Si usted está por Madrid el próximo sábado 21 de abril, tendrá que saber dos cosas antes de que le pillen por sorpresa: verá más gente de lo normal para estas fechas, en un día primaveral con olor a verano en la capital y, sobre todo, verá más amarillo de lo normal. Es el color con el que el independentismo catalán quiere invadir la capital de España.

Madrid alberga por tercer año consecutivo la final de la Copa del Rey y, como cada año, recibe a miles y miles de aficionados de todos los puntos del país, porque no solo de Barcelona y Sevilla (ciudades de los equipos finalistas) vienen los hinchas. La final de Copa, este año más chapucera que nunca al estar colocada en un fin de semana con jornada de Liga, es la fiesta del fútbol español, la fecha en la que tradicionalmente más se vivía este deporte. Dos aficiones en una ciudad neutral para disfrutar del fútbol. Pero, en los últimos años, la política se ha comido al fútbol.

Los focos en Madrid estarán este sábado en el Wanda Metropolitano, pero más por lo extradeportivo que por lo que allí realmente se jugará. Esta final es el partido del enésimo mitin político, la oportunidad que los secesionistas catalanes tienen para mostrar sus reivindicaciones en la capital del país del que se quieren independizar. Hace tiempo que el Barça convirtió a la final de Copa, una cita a la que suelen llegar con asiduidad en la última década, en una concentración con más trasfondo político que futbolístico. Y este año, con políticos en prisión, otros recorriendo Europa y después de meses de divisiones y tensiones, la situación se presenta especial.

Independentistas en la final de Copa en el Calderón en 2016. REUTERS

La zona este de la ciudad de Madrid será el lugar en el que se juegue, política y futbolísticamente, la final de Copa. Abandonado ya el Vicente Calderón, todo se traslada a la zona del Wanda Metropolitano, que alberga su primera final (el año que viene, el 1 de junio de 2019, será la sede de la final de la Champions) y su primera gran prueba de fuego a nivel organizativo. El estadio será el epicentro, pero no el único sitio de atención. Repasamos los lugares 'calientes' de esta final de Copa.

Los lugares centrales del 'desembarco'

La llegada de los 42.000 aficionados de Barcelona y Sevilla que inundarán Madrid está prevista para el sábado 21 de abril, día del partido, pero en la víspera ya podría haber varios aficionados culés por las calles de la capital, ya que el Barcelona ha anunciado que sus entradas las entregará en mano y exclusivamente en Madrid (IFEMA). Los aficionados tendrán que ir hasta allí para poder adquirir los billetes y los horarios están muy acotados. Podrán cogerlas el viernes 20 desde las 12:00 a las 20:00 horas y el sábado 21 desde las 9:00 a las 20:00.

De IFEMA, para todos aquellos que quieran ir directos, saldrá un bus especial que acabará en el Paseo de Ginebra, el lugar en el que estará colocada la Fan Zone del Barcelona, el lugar en el que el barcelonismo pasará las horas previas con diversas actividades de ocio. En el distrito de San Blas, junto a la estación de metro Las Rosas (línea 2) y a unos 15 minutos andando del Wanda Metropolitano, el barcelonismo colocará su 'campamento base'. Eso sí, al ser el lugar oficial de encuentro de los hinchas del Barça, aquí se podrán juntar aficionados independentistas con otros del Barça del resto de España. El acceso es libre y gratuito y estará abierto desde las 10:00 a las 18:30 horas.

La Fan Zone del Barça en Madrid en la final de Copa de 2017.

El estadio, lógicamente, es el sitio central de todo. A falta de que el Barcelona anuncie de forma oficial con qué camiseta jugará (hay presiones para que lo haga con la senyera, una indumentaria que no se incluye en las tres de esta temporada), existen ya varias campañas preparadas. ANC, Òmnium Cultural, Plataforma Pro Seleccions Catalanes y la organización Drets piden que los seguidores del Barça vistan todos de amarillo (y no de azulgrana) en apoyo a los políticos secesionistas que están en prisión.

Guerra de globos entre barcelonistas

Además, en los últimos días, los CDR (Comité de Defensa de la República) del Barça anunciaron que repetirán lo que ya hicieron en el partido de Champions ante la Roma y lanzaran miles de globos amarillos al terreno de juego durante el minuto 17:14, el momento en el que, como es habitual en el Camp Nou, se canta a favor de la independencia. Esto ha provocado ya la respuestas de otros aficionados, también culés, que anuncian que si se lanzan los globos amarillos, ellos lanzarán unos rojos, formando así la bandera de España.

Se esperan también pancartas reivindicativas a favor de la independencia y los políticos en prisión y en contra de España, pero en esto el Barcelona como club se ha desentendido y ha organizado un tifo en el que lo único que se podrá leer es el lema "Barça! Barça! Barça!", sin ninguna alusión política y en homenaje al célebre artículo de Vázquez Montalbán en 1969. 

El Camp Nou se llenó de globos amarillos en el Barcelona - Roma. REUTERS

Pero, y como cada año, el momento de más protesta independentista estará poco antes de las 21:30 horas, cuando el Rey Felipe se coloque en su asiento del Wanda Metropolitano y suene el himno de España. Entonces, los independentistas pitarán, aunque en esta ocasión no tendrán un 'socio' que le acompañe como pasó con hinchas del Athletic. La grada sevillista aplaudirá. Eso sí, los decibelios subirán en el Metropolitano.

Una hipotética victoria culé podría alargar el paso mayoritario de independentistas por Madrid, pero si recuperamos. Ningún problema y tampoco ninguna provocación en forma de ir a la Cibeles a celebrar. La Copa no es un torneo que ilusione a los culés, no arregla la temporada en nada y hay mucho aficionado que vendrá a Madrid más por el componente político que por el fútbol. Así se ha entendido ya esta final de fútbol 'contaminada' por el independentismo.

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