Madrid

De blanco impoluto. Así se presentó el Real Madrid ante el Sporting, recordando viejos tiempos, aquellos en los que la camiseta, si tenía algún color, era el rojo de la sangre que dejaban las heridas durante el partido. Fue, en este caso, por una buena causa. El Madrid se presentó con una camiseta reciclada, convirtiendo el plástico de los océanos en material técnico. Fue tal la fiebre ecológica que llegó al Madrid que se acabó contagiando en todo. Mínimos esfuerzos para otra victoria. [Narración y estadísticas: Real Madrid 2-1 Sporting]

El resultado, 2-1, refleja perfectamente el sufrimiento, casi agónico, del Madrid por llevarse otro partido a priori fácil. Incluso es demasiado premio para un equipo, el de Zidane, que vuelve a ganar por el nombre. Y eso que se las prometieron muy felices con dos goles, de Cristiano, en 20 minutos. El primero de penalti, el segundo de cabeza. Cinco tantos del portugués en dos partidos. 

Jugó mal la primera parte el Madrid. Muy mal. Pero los dos arreones tempraneros le sirvieron, como tantas otras veces, para frenar el acelerador y dejar pasar el tiempo. Son tantas ya las veces que ha repetido esta rutina, que sorprenderse sería de ilusos. El Madrid juega así, a marcar al principio o cuando está en peligro su resultado. Solo acelera cuando le apetece. Y es así. Y así hay que quererle. U odiarle.

Y ante tal adormilamiento, el Sporting se vino arriba y arriba y se creyó que era muy posible hacerle daño al Madrid. Y le hizo menos del que mereció, porque sus ocasiones llovían al mismo ritmo que caía agua sobre la capital de España. Ya antes de los dos goles, Carlos Carmona la tuvo. Y después, por partida doble. También Moi Gómez, en un disparo cruzado que paró Keylor. La lógica, no siempre presente en el fútbol, decía que los asturianos tenían que marcar. Así fue. Lo hizo el 'fallón' Carmona, que remató de primeras, solo y dentro del área, un pase de Isma López por la banda izquierda. Se impacientó entonces el Bernabéu, aunque no como otras veces. Daba la afición del Madrid un tiempo de rigor para que su equipo espabilara. No es que fueran a cambiar mucho las cosas.

Porque al Madrid no le salvó que recibiera la bronca ni la pérdida del ímpetu del Sporting en el primer tramo de la segunda mitad. Jugaba con tanta desgana que ni el Sporting necesitó su mejor versión (los asturianos hicieron un partido de 10, claramente mereciendo más, pero seguramente tiene mejores versiones para salvarse en Primera) para crear sustos en Chamartín. Eso sí, tuvieron la ocasión más clara que se puede tener, un penalti (rigurosísimo) que Duje Cop mandó a las gradas. Si fallas ocasiones así, no puedes quejarte de nada más. El Sporting lo tuvo en su mano. Lo falló. 

No ayudó tampoco la excesiva lentitud y parsimonia que tuvieron alguno de los que deben hacer algo diferente en el Madrid, véase Benzema o James. El primero fue una estatua andante, se congeló ante el frio y se llevó, con total justicia, la bronca más sonora de un Bernabéu cansado de la irregularidad de su 9. El segundo tuvo 70 minutos para mostrar algo y lo que dejó fue decepción. Si pretende hacerse un hueco así, lo lleva mal. Y esta vez fue titular.

Tras el penalti y los sustos continuos de los asturianos llegaron las carreras sin sentido, con más corazón que cabeza y un partido que agonizó con el Madrid pidiendo la hora porque el Sporting se acercaba para consumir la sorpresa de la jornada. No la hubo porque el Madrid aguantó y se llevó tres puntos, inmerecidos, que le hacen seguir sumando y aumentar su larguísima racha de partidos invitos (31). Y sí, no juega a mucho, la mayoría de los partidos irrita a su propia afición, pero es líder. Y líder sólido que llegará al Camp Nou con la posiblididad de mantener la primera plaza hasta perdiendo. Esto es, al fin y al cabo, el Madrid. Juega mal y gana. Por eso tiene las vitrinas llenas de tantos trofeos.

Noticias relacionadas