Cómo explicarlo. El partido, en fin, era de bandera. De ahí que se esperaran goles, ocasiones y mucho fútbol. Sin embargo, no hubo demasiado de lo último. Fútbol, lo que se dice fútbol, hubo poco. Eso sí, ocurrieron muchas otras cosas. El Barcelona, por ejemplo, acabó con nueve; y el Atlético, con 10. Los rojiblancos, también, fallaron un penalti, se fueron con un gol mal anulado a casa y, obviamente, no consiguieron al pase para la final. ¿Por qué? Simplemente, porque los culés anotaron las que tuvieron y el equipo del Cholo, en cambio, falló innumerables ocasiones. Tanto en el Calderón como en el Camp Nou. No acertó y lo pagó [Narración y estadísticas: 1-1].



La verdad, la eliminatoria fue, por decirlo simple y llanamente, rara. El Barcelona se clasificó para la final sin parecerse a sí mismo. Ni tocó la pelota ni tuvo la posesión. Tampoco arrasó o tuvo muchas ocasiones. En realidad, simplemente, acertó cuando tenía que hacerlo. Marcó tres goles en todo el cruce, dos de Suárez y uno de Messi. ¿Y cuántas tuvo? No muchas más. Defendió bien a ratos y fue efectivo. Y ya está. Así logró el pase.



El Atlético, por otra parte, tampoco fue fiel a su estilo. Ni defendió bien ni fue efectivo. Creó muchas ocasiones en el Calderón y algunas más en el Camp Nou. Pero, sobre todo, erró las que tuvo. Y, además, volvió a ser un poco ‘pupas’. Sí, tal cual. Falló un penalti, estuvo en superioridad durante varios minutos, se fue con un gol anulado… En definitiva, pudo pasar. Lo tuvo en su mano. Sin embargo, se va a casa y no estará en la final. ¿Y lo mereció? Quizás sí. De hecho, tan solo se quedó a un gol de certificar el pase.



Todo, en cualquier caso, sucedió en un orden lógico. El Atlético de Madrid estaba obligado a remontar. No le quedaba otra. El 1-2 de la ida le obligaba a buscar la heroica. “Sin aventuras”, como Simeone reconoció en la previa, pero con la necesidad de marcar un gol lo antes posible. Y lo cierto es que tuvo varias para adelantarse nada más comenzar. En 10 minutos, hasta cuatro claras: un disparo de Carrasco que detuvo Cillessen, un cabezazo de Savic que el árbitro anuló por posible fuera de juego, otro testarazo de Godín en un córner y un tiro lejano de Koke. Es decir, el equipo del Cholo dominó durante los primeros minutos, pero dejó pasar sus oportunidades. Y, claro, en fútbol, cuando se falla, se paga.



Al otro lado, el Barcelona, pasivo durante los primeros 20 minutos, ya fuera por los cambios en la alineación (un centro del campo con Rakitic, Denis y André Gomes) o por lo que sea, se rehízo tras el arreón rojiblanco. Comenzó a tocar y, aunque sin brillo, fue ganando enteros. Y, en el minuto 27, creó su primera ocasión: un disparo de Messi que se fue por encima de la portería. Y, poco después, antes del descanso, se adelantó en el marcador. El astro argentino le pegó a la pelota desde fuera del área, Moyá la dejó blandita a su lado y Luis Suárez recogió el rechace para permitir a los culés irse con ventaja antes del descanso.



Pero el segundo tiempo llegó con curvas. Sin demasiadas juego, pero con muchas cosas por pasar. La primera, la expulsión de Sergi Roberto por doble amarilla justo cuando iba a entrar Aleix Vidal en el campo. Y, poco después, la jugada de la polémica: Carrasco filtra un pase para Griezmann, éste la pone pegadita al palo y marca para el Atlético. Un gol legal que, sin embargo, el árbitro quiso anular por un fuera de juego que a la postre demostró ser inexistente. Piqué se quedó clavado en su posición y dejó al francés en posición reglamentaria. Sin embargo, el colegiado no quiso dar por bueno el gol.

El fuera de juego pitado a Griezmann en el Camp Nou.



Pero eso no era nada más que el prolegómeno de lo que estaba por llegar. En primera instancia, otra expulsión, esta vez, de Carrasco. Es decir, el partido se quedaba con ambos equipos en inferioridad. Otro golpe para el Atlético. Menor, en cualquier caso, porque poco después Piqué cometía penalti sobre Gameiro y el francés lo mandaba al palo. De nuevo, la misma diferencia y con 10 jugadores. Pero, cuando todo parecía perdido, llegó el gol colchonero: Griezmann se la puso a su compatriota y Gameiro empató el partido a nueve minutos del final. Y hasta ahí la remontada rojiblanca, pero no el final, porque todavía estaba por llegar la expulsión de Luis Suárez. Y fin de la historia. 

Noticias relacionadas