Pasan los años y años, pero el Barcelona siempre repite rutina. Sea positivo o negativo, Messi siempre está, siempre sale al rescate. Es una alta dependencia la que los azulgrana sufren de él. El Barça es prácticamente el argentino, y más cuando faltan figuras claves como Iniesta y para irse más lejos, Xavi. Y así llevan una década, aferrándose a Messi en partidos feos. En Glasgow, claro, se repitió la fórmula. En un partido que era más trámite que otra cosa Messi fue el único que marcó, por dos veces, y logró cerrar la fase de grupos como primero. [Narración y estadísticas: Celtic de Glasgow 0-2 Barcelona].

El Celtic le puso intensidad a un partido que apenas lo tenía. Fue ese el único arma que pudo presentar el equipo escocés, bastante limitado en el campo. Pero el Barça ni se inmutó en Celtic Park. Ya había ido en 2012 y 2013 y conocía las complicaciones de uno de los templos de este deporte. En ambas ocasiones sufrió, algo que evitó este miércoles con una cómoda victoria que les asegura el primer puesto matemáticamente (el City empató en Mönchengladbach) y dejar ya aparcada la Champions hasta febrero, cuando lleguen las eliminatorias directas.

Como a todos los grandes, al Barça no solo le valió con su fútbol, sino que todos los componentes de un partido también le favorecieron. Porque, por ejemplo, cuando los azulgranas lo pasaron mal, en los diez primeros minutos de la segunda mitad, se encontró con un riguroso penalti (la falta sobre Suárez fue clara, pero el uruguayo también agarró antes de que le agarraran) que acabó definitivamente con el partido y que quitó la emoción que el Celtic había dado a un encuentro hasta entonces insulso. Los escoceses, como los cada vez más equipos que se 'cuelan' en la Champions más por cuotas que por nivel futbolístico, demostraron sus problemas con fallos imperdonables en una Champions League. Dembele llegó a tener dos remates que quizá dentro de unos años los convierta en gol. Ahora, todavía con 20 años, pecó de novato y falló todo.



Antes, en la primera parte, Messi adelantó al Barcelona gracias a una asistencia de Neymar. Leo entró como quiso al área y además la defensa le puso la alfombra. La zaga escocesa parecía que abría las puertas al argentino como si fuera de un invitado especial. Y era un rival. Marcó con una facilidad aplastante, la misma con la que minutos después cabeceó Luis Suárez a metro y medio de la portería pero en este caso se encontró con Gordon, el portero del Celtic.

Tras eso y el mencionado penalti, quedaba, en un partido sin salsa, que alguno diera la nota. Y ahí el que más papeletas tenía era Neymar. Al brasileño, ausente futbolísticamente, le entró en esa cabeza muchas veces loca que tenía que provocar a otro público más, como si ya no lo hubiera hecho más veces. Qué necesidad tendrá Neymar en hacer tantas tonterías. Se puso a 'picarse' con defensores, a buscar la tarjeta para así llegar limpio a octavos y retó a la grada a que le pitaran más. Luis Enrique acabó cambiándole y ahí también tuvo que hacer su numerito, quitándose espinilleras al ritmo de una tortuga.

No conseguirá Neymar quitar focos a Messi. El argentino se gana el protagonismo donde debe. Su doblete no fue tan especial o brillante que otros que ha hecho, al fin y al cabo este es con penalti y con una aparición aislada en la primera parte, pero es doblete. Y ratifica lo que les contábamos en los últimos tiempos, que Messi es mucho en el Barça. Prácticamente solo es él.

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