Rafael Cabrera-Bello (Las Palmas, 1984) ocupa un cuartucho pequeño en la Villa Olímpica, sin cortinas ni mampara en la ducha, pero le da exactamente igual. “Yo estoy feliz ahí”, dice con convicción en una charla con EL ESPAÑOL justo después de dar unas bolas en el campo de prácticas. El Zika que tanto asustaba a algunos de sus compañeros de profesión no parece importarle mucho: va en manga corta.

Llueve en Río, pero no hace viento, y el golfista canario destila concentración a 24 horas del debut en un deporte que llevaba 112 años fuera del olimpismo. La tarde anterior se perdió incluso una comida de grupo por no alterar su rutina sagrada de entrenamiento. El foco mental de Cabrera-Bello es notable: ha pasado de ser un niño “más bien enclenque”, como dice su entorno, a convertirse probablemente en el jugador más musculado del circuito, que este año ha entrado por fin en el selecto grupo de los mejores 50 golfistas del mundo. Residente en Suiza, el español es una ‘rara avis’ en el golf: practica el surf y el esquí, aficiones inhabituales en un mundo que hasta hace poco era dominado por señores con barriga que no entendían la optimización física como una parte de su deporte.



La construcción de este campo estuvo rodeada de polémica desde el principio. ¿Cómo es desde el punto de vista deportivo?

El campo es diferente… No tiene un patrón determinado; hay pares cuatro muy largos y pares cuatro muy cortos. Diría que es variado y complejo: hay ‘greens’ muy grandes, otros pequeños y con mucho movimiento. Y tiene ‘bunkers’ con mucha arena y profundos. Existe miles de campos muy diferentes entre sí, pero me recuerda un poco al estilo australiano, por la vegetación.



La competición se desarrollará como un torneo normal, de jueves a domingo. Aparentemente habría formatos más atractivos para el espectador olímpico…

Pienso que sí... Si hubiésemos tenido posibilidad de jugar en match-play quizá hubiese sido más entretenido. No es que el formato me disguste: es el que sigo todas las semanas, estamos acostumbrados, pero para unos Juegos Olímpicos me hubiese gustado ver match-play, algo diferente.



¿Las sensaciones del día antes son también como las de cualquier otro torneo?

De momento sí... He venido, he hecho mis rutinas, mi práctica habitual. Mañana cuando me levante intentaré tomármelo como un torneo más y no pensar en cosas que te puedan distraer...



¿Por ejemplo?

Pues que esté tu país pendiente de ti, que todo el mundo espera medallas, que no juegas por ti mismo, sino por el deporte nacional. Lo sabemos, pero me lo tomo como un honor y una responsabilidad. Me he exigido lo máximo para estar al mejor nivel posible.



Este ha sido su mejor año… La vuelta del golf a los Juegos le llega en buen momento.

Estoy jugando bien. El golf es un deporte muy peculiar… Unos días son geniales y otros horrorosos, pero ha sido sin duda mi mejor año. Tengo mucha ilusión, vengo a darlo todo y a luchar por las medallas.



¿Sueña con ella por las noches? ¿Cómo prepara uno mentalmente las expectativas?

Cada uno es diferente. Yo sueño con medallas, intento visualizarme subiendo al podio, escuchando el himno nacional… Son sueños que tengo, pero los uso para centrarme y confiar en mis posibilidades. Para darlo todo y tener esa imagen en el fondo. Que si se da la oportunidad no me parezca algo anormal, sino saber que puedo hacerlo. Es un arma de doble filo, porque si te vas a presionar por ello en lugar de jugar y concentrarte en el siguiente golpe no va a ser ideal. Hay gente que prefiere no pensar y otra que prefiere usarlo como motivación. En el campo, desde luego, no quiero que se me pase por la cabeza.



Es evidente que la ausencia de determinados golfistas aumenta las posibilidades de medalla. ¿Pero qué opinión le merece la actitud de las grandes estrellas ante el regreso del golf olímpico, 112 años después?

Honestamente, y sobre el papel, pienso que la ausencia de algunos de los mejores jugadores del mundo facilita entrar en el 'top ten'. Las medallas van a ser prácticamente igual de difíciles; aquí hay muchos de los mejores jugadores del mundo. Yo respeto la opinión de cada uno. La salud es lo más importante y tienen sus prioridades… Cada uno hace su valoración del riesgo y es libre de hacer lo que quiera. Yo evidentemente hice mi valoración, y participar en unos Juegos Olímpicos superaba con creces los posibles riesgos. Otros piensan de forma diferente. Respeto su decisión, pero no la comparto.

Rafael Cabrera-Bello golpeando la pelota. Getty Images



Hay una opinión extendida de que han utilizado el Zika y la salud como excusa para ocultar motivaciones más bien económicas.

Cada uno con su conciencia... Cada uno sabe lo que le dice a la prensa y cómo duerme por la noche.



Usted tiene un perfil peculiar en el mundo del golf: es surfista, le patrocina la marca Oakley, dicen que es el más ‘cachas’ del circuito. ¿Cómo llega un surfista al golf?

No, yo era golfista antes del surf... El golf está cambiando: antes había jugadores de más edad y no tan preparados físicamente. Ahora esa imagen es obsoleta, los golfistas son más jóvenes y ya no es un deporte elitista. Hoy viene gente con otras aficiones. A mí me gusta esquiar y surfear, me considero activo físicamente y me gustan el aire libre y el deporte. Pero no tiene nada que ver. Que me gusten deportes de más acción o riesgo no significa que no me pueda gustar el golf. Es simplemente un perfil diferente al de otros: hay gente mucho más tranquila que le gusta la música, tocar el piano o leer.



Jack Nicklaus siempre define la evolución en que ellos, tras completar 18 hoyos, se iban al bar y ustedes se largan al gimnasio.

El golf ha cambiado muchísimo y va a seguir evolucionando. No puede hacerlo más rápidamente, como otros deportes, por los campos: necesitan más tiempo para crecer. Dentro de 150 años todos los golfistas medirán dos metros y le pegarán 350-400 metros. Los campos serán más largos y cada vez más difíciles, pero no es algo inmediato. Es mucho más fácil enselar a alguien a jugar al golf que a un bajito a crecer. Mientras los campos se sigan protegiendo no va a ser una evolución tan rápida.



¿Qué se puede decir contra el argumento de que el golf sigue siendo un deporte para pijos?

Yo creo que están equivocados... A día de hoy no es accesible para todo el mundo, pero no porque el material sea caro, sino porque construir un campo de golf es mucho más difícil que construir un campo de fútbol o una pista de tenis. No puede albergar la misma gente, y por ello no es tan popular. Al menos en España; en Inglaterra o Estados Unidos no es considerado elitista. Se trata de una imagen equivocada y espero que los Juegos Olímpicos ayuden a popularizarlo.

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