Suena Míchel. Y lo hace con más fuerza que nunca. En los últimos tiempos de 'mandato' de las redes sociales, a uno de los jugadores más emblemáticos de la historia del Real Madrid se le ha puesto una coletilla que desde hace años le persigue día a día. Y le tocará vivir siempre con ella.

Suena Míchel porque el destino ha querido que él, madridista reconocido, sea el juez de una Liga que ya solo puede perder el Madrid. El domingo (20:00 horas), los de Zidane tienen que ir a La Rosaleda y allí les vale un solo punto. Con este panorama, la figura del entrenador ha quedado en entredicho. Muchos piensan que pondrá la alfombra a su exclub. Una forma sutil de decir que Míchel, como el Málaga, adulteraran la Liga y cometerán un delito (dejarse perder). Una acusación muy grave.

José Miguel González Martín del Campo se ha ganado una fama tan irrisoria como eterna. Cada vez que un equipo destituía a un entrenador, sonaba Míchel. Sonaba porque siempre era un aspirante a todo, fuera el banquillo que fuera (llegó a sonar varias veces a la vez), porque el entorno del técnico así lo quería vender (es una de las figuras del fútbol español con mejores contactos en todos los ámbitos, desde directivos a periodistas) y porque han sido muchos los equipos a los que acabó yendo: Rayo Vallecano, Getafe, Sevilla, Olympiacos, Olympique de Marsella, ahora Málaga...

Pero sobre todo sonaba Míchel porque Twitter le elevó a la categoría de personaje inmortal, uno de los suyos. Y cuando una red social la coge con alguien... no lo suelta. El 'cachondeo' fue tal que acabó sonando en la abdicación del Rey Juan Carlos, en la elección de nuevo Papa, en las dimisiones de Esperanza Aguirre... la red siempre se llenaba de memes. Él acabó por reconocer que ya estaba un poco cansado. 

Uno de los memes que inundaron la red en la elección del nuevo Papa.

Valdano y los madridismos

Míchel ha vuelto al foco mediático porque es el entrenador del rival del Madrid y porque hace unas semanas dejó un titular que alarmó a la honradez en el fútbol. "Hay una gran diferencia, yo soy más madridista que Valdano", dijo tras preguntarle si se repetirían las Ligas de Tenerife en Málaga.

La verdad es que todos se quedaron con el titular y pocos fueron al fondo. Su respuesta fue mucho más que esas diez palabras. "A mí me enseñaron a ir a competir y ganar siempre. El que me conoce sabe que dejarse ganar es imposible. No se lo creen ni mis jugadores. Es ridículo pensar eso", añadió Míchel en la misma entrevista en 'Onda Cero'.

Butragueño, compañero de Quinta, le defendió tras el partido del Real Madrid en Vigo. "Le conozco desde hace muchísimos años, es un gran profesional, que nadie dude de nada. No ha terminado la Liga". Nada más acabar el partido de los blancos ante el Celta, Míchel apareció en Twitter y dejó un mensaje tan corto como claro: "A lo nuestro".



Es indudable que Míchel es madridista. Él mismo lo reconoce. Sería absurdo no hacerlo. Lo avalan 404 partidos con el primer equipo, 20 años en el Real Madrid, desde que entró a los 13 y se marchó a los 33, y una posterior etapa como entrenador del Real Madrid Castilla y director de la cantera. Para que se hagan una idea, Valdano, verdugo en Tenerife y al que ahora comparan con Míchel, jugó solo 112 partidos de blanco y le entrenó año y medio después.

Su madridismo entra en conflicto este domingo con su profesionalidad. El que le paga es el Málaga, al que se debe es al Málaga y el Madrid es, sencillamente, una cosa secundaria. Es verdad que una victoria de los andaluces convertiría a Míchel en un enemigo en el Bernabéu, pero peor sería convertirle en un mal técnico, trabajador o incompetente.

'Reconciliado' con el madridismo



Esa colisión entre deber y placer aparece justo en la temporada en la que Míchel más se había reconciliado con el madridismo gracias a su victoria al Barcelona en una jornada (8 de abril) que fue clave para entender la situación actual: el Madrid habia empatado ante el Atlético y el Barça, que podía colocarse líder y depender de sí mismo, perdió en La Rosaleda. Buena parte de la afición blanca, ayudado también por el mencionado chiste, vio a Míchel siempre como un entrenador menor, trotamundos en busca de cualquier banquillo, sin nivel para el Madrid. Su única experiencia en la casa blanca fue un año en el Castilla, al que descendió a 2ªB a pesar de tener a una gran generación de futbolistas.



Si el Madrid gana en Málaga, habrá quien diga que lo hace por el deseo y las órdenes de Míchel, como si una victoria de los de Zidane fuera algo rarísimo. Una victoria blanca en La Rosaleda entra dentro de lo normal, con Míchel o sin él. Lo raro sería que ganara el Málaga, undécimo clasificado, y no el Madrid, líder de la Liga. Además, las visitas de los madrileños a la capital de la Costa del Sol son tradicionalmente exitosas: solo ha perdido una vez en los últimos 20 años, en 2012, con Mourinho dejando por primera vez en el banquillo a Casillas.



Desde hace ya años, y siempre con la figura presente de Juanito, Málaga y Madrid tienen buenas relaciones y la provincia andaluza es una de las más madridistas de España. Hasta tal punto llega el apoyo a los blancos en Málaga que en 2014 tuvo que pedir la entidad malagueña a sus aficionados, en un vídeo oficial, que animaran al Málaga y no al Madrid en un duelo entre ambos. Pintaron rayas azules a una camiseta del Madrid mientras se escuchaba a 'El Cigala' cantando “no puedo comprender cómo se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco”.

No se puede tener dos equipos

La última vez que el Real Madrid se jugó una Liga en Málaga fue reciente, en 2010. El equipo entrenador entonces por Pellegrini, con récord de puntos hasta que llegó Mourinho, necesitaba ganar y que el Barcelona tropezara ante el Valladolid en el Camp Nou. Con los azulgrana goleando, el Madrid ya sabía que no ganaba el torneo. Acabó empatando ante un Málaga que agonizaba y veía el descenso cerca. Ese empate les salvó. Meses después, Pellegrini fichaba por el Málaga. 



Una Liga no se gana en la última jornada. El torneo es tan largo que premia la regularidad. No vale con estar bien en mayo si en noviembre se estuvo mal. Y viceversa. Lo que ocurre en el último partido es completar el trabajo de nueve meses de competición. Nada más. Si el Madrid gana la Liga poca culpa tendrá Míchel. Y si la pierde, igual. Más grave sería dejarse ganar. Y para eso cuesta pensar que suene Míchel.