La historia del deporte se escribe a base de grandes gestas, pero también se graban a fuego las trampas más oscuras. Y el dopaje es la mayor evidencia de ello. A una larga lista de deportistas legendarios no les tembló la mano a la hora de recurrir a artimañas ilegales y amorales. Sus nobles proezas siempre quedarán amparadas en la sombra de la mentira, como por ejemplo, las de Lance Armstrong. “Me gusta controlar las situaciones, me gusta ganar, me gusta llevar las cosas hasta el límite”, decía el ciclista estadounidense. Ser el primero a cualquier precio.

Pero los positivos a posteriori -y en todas sus vertientes- extirpan el valor de cada victoria, tanto la del campeón farsante como la del sucesor en el trono al que le han arrebatado ese instante de gloria. Un metal es la consecución de un sueño culminado con el simbolismo y emoción que envuelve la ceremonia de premiación y los acordes del himno nacional. Saberte vencedor tiempo después ha de dejar un sabor agridulce: la justicia deportiva es el contrapeso de haber sido privado del sabor del éxito en el momento de alcanzarlo. ¿Cómo se compensa eso?

En los últimos años, varios deportistas españoles han catado en primera persona el cruel regusto de la medalla de chocolate en unos Juegos Olímpicos. El más reciente es el caso de Lidia Valentín. La halterófila quedó cuarta en Londres 2012 en la categoría de hasta 75 kg. Pero el tiempo y los reanálisis han terminado por destapar las trampas de sus rivales. Primero cayó la 'campeona', la kazaja Svetlana Podobedova, que dio positivo en junio. Y esta semana, la Federación Internacional de Halterofilia comunicó que la rusa Natalya Zabolotnaya y la bielorrusa Iryna Kulesha, plata y bronce respectivamente en la capital británica, también se valieron de substancias prohibidas.

A falta de confirmación oficial por parte del COI -el organismo que regula los casos de dopaje en los Juegos- Lidia Valentín recibirá la medalla de oro que la acredita como campeona olímpica. Cuatro años después del día en el que se celebró la competición. Para el seleccionador de halterofilia español será una victoria a medias: “Estamos muy contentos, pero nos robaron vivir el momento del podio. Eso no se recupera”.

RUTH BEITIA Y MANOLO MARTÍNEZ

Tras el reanálisis de 1.243 muestras de deportistas que compitieron en las citas olímpicas de Pekín 2008 y Londres 2012, el COI ha destapado un total de 98 positivos. Muchos nombres, entre los que se encuentran varias decenas de medallistas, no han salido todavía a la luz. Pero sí el de Anna Chicherova, una de las grandes rivales de Ruth Beitia. La saltadora rusa es una de las muchas atletas enfangadas en el sistema de dopaje de estado masivo orquestado por el Ministerio de Deportes de Rusia. Tal y como se puede apreciar en el Informe McLaren.

Hace un par de semanas, se filtró que Chicherova había dado positivo por dopaje en la prueba olímpica de Pekín, donde consiguió la medalla de bronce. La IAAF (Federación Internacional de Atletismo por sus siglas en inglés) la ha sancionado provisionalmente y a falta de confirmación oficial, perderá ese metal. Cuatro años más tarde, en Londres, la saltadora rusa subió al primer cajón del podio, pero ahora también podría ser apeada de ese oro si el COI le impone un castigo máximo de cuatro años por el positivo de 2008. De esa forma, Beitia, que quedó cuarta, sería aupada a los puestos de honor.

Uno que sí tiene en sus manos la presea ganada fuera de los recintos deportivos es Manolo Martínez. En los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, veintitrés centímetros separaron al lanzador de peso leonés del bronce, pero el primero de aquella competición, el ucraniano Yuri Bilonog, se descubrió que iba dopado. Tras superar todas las trabas burocráticas, Manolo Martínez recibió la medalla ¡nueve! años más tarde. Se hizo justicia, pero solo unos pocos privilegiados tienen la oportunidad de poner el pie en un podio olímpico y a él le privaron de tan anhelado momento.

Manolo Martínez en la final del Europeo indoor de Turín. Michael Steele Getty Images

EL TOUR DE ÓSCAR PEREIRO

Fuera de los Juegos Olímpicos, un caso muy estridente fue el Tour de Francia ganado por Óscar Pereiro. El ciclista gallego, tras una épica lucha con el norteamericano Floyd Landis, alcanzando el maillot amarillo un día y soltándolo al siguiente, llegó finalmente a los Campos Elíseos de París en segunda posición en la clasificación general. Sin embargo, al poco tiempo se demostró que Landis había recurrido a la testosterona en una de las etapas claves del Tour -donde aventajó en siete minutos a Pereiro. Después de confirmarse el positivo, hubo que esperar 15 meses para que el corredor español recibiera su premio conquistado con tanto sufrimiento en las rampas de los Alpes y los Pirineos.

Como cuenta Ander Izaguirre en Plomo en los Bolsillos, “el 15 de octubre de 2007, Óscar Pereiro entró a unas oficinas de Madrid vestido con traje. Pasó a un salón, se quitó la americana negra, subió a un pequeño podio metálico, como de carrera de barrio, y se vistió el maillot amarillo que le proclamaba vencedor del Tour de 2006, quince meses después de la prueba. Le aplaudieron unos secretarios y posó para las fotos, alzando el trofeo, besándolo, sonriendo y levantando el pulgar de la mano izquierda”. Una celebración insípida, desprovista del simbolismo que proporciona el podio de París.

Y las 'perdidas' por los españoles

Pero el deporte español también ha sufrido la otra cara de la moneda: atletas con medallas en las grandes citas internacionales descalificados posteriormente por casos de dopaje, como por ejemplo, el de Juanito Mülhegg. El esquiador de fondo tuvo que devolver los tres oros que ganó en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 al descubrirse un positivo por darbepoetina alfa, un fármaco para mejorar la resistencia.

A Marta Domínguez, la IAAF -tras la sanción del Tribunal de Arbitraje Deportivo por irregularidades en el pasaporte biológico- la desposeyó del título de campeona mundial de 3.000 obstáculos conseguido en Berlín 2009 y del subcampeonato en el Europeo de Barcelona del año siguiente. El nombre de la exsenadora del PP se ha visto implicado en varias operaciones contra el dopaje: la Operación Galgo, donde fue detenida para luego quedar en libertad con cargos; y la Operación Puerto, donde varias de las bolsas de sangre de deportistas incautadas llevaban el nombre de ‘Urco’, el apodo del perro de la atleta palentina.

En la cita continental de Barcelona 2010, el oro de Marta Domínguez no fue la única medalla que con el tiempo perdió la delegación española. José Luis Blanco, bronce en 3.000 obstáculos, dio positivo por EPO en el Campeonato de España que se celebró antes del Europeo y lo sancionaron con dos años, además de desposeerle de todas las victorias y marcas logradas en ese período.

Si bien el dopaje 'premió' a Pereiro con un Tour, el clembuterol y la rocambolesca historia del filete contaminado despojaron a Alberto Contador del triunfo final en la edición de 2010 de la ronda francesa.

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