“¡Estamos en cuartos, vamos!”, grita alguien bajando las escaleras del Calderón. Alza los brazos, abraza a su pareja y le da un beso. Está feliz, como cada una de las 55.000 personas que acudieron al estadio. Todos, contentos -como no podía ser de otra manera-. Sin embargo, hay un jugador que abandonó el Manzanares más exultante que el resto. Es Oblak, un tipo que gasta andares de jugador de baloncesto, piensa antes de hablar, elige las palabras correctas y dispara. No da titulares. Simplemente, sonríe, acepta las loas y para todo lo que le llega, que es su función. Este martes, contra el Bayer Leverkusen (0-0), siendo la pieza clave para meter al Atlético entre los ocho mejores equipos del Europa.



A estas alturas, seguramente, nadie va a descubrir a Oblak. Usted, su vecino, su compañero de trabajo y hasta ese chino que ve la Liga española saben que es uno de los mejores porteros de Europa. Quizás, incluso, el número uno. El esloveno va bien por alto, tiene reflejos, no titubea en los mano a mano y, sobre todo, da seguridad. Si él está bajo palos, la defensa es consciente de que tiene un seguro de vida a sus espaldas. Pero, a día de hoy, lo que más sorprende de él es que sigue progresando. Está en la cima y sigue escalando para ser mejor. De ahí que contra el Leverkusen, los que lo conocían y los que lo intuían -todos- se sorprendieran al verlo.



Para comprender lo que ocurrió es necesario pulsar el replay y pararse en el minuto 69 del partido. Entonces, Giménez pierde el balón, Brandt aprovecha para robárselo y busca la portería. Dispara y lo para Oblak; después lo hace Bellarabi (dos veces consecutivas) y vuelve a aparecer el esloveno. Todo, en cinco segundos. Apenas un suspiro. Lo suficiente como para que el Calderón soltara un “¡¡¡oh!!!” magnánimo y se pusiera a cantar aquello de: “Obi, Oblak, cada día te quiero más…”. Eso sí, para imaginárselo lo mejor es ver el vídeo.



“No he visto nunca nada como lo que ha hecho Oblak”, reconoció Tayfun, nuevo entrenador del Bayer, tras el partido. “Fue el responsable de evitar las muchísimas ocasiones que tuvimos”, añadió. Y no sin razón. Porque el esloveno no sólo paró esos tres disparos en cinco segundos. Después, antes de que terminara el partido, volvió a despejar otro buen tiro desde fuera del área. Y, de paso, hizo que el Leverkusen se desesperara viendo cómo aparecía una y otra vez para echar por tierra todo su trabajo.



Lo alabó el técnico rival e hizo lo propio Simeone. “Ha hecho un partido fantástico”, reconoció. Y no es para menos. Oblak, después de una temporada difícil, en la que cayó lesionado (lo sustituyo Moyá), regresó a la portería contra el Barcelona y, tras un par de fallos, ha vuelto a erigirse como uno de los activos más importantes del equipo del Cholo. Esta vez, como responsable directo en la clasificación del Atlético, que tras el buen resultado de la ida (2-4), se metió en cuartos de final de la Champions por cuarta temporada consecutiva tras empatar en el Calderón (0-0). Y de allí salió sonriente, cómo no podía ser de otra forma. Al fin y al cabo, muchos fueron los que presenciaron “lo nunca visto”. Palabra de Tayfun.

Oblak detiene la pelota durante el partido contra el Bayer Leverkusen. EFE

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