Este jueves, a las 16:00 horas de la tarde, Croacia, Marruecos y Bélgica se jugarán las dos plazas del Grupo F que dan acceso a los octavos de final del Mundial de Qatar. Belgas y croatas eran los claros favoritos antes de que empezara a rodar el balón en el estado árabe. Sin embargo, el equipo africano ha conseguido dar la sorpresa y se ha convertido en una de las grandes revelaciones de la competición. 

Antes de que arranquen los partidos, Croacia se sitúa como líder de su grupo con cuatro puntos, los mismos que suma el equipo que dirige Walid Regragui. La sorpresa de su victoria ante Bélgica después de haber debutado con empate ante los balcánicos ha revitalizado sus opciones de estar en octavos. En la última jornada se miden a un conjunto sin opciones como es Canadá mientras que los de Roberto Martínez y los de Zlatko Dalic se jugarán el todo por el todo en un duelo a muerte. 

Marruecos va camino de hacer historia ya que de clasificarse conseguiría su segundo pase a unos octavos de final de un Mundial. Los Achraf Hakimi, Bono, En-Nesyri, Ziyech y compañía han sorprendido al planeta con su buen fútbol en ataque, con su férreo sistema defensivo y su ambición desmedida en lo que seguramente sea la mejor oportunidad que han tenido nunca de llegar lejos en una Copa del Mundo. 

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El pase, además de ser un premio con el que muchos ni soñaban, podría tener un morbo especial ya que si Marruecos avanza como segunda de grupo, puesto que ahora mismo ocupa, se cruzaría en la siguiente ronda con el primero del Grupo E. Y ese equipo ahora es la España de Luis Enrique. Un duelo con un gran trasfondo político que escribiría otra página polémica de este extradeportivo Mundial. Para conseguir ese hito, Marruecos, país de más de 37 millones de habitantes, confía en la valía de su gran líder, Walid Regragui, quien les ha llevado a practicar su mejor fútbol y a convencerse de que aspiran a una gran gesta. 

Walid Regragui dando indicaciones durante un partido de Marruecos Reuters

La frontera de Ceuta

Las relaciones entre España y Marruecos no atraviesan su mejor momento después de que en los últimos meses ambos países hayan chocado frontalmente en multitud de ocasiones. Un conflicto político, social y geográfico que se ve agravado cada vez que surgen problemas en la frontera entre ambos países con decenas de ciudadanos intentando colarse en Ceuta y Melilla de manera ilegal. 

Esta situación provoca que si en unos días, las selecciones de los dos estados se cruzan en los octavos del Mundial de fútbol, el morbo y la polémica estén servidos. Muchas miradas no mirarían hacia el terreno de juego, sino que lo harían también hacia los palcos buscando al lado de los dirigentes deportivos a los representantes políticos de una y otra nación. Una instantánea que serviría al ganador para sacar pecho en lo que por momentos ha parecido una guerra verbal.

Sin embargo, para Walid Regragui, el hecho de cruzarse con España, además de ser una figura más dentro del gran tablero de ajedrez, le supondría un retorno a su infancia y seguramente a algunos de los momentos más felices de su vida. Por descontado queda que jugar contra el equipo de Luis Enrique significaría también haber llegado a los octavos de final de una Copa del Mundo. 

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Walid Regragui, que llegó a la selección de Marruecos en el mes de septiembre, tiene sus orígenes muy cerca de esa frontera que día tras día ahonda más el conflicto entre su país y el vecino. A pesar de que nació en la localidad francesa de Corbeil-Essones, buena parte de su infancia la pasó en el pueblo marroquí de Castillejos (en francés Fnideq), a unos 7 kilómetros de Ceuta. 

Esta pequeña localidad de la región de Tánger-Tetuán-Alhucemas no solo comparte frontera con la ciudad autónoma, sino que también tiene una cultura y unas tradiciones similares en un mestizaje tan particular como el que se produce en el norte de África. A sus 46 años, ahora tiene la oportunidad de hacer historia en un Mundial con un país que siempre llevará en el corazón. A pesar de que sus raíces se sitúan en Francia, cada año se marchaba a pasar los veranos a Marruecos. 

Para él y para su familia era de obligado cumplimiento regresar durante un tiempo a un lugar que sentían especial y donde tenían buenos amigos. Ahora echa la vista atrás al igual que lo hacía como jugador, ya que aunque nació en Francia también fue internacional por Marruecos, algo de lo que siempre se sintió muy orgulloso. Tanto que incluso consideraba que la recta educación que le habían dado sus padres, siempre pendientes de sus estudios, casaba más con el modo de vida que veía en el Reino Alauita cada vez que podía escaparse allí que con el de Francia. Para él, era un lugar en el que ser feliz. 

Hace solo unos meses, Walid no se imaginaba que poco tiempo después su pasado volvería a hacerse tan presente y que aquella frontera desde la que divisaba dos mundos tan parecidos y a la vez tan diferentes podría cruzarse en su camino. Ahora, tiene en su mano el sueño de un país que considera como suyo y que podría medirse a España en un cruce de octavos de final del Mundial repleto de morbo. 

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Walid Regragui celebra la victoria ante Bélgica junto a sus jugadores Reuters

El 'Mourinho árabe'

A finales del mes de agosto de este mismo año, la Federación Marroquí de Fútbol decidió dar un giro brusco a su situación. Valid Halilhodzic había conseguido en el mes de marzo clasificar a Marruecos para la disputa del Mundial de Fútbol de Qatar 2022. Era la quinta vez que los Leones del Atlas conseguían este hito y, además, la segunda que conseguían enlazar dos participaciones consecutivas. 

La primera fue en Estados Unidos 1994 y en Francia 1998. Sin embargo, tuvieron que pasar 20 años hasta que el conjunto marroquí volviera a conseguir colarse en una fase final de una Copa del Mundo. Ahora, están a las puertas de seguir haciendo historia y es que están a un solo paso de colarse en los octavos de final, algo que solo han logrado una vez. 

Aquella ocasión se produjo en el Mundial de México del año 1986 y el reto que la federación nacional le planteó a Walid era conseguir repetir aquel éxito alcanzado en la cita organizada en el país Azteca. Sin embargo, solo tenía tres meses para lograrlo ya que en noviembre echaba a rodar el balón en Doha. Lejos de amilanarse, Regragui decidió aceptar la complicada empresa y se propuso hacer historia con un equipo que hasta hace unos días, solo había conseguido ganar dos partidos en las Copas del Mundo que había disputado.

De momento, ya ha sumado un triunfo más a su casillero, no conoce aún la derrota y está practicando un fútbol que es envidiado en todo el mundo. Y todo porque el 'Mourinho árabe', como le conoce la prensa de su país por su fuerte personalidad y su carácter, ha conseguido cambiar la cara al equipo en solo unas semanas dotándolo de una entidad propia que ha propiciado que todos sus jugadores funcionen como un bloque lleno de confianza y vocación de trabajo. Ha armado un ejército solvente en tiempo récord. 

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Regragui, discípulo de Rudi García y admirador de Pep Guardiola, de quien intenta aprender todas sus innovaciones tácticas, se ha convertido en los últimos años en un ídolo en Marruecos a pesar de tener una corta carrera. Ha pasado por equipos como el FUS Rabat, donde consiguió varios títulos a lo largo de los seis años que estuvo allí, y el Wydad Casablanca. Además, durante este Mundial está aprovechando los conocimientos que tiene sobre Qatar ya que pasó allí una próspera etapa como técnico del Al-Duhail antes de regresar a Marruecos.

Por si fuera poco, no es la primera vez que une sus caminos con la Federación Marroquí ya que en sus inicios fue ayudante del cuerpo técnico y de las categorías inferiores. Por si fuera poco, tiene un amplio conocimiento del planeta fútbol ya que durante su carrera como jugador fue internacional en 45 ocasiones y pasó por clubes como el Racing París, el Toulouse, el Ajaccio, el Racing de Santander, el Dijon, el Grenoble, el Mogreb Atlético Tetuán y el Fleury-Merogis. Un carrilero de trabajo incansable que forjó sus días más felices en la frontera con Ceuta y que ahora tiene en sus manos el sueño de un país entero antes de lo que podría ser el gran duelo del morbo.