En junio de 2013, Florentino Pérez, en una entrevista en Punto Pelota, hablaba de Neymar como un imposible. Su fichaje, afirmaba entonces, podía “dañar” el ecosistema del club; y el montante de la operación, en el caso de que el Madrid lo hubiera fichado, ascendía a casi 150 millones de euros. “Haciendo números bien, llevando los netos a los brutos, pues por lo menos eso”, confesó. Años después, aquellas palabras siguen sin perder vigencia. De hecho, se quedan en nada si se empiezan a sumar las cantidades -todas ellas opacas- que rodean los movimientos del brasileño con motivo de su fichaje por parte del PSG.



Neymar llegará a París dejando tras de sí un reguero de millones (502, en concreto) que se han ido repartiendo unos y otros -y también el propio jugador-. Empezando por el principio, y desglosando las cantidades que han trascendido hasta ahora, el brasileño llegó al Barcelona, siempre según la versión del juez Ruz, por 96 millones de euros (83 por el traspaso más otros 13 que las partes habrían defraudado a Hacienda). El jugador ha ganado en sus cuatro temporadas como culé 80 kilos en salario (28 los dos primeros años y 52 los dos siguientes) y ficharía por el PSG por 300 millones (222 de cláusula más impuestos). A todo esto hay que sumarle los 26 kilos que el padre de Neymar tiene que recibir del club azulgrana por la renovación de su hijo la temporada pasada.



Dinero, dinero y más dinero. Eso sí, las cantidades bailan según quién las contabilice. Así lo han querido los múltiples actores que intervinieron en su fichaje por el Barcelona. Sandro Rosell, entonces presidente, lo cifró en 57’1; Josep María Bartomeu, sucesor del anterior en el cargo, reconoció que el montante de la operación ascendió a 86’2; y Susana Monje, vicepresidenta económica, lo redujo hasta 19’3. Finalmente, el juez Ruz acabó con la discusión: costó 96 millones de euros, dijo. Y se acabó la historia.

Neymar, durante un partido con el Barcelona. Reuters



Sea como fuere, esas cantidades ya forman parte del pasado. A partir de ahora, el encargado de engordar las cifras será el PSG. En primera instancia, ejecutando el fichaje más caro de la historia del fútbol y asegurándole a Neymar un salario galáctico (40 millones de euros más variables). Es decir, el brasileño será el jugador mejor pagado del mundo -por encima de Messi- y, presumiblemente, también embajador del Mundial de Qatar (no hay que olvidar que el propietario del club francés es Qatar Sports Investments), por lo que se podría llevar otro ‘pico’ a falta de que se concreten todos estos últimos detalles.



¿CÓMO PAGAR ESA CANTIDAD DE DINERO?



Neymar ha dicho que sí a la entidad y se ha despedido de sus excompañeros, pero falta por saber cómo afrontará el pago de su traspaso. El Barcelona ya ha dicho que no va a negociar. Se ha plantado y, el miércoles, instó tanto al jugador como a su padre a que ingresaran en su totalidad la cláusula de rescisión del jugador (222 millones de euros). ¿El problema? El conjunto culé ha reconocido que denunciará a los franceses si incumplen el fair play financiero (mecanismo de control de la UEFA) y el propio organismo europeo ha reconocido que investigará la transacción. La Liga, además, ha dicho que no aceptará el pago de su cláusula. Es decir, el lío está servido.



¿Y cómo puede saltarse todo este embrollo el PSG? Es, aunque no lo parezca, bastante sencillo. La idea es que el jugador brasileño pague esa cantidad, y para ello será nombrado embajador del Mundial de Qatar 2022. Y, si todo sale bien, el brasileño podría ser presentado esta misma semana delante de la Torre Eiffel, como reconoció su agente Wagner Ribeiro. Aunque, por otro lado, el presidente de la entidad francesa no las tiene todas consigo: “Neymar es del Barça, ya veremos qué pasa...”.



BARTOMEU, RESIGNADO

El gran damnificado por la salida de Neymar es Josep María Bartomeu, que queda bastante tocado por varias razones. La primera de ellas, por su incapacidad para retener a un jugador de vital importancia en el Barcelona. En segundo lugar, por no conseguir llevar a buen puerto ninguna negociación: no ha podido convencer a Paulinho y a Verratti de que fichen por el conjunto culé. Y, en tercera instancia, por quedar en evidencia tras el “se queda” de Gerard Piqué. Ante ese panorama, está obligado a actuar si no quiere que el Camp Nou dirija su mirada al palco en este inicio de la competición liguera.



Esta situación, sin embargo, también la puede cambiar si gestiona bien los 222 millones que ingresará el club por el traspaso de Neymar. En caso de acertar con los fichajes, lo que se presumen como pitos podrían convertirse en aplausos. Al fin y al cabo, él ya estuvo en una situación parecida cuando tomó el cargo tras el adiós de Sandro Rosell. Entonces, el adiós de Zubizarreta y su posterior gestión y el triplete del Barcelona le valieron al socio culé para reelegirlo en las elecciones. ¿Ocurrirá ahora lo mismo? De nuevo, depende fundamentalmente de que la gestión acertada en los despachos se traduzca en buenos resultados en el campo -más allá de lo que haga Messi-.

Neymar bromea con Suárez durante un entrenamiento en la gira de Estados Unidos. Reuters

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