Hay autores que se pasan media vida intentando escribir su mejor novela, pintores que tardan años en encontrar la tonalidad que buscaban o directores de cine que se hacen viejos sin saber lo que es levantar una estatuilla. Hay personas, en definitiva, que mueren sin haber hecho algo importante. Y quizás no sea necesario. Al fin y al cabo, no todo el mundo debe aspirar a ser una referencia en lo suyo. Sin embargo, hay otros que a una edad temprana ya consiguen destacar. Mark Zuckerberg, por ejemplo, creó Facebook a los 19 años; Mozart, a sus 21, ya había compuesto su Concierto para piano Nº 9; y Picasso, por terminar, presentó al mundo Las señoritas de Avignon con 26 primaveras.



Sin ser todavía un genio, Julian Nagelsmann (Landsberg am Lech, Baviera, Alemania, 1987) ya puede ser considerado dentro del fútbol como uno de los entrenadores llamados a hacer cosas importantes. Y, si él quiere y se dan las circunstancias, lo hará también a una edad temprana, como se deduce por su DNI (29 años) y sus éxitos recientes: su Hoffenheim está invicto en la Bundesliga y marcha a cuatro puntos del Bayern de Ancelotti, al que se enfrenta este sábado (15:30 horas) en el Allianz Arena.



Su precocidad, no obstante, no es casual. “Baby Mourinho”, como le apodó Tim Wiese –exportero del Hoffenheim que ahora triunfa en el wrestling-, tuvo que retirarse pronto. De joven, como muchos otros, quiso ser futbolista. Y lo cierto es que apuntaba maneras. Jugó en las categorías inferiores del TSV 1860 München y del Augsburgo, pero se tuvo que retirar tras encadenar continuas lesiones de rodilla. No aguantó más y a los 20 años anunció que lo dejaba. Sin embargo, aquello no fue un adiós, sino un hasta luego.



ALUMNO DE TUCHEL



Julian colgó las botas, las guardó en el armario y buscó una tienda donde comprar un cuaderno. Y, desde entonces, comenzó su formación como entrenador. Y lo hizo, en primera instancia, como asistente en la cantera del Augsburgo junto a Thomas Tuchel, el hoy entrenador del Dortmund. Y, a partir de ahí, no ha parado. Entrenó a las categorías inferiores (sub-16 y sub-19) del Hoffenheim y finalmente se hizo cargo del filial, consiguiendo el título de campeón en 2014. Y, desde entonces, los grandes del fútbol alemán comenzaron a pelearse por reclutarlo –se llegó a hablar de que el Bayern lo quería para dirigir su cantera–.

Nagelsmann, durante un partido con el Hoffenheim. Reuters



Sin embargo, el salto a la élite le vino inesperadamente, mucho antes de lo que él pensaba. La temporada pasada, el primer equipo del Hoffenheim, entrenado por Markus Gisdol, llegó a octubre con seis puntos conseguidos de 30 posibles. ¿Y qué ocurrió? Lo esperado: el club le destituyó y contrató a Huub Stevens (62 años), experto en salvaciones. El problema es que este último presentó su dimisión al poco de llegar aquejado por un problema cardíaco. Y el club decidió entonces ofrecerle el puesto a Nagelsmann. Y éste, obviamente, lo aceptó de buena gana.



Julian tomó el mando consagrándose como el técnico más joven en debutar en la Bundesliga. A sus 28 años, se hizo con el timón y sacó al Hoffenheim del atolladero en el que se encontraba: sumó siete victorias en 13 partidos y lo salvó del descenso. Y, hechos los deberes, nadie cuestionó su puesto. El bávaro, que en más de una ocasión se ha declarado devoto de Guardiola, se consagró –a una edad temprana– como uno de los técnicos con más proyección de Alemania.



REVOLUCIONARIO



Su verdadera impronta, sin embargo, no se ha hecho realmente visible hasta esta temporada. Tildado de revolucionario por sus planteamientos y la gran cantidad de sistemas que maneja, Nagelsmann ha igualado el récord del club con cinco triunfos consecutivos en la Bundesliga –una marca que no se batía desde que Ralf Rangnick fuera el entrenador del equipo en 2008– y mantiene al Hoffenheim como uno de los cuatro equipos invictos en las grandes ligas europeas junto a Real Madrid, Leipzig y Bayern de Múnich. Este último equipo, precisamente, su próximo rival en la competición germana.



Este sábado, en el Allianz, el joven técnico lo tiene todo para seguir implantando su revolución –tal como ha sido catalogada en Alemania–. Pero su gran obra –aunque consiga la victoria contra el Bayern– todavía está por llegar. ¿Lo hará? Eso está por ver. Su DNI, obviamente, indica que lo tiene todo por delante y que lo puede conseguir. Pero, eso sí, hay tantos genios precoces como caídos a una temprana edad –de hecho, hay más de estos últimos–. Por tanto, toca esperar y ver si finalmente Nagelsmann acaba siendo un “Baby Mourinho”, un futuro Guardiola, un Tuchel o, simplemente, uno más. De él –y sus circunstancias- dependerá.

Nagelsmann, durante un partido con el Hoffenheim. Reuters

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