Es el ‘Guaje’, sí. Es un símbolo, por supuesto. Es el máximo goleador de la historia de la Selección española, también. Los nostálgicos están de enhorabuena: el '7' de España vuelve a una convocatoria de 'La Roja'. Y, con él, sus carreras, su acierto desde el punto de penalti, su don de la ubicuidad en el área pequeña, sus diagonales. Su gol. Regresan los recuerdos de un verano imborrable en el que un asturiano llevó a España a la conquista del mundo. Regresan las tardes de fin de semana esperando en el coche su tanto a través de la radio, aunque él los anotara un lunes infernal o un viernes prometedor. El país lo adora; el césped lo idolatra. Pero, con sinceridad, su regreso no está justificado. Aunque duela reconocerlo.

Acumula méritos en una liga muy inferior

"David [Villa] está haciendo unas grandes actuaciones. No cerramos las puertas a nadie y tiene la actitud para estar en el equipo", ha argumentado Lopetegui. Y tiene razón: el ‘Guaje’ ha anotado 19 goles y ha repartido seis asistencias en 24 partidos con el New York City, que en la pasada liga quedó segundo. Sin embargo, sus números no tienen parangón con los que ha cosechado anteriormente o con los que acumulan otros 'nueves' patrios. Sus jugadas siguen siendo las mismas, sus recortes continúan liderando su repertorio de movimientos, pero sus adversarios han cambiado.

Quien estuvo acostumbrado a batirse el cobre con Ramos, con Terry o con Bonucci ahora se mide a Drew Moor, Bobby Boswell o Jelle Van Damme, zagueros de escaso prestigio y cuestionada calidad. Nueva York es preciosa y la MLS muy entretenida: la parafarnalia que la rodea tiende a embellecer el show en detrimento de un espectáculo que los jugadores no son capaces de dar sobre el tapete. No es una liga competitiva. Es, más bien, el prólogo del retiro, unas vacaciones pagadas para muchos jugadores que se resignan a colgar las botas y que son conscientes de que sus prestaciones ya no están a la altura de una Premier League o una Bundesliga.

Lampard, Pirlo y Villa comparten vestuario en Nueva York

Henchida de viejas glorias como Pirlo, Kaká, Lampard, Iraola, Robbie Keane o Drogba, se ha convertido en una galaxia de estrellas a punto de apagarse en la que un jugador como Villa, que ha librado importantes batallas en equipos legendarios como el Real Zaragoza, el Barcelona o el Atleti, brilla con luz propia sin esfuerzo. Al trote. Sin embargo, el exiguo talento de sus oponentes en la liga estadounidense está lejos de la inteligencia táctica y de las habilidades que seguro mostrarán los jugadores de la Selección italiana.

Vuelta al pasado

El aroma del viejo combinado nacional se desprende de nuevo entre fragancias más nuevas, más jóvenes, que juraron jubilar a sus predecesoras. Los mirlos lo intentan; dan la talla en cada partido, pero entre unos y otros les impiden ascender, tomar galones. Kepa, que ya sustituye a un mítico Iraizoz en el Athlétic; Nacho, el perfecto comodín de Zidane en la defensa; Isco, el jugador más destacado de final de temporada en el Madrid de los récords; Thiago, fundamental para Ancelotti, Saúl, Bota de oro del reciente Europeo sub-21 de Polonia; Asensio, el sustituto de Ronaldo en el futuro, y Morata, el fichaje español más caro de la historia, aparecen en las convocatorias, las encabezan, pero, más adelante, en las alineaciones son otros jugadores los que ocupan su posición.

La prensa, los expertos y el cuerpo técnico hablan de cerrar ciclo, de abrir uno nuevo; el problema es que decisiones como la que ahora se discute reabren una etapa que se repite en bucle, como ese disco rallado que chirría en alguna canción pero que seguimos escuchando por cariño, por melancolía. El fracaso en el Mundial 2014, en el que ‘La Roja’ no pasó de la fase de grupos tras ser derrotada por Chile y por Holanda (1-5) y en la última Eurocopa, en la que España cayó 2-0 contra Italia, evidenciaron la longevidad extrema de un grupo al que nadie olvidará y al que todavía no se ha sabido relevar.

La apuesta por Villa, además, deslustra el futuro. El Mundial de Rusia 2018 está a la vuelta de la esquina y el ‘7’, actualmente con 35 años y tres temporadas haciendo las Américas, no estará. Aunque quién sabe. ¿Qué mensaje le envía Lopetegui a Aspas, Morata o a Diego Costa? Delanteros que luchan por erigirse como el ‘9’ titular en el compromiso mundial y que a falta de unos meses carecen de la confianza de su míster. ¿Y Sandro, que anotó 16 goles en 31 partidos con el Málaga? ¿Y Mariano, que ya ha anotado tres tantos en tres partidos con el Olympique de Lyon?

Villa, sí. Torres y Casillas, no

Torres y Villa formaron una dupla inolvidable

En aquella dorada Selección Casillas y Torres fueron imprescindibles. El cancerbero paró en cuartos un penalti a Cardozo y en la final se apareció como su apodo ordena frente a Robben por partida doble. Por su parte, el autor del gol que dio al combinado español su segunda Eurocopa de la historia fue fundamental para que Villa se convirtiera en el máximo anotador de la historia de la Selección, como reconoció el propio 'Guaje'.

A diferencia del asturiano, el cancerbero y el delantero todavía compiten en ligas europeas. El primero es el guardameta titular del Oporto, que esta última campaña quedó segundo en la liga portuguesa y avanzó hasta los octavos de final en Champions. ‘El Niño’, dos años menor que el asturiano, anotó diez goles y repartió siete asistencias con un Atleti en el que fue titular en 21 encuentros. Sus cifras, sobre el papel, son mejorables. Sin embargo, el fútbol no es papel y Torres siempre ha demostrado que este deporte es mucho más que estadísticas.

Es verdad: la vuelta de Casillas abriría un viejo debate que costó mucho -muchísimo- cerrar. No obstante, parece que el excapitán madridista, que nunca ha debutado con Lopetegui, no tiene derecho a ser convocado por cuestiones más extradeportivas que futbolísticas.

Un veterano, el nuevo de la clase

El Mundial de 2010 puso de relieve que Iniesta merecía un Balón de Oro, que un campeonato no lo ganan 11 sino 23, que De Jong podría haber tenido futuro en las artes marciales y que siempre es más complicado derrotar a un equipo de amigos. Ellos lo eran: la unión parecía indestructible. Tras la famosa conversación entre Casillas y Xavi, todos los jugadores del conjunto español olvidaron durante un mes sus respectivos equipos en beneficio del bien común. Los abrazos, las señas de cariño durante los entrenamientos, las concentraciones y los encuentros eran habituales.

Siete años después, las distintas convocatorias de Lopetegui han dificultado la consolidación de un grupo base, pero hay cierta confianza entre unos jugadores que ya se conocían de la sub-21 y que, tras varias citas, están más que integrados en el equipo. Ahora Villa deberá entablar amistad o, cuando menos, una relación cordial, con De Gea, Kepa, Carvajal, Morata, Vitolo, Deulofeu, Asensio o Suso.

Es el ‘Guaje’, sí. Es un icono, por supuesto. Es el máximo goleador de nuestro único Mundial, también. Pero, con objetividad, su regreso no está justificado. Aunque duela reconocerlo. Que duele.

 

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