quedar embarazadas próximamente, sólo una golfista del circuito mundial ha declinado participar en los Juegos (la competición femenina se celebra la semana próxima). Varones pusilánimes (y/o egoístas) ha habido 14. El legendario ex jugador Gary Player, capitán del equipo sudafricano, recorre las instalaciones cariocas a sus 80 años y está poniendo a sus colegas en su sitio. Hace una semana afirmó que “hubiese dado cualquier cosa por jugar, incluso venir remando”. Los jugadores, continuó, “no quieren promover el golf, no se dan cuenta de la suerte que tienen, no aprecian el significado de los Juegos Olímpicos para el deporte”.

La neozelandesa Lydia Ko, número uno del mundo, no faltará a la cita olímpica. Reuters

Este mismo miércoles, en declaraciones a agencias españolas, afirmó que Severiano Ballesteros, de estar vivo, “los habría traído a Río de las orejas”. “ ‘Seve’ hubiera soñado con estar aquí”, dijo el legendario ganador de 9 ‘grandes’; “luchó mucho porque el golf llegara a todo el mundo, y qué mejor que unos Juegos Olímpicos para ello. Se están perdiendo una experiencia única. Para mí hay cinco grandes en el Mundo: Open Británico, Masters, Open de Estados Unidos, PGA de Estados Unidos y los Juegos”. Es precisamente el calendario de ‘majors’ (el Open Británico y el PGA fueron en julio, la Ryder Cup se celebra en septiembre) el que ha predominado sobre la pasión olímpica en un deporte que, como el fútbol, no logra conectar con los Juegos.

Formato poco atractivo (además)

El ambiente entre los 60 jugadores que debutan este jueves en el olimpismo es bastante distendido, a juzgar por las bromas advertidas en los ejercicios de entrenamiento y la paz que se respira en un campo apenas visitado durante los días previos al inicio de los partidos. El formato (criticado) de la competición será análogo al de cualquier torneo: cuatro días, de jueves a domingo, sin corte, con partidos de tres jugadores. No hay equipos ni eliminatorias; los resultados de Sergio García, por ejemplo, no afectarán a los de Rafa Cabrera-Bello (ni viceversa). Los dos componentes del equipo español masculino han entrenado juntos, pero separarán sus destinos a partir de la mañana de este jueves.

Es pues, “un torneo más”, como admiten sus jugadores, que hubiesen preferido un sistema más emocionante y, sobre todo, diferenciador: ‘match-play’ (a hoyos ganados, no número de golpes) o ‘foursome’ (por parejas: un golpe cada uno), adecuado para competiciones por equipos. “Han elegido este sistema porque muchos jugadores no querían arriesgar a venir hasta aquí para perder el primer día y marcharse de casa”, explica a EL ESPAÑOL un destacado golfista europeo. Pero eso es exactamente lo que les ocurre a muchos deportistas olímpicos (judocas, boxeadores, tiradores, etc): preparan la competición durante años para jugarse los sueños en unos minutos. Ha sido, de nuevo, Gary Player, quien ha puesto el cascabel al gato: “Es un grave error”, afirmó recientemente; “todos los deportes en los Juegos son rápidos, no quieres rondas para las medallas que sean lentas; quieres ‘matchplay’ o ‘foursome’, algo que puedas completar en menos de cuatro horas… Es esencial”.

Caimanes y roedores

En la víspera del estreno llovía copiosamente sobre la hierba de Barra de Tijuca, pero el viento no era excesivamente molesto (constituye la máxima preocupación de los jugadores). El campo, cuya construcción despertó críticas desde su comienzo por cuestiones medioambientales y acusaciones de corrupción, presenta una notable biodversidad: caimanes, capibaras (el mayor roedor del mundo), perezosos, mochuelos de madriguera y la ocasional boa constrictora viven en un campo construido junto a la foresta subtropical carioca. No es, ciertamente, la primera vez que un golfista se encuentra un cocodrilo junto a un lago o un ‘bunker’ (en Florida son habituales), pero la retransmisión televisiva del diezmado torneo olímpico de Río será rica en imágenes propias de un documental de naturaleza: se han clasificado 263 especies hasta la fecha en un recinto exuberante y no se descarta que haya que mover la bola cuando caiga en alguna madriguera.

Hay, pues, casi cualquier manifestación animal en el campo de golf menos mosquitos, que siguen brillando por su escasez (o ausencia) en estos Juegos. El Zika, que va camino de ser una broma, ha desaparecido de las preocupaciones olímpicas, pero ha sido la excusa perfecta para devaluar el torneo masculino. Los principales jugadores presentes en los Juegos, además de los dos españoles, serán el sueco Henrik Stenson, los estadounidenses ‘Bubba’ Watson y Rickie Fowler y el inglés Danny Willett. El argentino Emiliano Grillo es la mejor opción sudamericana para obtener medalla.

El mundo del golf asegura que a Tokio 2020 acudirán todas las grandes estrellas y recuerdan, por ejemplo, la evolución del tenis olímpico, pero la realidad actual es que el formato de la competición parece el menos interesante de todos y la mayoría de las estrellas lo verán (algunos ni siquiera, como Mcllroy) por televisión. En privado, el golf maldice al británico por su exceso de sinceridad. En público, y desaparecido Severiano Ballesteros, el defensor auténtico del deporte de la pelotita es el octogenario Gary Player: “Tienes más posibilidades de matarte en un accidente de coche o por una pistola que por el Zika”, dijo recientemente. “¿O es que por 10 casos que hay en Miami tenemos que abandonar Florida y cambiar de residencia?”.

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