Nos encontramos con Alejandro Valverde (1980, Las Lumbreras – Murcia) en un hotel a las afueras de Granada. En él se va a concentrar durante diez días para subir y bajar sus puertos favoritos de Sierra Nevada, un remanso de entrenamientos en paz en mitad de una temporada muy intensa para el ciclista de Movistar Team.

Tiene en el horizonte inmediato los Campeonatos de España, que se disputarán esta semana en Alicante, y el Tour de Francia, al cual acudirá como escudero de su compañero colombiano Nairo Quintana. Más adelante vendrán los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, donde es uno de los favoritos a colgarse el oro en la prueba de ruta. En el retrovisor, su primera participación en el Giro d’Italia, saldada con una victoria de etapa y un podio que, nos confiesa, pudo haber sido un triunfo absoluto…

¿Cuántas entrevistas te han hecho esta semana?

 

Esta semana, ninguna.

 

¿Te aburren las entrevistas?

 

Ahora mismo estoy tranquilo, entrenando, y no me molesta conceder una entrevista porque al fin y al cabo forma parte de mi trabajo atender a los medios. Sí es cierto que casi siempre contesto a las mismas preguntas y acaba por resultar repetitivo. No obstante, sería peor que nadie quisiera entrevistarme. Además, es más sencillo sentarse a conversar ahora que en el contexto de una gran vuelta, por ejemplo, cuando cada medio quiere su entrevista personal y, ya en carrera, los periodistas piden declaraciones en momentos en los que acabas de pasar la línea de meta y necesitas aire para respirar.

 

¿Estás acostumbrado a las entrevistas críticas, con preguntas difíciles?

 

Sí. Y he tenido épocas mucho peores. Ahora son todas relativamente tranquilas.

 

Supongo que te refieres a la época de la Operación Puerto, que se ha cerrado esta semana.

 

Sí. Yo ahora lo tengo bastante fácil. Han cerrado al caso, pero mío no habrá nada nuevo. Yo ya fui sancionado, ya cumplí por aquello. No tengo razones para estar inquieto.

 

¿Fue justa tu sanción? [Valverde recibió una sanción de dos años por parte del Comité Olímpico Italiano al identificarse como suya una bolsa de sangre congelada que contenía trazas de EPO. Dicha sanción fue ratificada a nivel mundial por el TAS en 2010, forzándole a dos campañas en el dique seco]

 

Pues… Eso salió ahí y ya está. Yo he sido sancionado. No sé si ha sido una sanción más justa o menos justa, pero cumplí mis dos años y ya está. Ya lo he olvidado. A partir de aquella sanción hice una nueva vida de ciclista y he disfrutado mucho después.

 

Ya no hay asteriscos, ni preguntas por la Operación Puerto, ni dudas de dopaje.

 

Eso fue lo jodido. La época de antes de la sanción, entre 2007 y 2010. Todo el rato me preguntaban por lo mismo. Todo el rato con pejigueras. ¿Podré correr el Mundial? [Su participación en Stuttgart 2007 estuvo en duda hasta el último momento] ¿Podré correr el Tour de Francia? [Por mil presiones y circunstancias, su concurso en varios Tours también fue puesta en solfa] Eso fue lo jodido. A partir de ahí he pasado mil controles y ganado mil carreras. Antes era bueno y después de la sanción he sido incluso mejor. No creo que haya dudas respecto de mí por parte de nadie.

 

Giro d’Italia

 

Este año has conocido, por fin, la ‘corsa rosa’. Un mes después, ¿qué balance haces de tu tercer puesto?

 

Muy bueno, porque conseguí mis dos objetivos: una victoria de etapa y el podio en Turín. Luego, una vez acabado el Giro, he analizado dónde pudimos fallar el equipo o yo y encontrado varios errores. Yo, a título personal, me equivoqué en la etapa de Corvara: la altura me dejó atontado y lo pasé muy mal. Quitado ese día, he estado bien. Y, por parte del equipo, se podrían haber hecho las cosas un pelín mejor y quizá no hubiera terminado tercero sino segundo o primero. No obstante, he vuelto del Giro d’Italia contento. Podría estar más contento, pero igualmente estoy satisfecho.

 

¿Podrías desgranar dónde podría haberlo hecho mejor el equipo?

 

Para mí uno de los fallos más importantes vino en la etapa del Agnello. Por el nerviosismo y por todas las circunstancias de presión que había, nos equivocamos. Yo cacé a dos compañeros [Rojas y Sütterlin] justo antes de coronar el Agnello. Arriba había niebla, frío, necesidad de abrigarse… Yo iba con una mínima pérdida de tiempo respecto de Nibali. Quise comenzar el descenso rápido, sin mirar si aquellos compañeros seguían a mi rueda. Y se quedaron atrás. Si esos compañeros hubieran bajado conmigo, me hubieran ayudado mucho tanto en el descenso como en el llano posterior tal y como lo hizo otro de mis gregarios, José Herrada. Eso hubiera cambiado la carrera totalmente porque en ese llano hacía viento de cara y su trabajo habría sido muy útil para que no llegara tan cansado a la parte final y sí más cerca de Nibali o incluso junto a él. Ése fue el error más importante. No obstante, no puedo culpar a mis compañeros: simplemente fue un momento de mucha tensión en el cual no nos entendimos.

 

La actuación de otro de tus coequipiers, Giovanni Visconti, suscitó muchos comentarios. ¿Sientes que ha sido un buen gregario durante el Giro?

 

Yo estoy contento con su papel. Comprendo que, estando en Italia, a veces jugara un poco sus bazas. Sí es cierto que íbamos al Giro con un objetivo claro: que yo ganara la carrera. Giovanni se metió en alguna fuga para intentar ganar una etapa él, pero también realizó un gran trabajo para el equipo.

 

El ciclismo es un patio de porteras. Se comentó que, como acababa su contrato y estaba en negociaciones con el nuevo equipo de Bahrein, buscaba inflar su caché con un triunfo de etapa.

 

Entiendo que alguien pueda interpretar eso desde fuera, pero quiero recalcar que él realizó un buen trabajo. Fue mi compañero de habitación durante las tres semanas y todo marchó bien. Tenemos que quedarnos con las cosas buenas, aunque también hubieran cosas malas. En 21 días con el cuerpo al límite y tanto en juego es inevitable que surjan roces, en este y en cualquier equipo. La carrera perfecta no existe. Quiero quedarme con el lado bueno y espero que sigamos siendo compañeros y trabajando juntos la próxima temporada.

 

Tus pérdidas de tiempo en el Giro d’Italia ocurrieron cuando pasaban los 2000 metros de altura. ¿Acusó tu cuerpo la falta de adaptación a la altitud por el hecho de que, durante tu concentración previa en Tenerife, dormiste en la playa en lugar de en el Teide?

 

Sólo noté la altura el día de Corvara, en la cual estuvimos muchísimo rato por encima de esa barrera de 1800 metros en la cual empieza a faltar el oxígeno. Es cierto que este año no he hecho ninguna concentración en altitud, aunque sí he subido muchos puertos. No obstante, nunca se sabe. Quizá hubiera perdido tiempo igualmente en esos mismos puntos aun habiendo dormido arriba. Para sacar partido de la altitud hay que estar muy acostumbrado a ella, como Nibali (que siempre está en el Teide) o los colombianos (que han nacido y viven a 3000 metros sobre el nivel del mar).

 

¿Estás arrepentido de no haber hecho concentración en altitud?

 

No, ni mucho menos. Durante todo el Giro me he encontrado perfecto y muy a gusto. He pasado la montaña muy bien y el último día de carrera, aun subiendo también a los 2700 metros, estuve en mi sitio e incluso por encima de Chaves.

 

¿Qué hubiera pasado si no hubiera habido motos el día del Agnello?

 

[Ríe] No lo sé… Hombre, en ningún momento nadie hizo trasmoto. Es un hecho que, al ser cabeza de carrera, el grupo de Nibali pudo verse beneficiado por el rebufo de los coches y motos que llevaba delante. No obstante, no le voy a echar la culpa al árbitro. La carrera sucedió así y basta. Para mí es más importante ese error puntual de perder en la cima del Agnello a los dos compañeros que podrían haberme ayudado en el terreno entre puertos.

 

Tour de Francia

 

¿Se te va a hacer raro el mes de julio sin tener que disputar la general del Tour?

 

Sí. Va a ser la primera gran vuelta de mi vida, o incluso la primera gran carrera, en la que voy a competir totalmente relajado. Si tengo que perder tiempo en una etapa llana, lo perderé y no me importará nada. Será raro y a la vez, me apetece. Cuando llegue la montaña estaré más fresco para ayudar a Nairo. Incluso seré más libre para buscar una victoria de etapa, siempre y cuando no perjudique al equipo. Tengo claro que si, estando yo por delante, Nairo ataca por detrás y conviene que me pare a ayudarle, lo haré. Y sé que esta circunstancia se va a dar más de una vez. No tendré problemas en renunciar a victorias por él.

 

¿Va a ganar Nairo Quintana el Tour de Francia?

 

Va por el buen camino. No sólo por su estado de forma física; también por lo mental. No tiene presión. Ha ganado Catalunya, ha sido 3º en País Vasco, ha ganado Romandía. Tiene los deberes hechos. Podrá disfrutar en el Tour de Francia como lo ha hecho en la Route du Sud porque tiene la calidad de siempre y mucha tranquilidad.

 

¿Qué distingue a Nairo Quintana del resto de grandes ciclistas que has conocido?

 

Que tiene clase y, además, ambición. Le gusta ser exigente con los compañeros y con él mismo. Es ganador y se crece cuando las cosas salen mal. Tiene una cabeza fría, es calculador, lleva todo medido. Ahí está la diferencia: en su cabeza privilegiada.

 

Un ciclista de Movistar Team dijo una vez: “Nairo es una víbora”. ¿Lo es?

 

Sí, sí. Cuando tiene un objetivo, va a tope a por él. Y si tiene que morder, muerde. Para ser tan pequeño, se agarra unos cabreos grandísimos.

 

Juegos Olímpicos

 

Tras el Tour vendrán la cita de Rio. ¿Qué esperas de ella?

 

La clave es que el recorrido es muy duro. Me viene perfecto porque será una carrera especial, dura como ningún otro Mundial u Olimpiada. Pienso que todo se definirá por selección natural, sin necesidad de grandes ataques. Quien resista, disputará. Dicho lo cual: para ganar será necesaria suerte, que tenga un día bueno en que todo salga a mi favor. Las selecciones sólo son de cinco corredores y tres de los españoles (Contador, Purito y yo) querremos optar a la victoria. Yo no seré quien ordene la táctica porque no soy nadie para eso: será el seleccionador Javier Mínguez quien decida cómo será nuestra carrera.

 

¿Se parecerá a la carrera de Pekín?

 

Será más dura, aunque a nivel de táctica sí será parecida.

 

Aquel día se marcaron entre sí italianos y españoles. El resultado fue perfecto, con Samuel Sánchez ganando el oro olímpico batiendo a Davide Rebellin al sprint.

 

Sí, estuvo muy bien. Obviamente, terminamos contentísimos.

 

Una disyuntiva: ¿ganar los Juegos Olímpicos compensaría ese Mundial que falta en tu palmarés?

 

Por supuesto. Los Juegos son lo máximo para cualquier deportista. La única diferencia para los ciclistas es que no llevas el maillot arcoíris todo el año, sólo unos distintivos en la bocamanga del maillot. No obstante, la cantidad de puertas que abren unos Juegos Olímpicos no son comparables a las que abre un Mundial.

 

Una última pregunta. ¿Correrás la Vuelta a España?

 

Ya veremos después del Tour de Francia. Si la Vuelta fuera por el sur no dudaría en correrla porque sería competir en casa; al ser por el norte quizá me tira un poco menos. También habrá compañeros en Movistar que querrán correr la Vuelta y quizá convenga cederles mi puesto.