Hay situaciones que se dan por casualidad, por azar o simplemente por un golpe de suerte. Pasan, uno las asume y ya está. Sin embargo, hay otras que, aunque desde fuera parezcan remotas, son fruto de un estudio previo, un análisis y una toma de decisiones correcta. Así sucedió en el Bernabéu este sábado (1-1), con un empate que llegó por el buen criterio de Simeone a la hora de hacer los cambios y por los fallos de Zidane al hacer los suyos. O, al menos, así parece por lo ocurrido en los últimos minutos de partido. Pero para entenderlo hay que poner orden a los hechos.



Empezando por el Madrid. El primer cambio de Zidane fue obligado: sustituyó a Pepe (que se perderá el resto de la temporada) por Nacho. Hasta ahí, todo normal. El problema vino después, cuando Zidane decidió cambiar a Kroos por Isco (minuto 75). A partir de entonces, el conjunto blanco perdió el control que había tenido hasta ese momento. ¿Y qué ocurrió? Que Correa recibió la pelota al entrar por el centro del campo y se la puso a Griezmann para que hiciera el empate en el minuto 85. Después, el técnico francés cambiaría a Bale por Lucas Vázquez, pero eso ya no tendría ningún efecto.

Griezmann celebra su gol con Correa, Filipe Luis y Gabi. EFE



Y bien, ¿qué ocurrió mientras en el equipo contrario? Pues que Simeone acertó con sus cambios. Sobre todo, con el primero: Correa por Saúl. “Liberamos a Correa cuando salió Torres (segundo cambio, por Thomas, minuto 78) para entrar por dentro”. ¿Y qué sucedió? Lo planeado. Ángel se metió entre líneas y creó la ocasión del gol del empate. “Incluso pudimos ganar”, reconoció posteriormente Simeone.



El Cholo, además, pudo acertar también con su última decisión: puso a Giménez y quitó a Carrasco. ¿El motivo? Pese a lo que se pueda creer, lo hizo para intentar ganar el partido. “Cuando marcamos el gol, pensé que con él podíamos conseguir un tanto a balón parado”, espetó. De ahí que la influencia de Simeone, esta vez, haya sido total. Él fue el responsable de mover los hilos -perdón por el símil fácil- para buscar el empate y lograr un buen resultado.



Esas son las dos caras que dejó el partido. Por una parte, la del que se siente perdedor a pesar del empate: el Real Madrid. Este resultado lo pone en problemas en Liga y cuestiona el rendimiento de su equipo de cara a la Champions, donde se las tendrá que ver contra el Bayern en Múnich el próximo martes después de que el conjunto de Ancelotti arrasara al Dortmund en el clásico alemán (4-1). Pero, además, todo lo que viene por delante. Sobre todo, los partidos contra Barcelona y Sevilla en el Bernabéu de aquí a final de temporada.



Y en el Atlético, por el contrario, la sensación es la contraria. Empató, pero se fue con la sensación de ganar en el Bernabéu. ¿Y qué implica eso? Una inyección de moral de cara a lo que tiene también por delante. En su caso, el partido del Leicester en la Champions. Ese es su objetivo prioritario, más allá de la tercera plaza que aspira a alcanzar de aquí a final de temporada para no disputar la previa de la máxima competición europea.

Griezmann celebra su gol. EFE

Noticias relacionadas