Madrid

Si algún día alguien se quiere dedicar a estudiar de forma muy profunda los comportamientos individuales de un futbolista, Sergio Ramos es su hombre. No hay jugador de fútbol en todo el mundo que refleje tanto lo que es el ser humano, con sus aciertos y sus fallos, con sus grandezas y miserias. Ramos es el perfecto ejemplo de la cara y la cruz, del hoy bien y mañana mal, del hoy salvador y mañana malvado. Si venía de fallar en Sevilla, ante el Málaga fue el héroe. [Narración y estadísticas: Real Madrid 2-1 Málaga]

Porque el camero marcó dos goles importantísimos para un Madrid dudoso y soso que ganó, y, eso sí, acaba líder la primera vuelta, campeón de invierno. Pero no sólo jugaron los blancos ante el equipo andaluz, sino ante su propia afición. El Bernabéu estuvo más irritado que nunca, no perdonó ni un sólo fallo de sus jugadores y les exigió al máximo. Con ese ambiente tan enrarecido, el partido se acabó convirtiendo en una especie de miedo para los blancos. Estuvo tan abierto el encuentro que existía la sensación de que todo esto acabaría en tragedia, con la posterior bronca del respetable. Al final sobrevivió el Madrid, más bien por acciones aisladas que por desplegar un juego que enamorara y/o convenciera.

De aquél Madrid que deslumbró ante el Sevilla y Granada en la primera semana de este mes de enero queda muy poco. En sólo 15 días, el equipo de Zidane ha vuelto a ser el que era en el tramo de esta temporada del pasado 2016. Gana, es líder, pero deja alguna que otra duda, juega con fuego, se aprovecha de su nombre para seguir venciendo y va teniendo sustos con el paso de los minutos. Sería exagerado decir que ante el Málaga no mereció ganar, pero tampoco hizo un partido acorde con lo que se podía esperar. Dejó al cuadro andaluz vivo durante muchos minutos y no se quemó de milagro.

En un duelo con este guión, el único que podía irrumpir, para bien o para mal, era Ramos. Afortunadamente para el Madrid, su capitán marcó en la portería contraria, es decir, en la buena. Y dos veces, consiguiendo su primer doblete desde el que valiera una final de Champions en Múnich (2014). Lo que sorprende es que en un fútbol tan avanzado, con tanta tecnología que ya se puede aplicar, con tanta gente dentro de un cuerpo técnico, haya equipos que sigan cayendo en la trampa de Ramos. O más bien, de la conexión Kroos-Ramos, la misma que ya viene dando victorias al Madrid desde hace años. Así fue también ante un Málaga que pecó de novato, como su entrenador, el 'Gato' Romero, que sólo cuenta sus partidos por derrotas.

En el minuto 35, Toni Kroos lanzó un córner que acabó, sí, ya se lo imaginan, con un cabezazo de Sergio Ramos. Era el primero que tranquilizaba un poco a la parroquia blanca. Ocho minutos más tarde, el alemán lanzó una falta por la banda izquierda, la contraria a la del anterior saque de esquina. Ya se escuchaba aquello de "Lo marca Ramos". Así fue. Sin necesitar la cabeza esta vez, Ramos se metió entre la defensa, evitó el fuera de juego (su situación fue muy justa, quizá adelantada) y con el pie marcó el 2-0. Fue una jugada casi idéntica (incluso pueden quitarle el casi) a la que marcó en la final de la Champions en Milán.

Y con eso le valió al Madrid. Antes, nada más comenzar el partido, había tenido que soportar Cristiano una buena bronca del Bernabéu que se dividió en tres ramas: dos pitadas por perder dos balones en ataque y una tercera por ser incapaz de ganar una carrera por banda. El partido no llevaba ni diez minutos y Cristiano ya estuvo en la picota. No sería la única vez que tuviera que escuchar el rechazo de su afición. Al portugués sólo le perdonaron cuando ya pasado el ecuador de la segunda parte remató al palo y el público entendió que ahí fue simplemente mala suerte. Pero, sin ningún género de dudas, podemos estar ante el peor Cristiano de toda su etapa en el Madrid.

El Málaga maquilló el resultado con un buen gol de Juanpi en el minuto 63 que sólo sirvió para que los de Zidane jugaran más de 25 minutos acogotados, con mucho miedo. Finalmente se salvó, no hubo empate malacitano y el Madrid se llevó tres puntos que le aseguran el liderato tras la finalización de la primera vuelta (y con un partido menos). Ganó, pero jugó mucho con fuego. Y dejó sensaciones preocupantes. Con esta versión ni mucho menos puede remontar en Balaídos, próxima estación de un Madrid obligado a ganar por dos goles de diferencia en Vigo (o uno a partir del 2-3). Difícil se plantea esa "gesta" si el Madrid no muestra actitud. Pero, al fin y al cabo, es el Madrid. Y tiene a Ramos. Por lo que puede pasar lo mejor y lo peor que ustedes imaginen. 

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