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Tras dos días de descanso, este miércoles se reencuentran Vinicius y Xabi Alonso en Valdebebas. Será la primera confrontación formal después de la tormenta desatada en El Clásico.

Una primera toma de contacto después de que el brasileño abandonara el campo en el minuto 72 con gestos de rabia, palabras de frustración y un portazo al vestuario que resonó más allá del Santiago Bernabéu. "Siempre yo... ¡Mejor me voy!", captaron las cámaras mientras se dirigía hacia el túnel.

Lo que parecía una sustitución más se convirtió en el símbolo de una tensión larvada durante semanas, un choque entre dos visiones diferentes: la jerarquía ganada a base de talento frente a la gestión colectiva que no entiende de galones.

El contexto del encuentro es delicado. Ambos tienen argumentos sólidos en sus posturas. Y en medio, un Real Madrid consciente de lo necesario que es reconducir la situación antes de que las grietas se conviertan en fracturas irreparables.

El brasileño cuenta de su lado con el peso de los números. Sus estadísticas son contundentes, casi irrefutables. En el propio Clásico, pese a los apenas 71 minutos que tuvo sobre el césped, completó cinco regates de seis intentados (83%), siendo el madridista más desequilibrante en ataque.

De las 37 veces que entró en contacto con el balón, diez fueron dentro del área rival. Más que ningún otro del equipo. Esto, sin sumar el penalti que provocó y que anularon los árbitros, confirma su peso específico en la victoria.

Su influencia no fue solo ofensiva, que es algo en lo que incide en él Xabi. Defensivamente, fue el segundo jugador del Madrid con más duelos ganados, empatado a siete (64%) con Bellingham y solo superado por Camavinga, desmontando el viejo argumento de su falta de compromiso sin balón.

Vinicius gana un duelo a Lamine Yamal durante El Clásico EFE

Pero el caso de Vinicius va más allá de un partido. Su arranque de temporada es, estadísticamente, uno de los mejores de su carrera: cinco goles y cuatro asistencias en 13 partidos oficiales, con una participación de 0,92 goles cada 90 minutos.

Nunca antes había influido tanto en el juego ofensivo en los partidos de La Liga: 22 pases clave, 24 regates exitosos y un registro de gol o asistencia cada 77,6 minutos, superando incluso su espectacular campaña 2022/23.

Sin embargo, estos números conviven con una realidad incómoda: es el séptimo jugador del Madrid con más minutos pese a ser una de las grandes estrellas. Ha sido suplente en tres ocasiones —impensable con Ancelotti— y sustituido en siete de los diez partidos en los que ha sido titular, casi siempre en torno al minuto 70.

Solo ha completado los 90 minutos en tres ocasiones. Para un futbolista acostumbrado a ser intocable, la percepción de haber perdido ese estatus duele. Y ahí radica su argumento central: si rinde, si los datos le avalan, ¿por qué no juega hasta el final los partidos importantes?

La narrativa de Xabi Alonso

El técnico vasco, por su parte, defiende su modelo. El Real Madrid le entregó los mandos del equipo con plenos poderes y carta blanca para gestionar el vestuario como considere necesario. Su filosofía es clara: el colectivo prima sobre las jerarquías individuales, y nadie —ni siquiera Vini— está por encima del grupo.

Los resultados le avalan de forma rotunda. Desde que arrancó la temporada, el Madrid ha disputado 13 partidos con un balance de 12 victorias y una sola derrota. En La Liga ostenta un rendimiento del 88,88%, y en Champions League ha ganado los tres encuentros.

Las sustituciones de Vinicius, lejos de perjudicar al equipo, han servido para dar minutos a Rodrygo, quien se ha convertido en la competencia de su compatriota en la banda izquierda.

Xabi también puede argumentar que su gestión es equitativa. Nadie es intocable, al menos sobre el papel. "Mbappé alguna vez será suplente, como todos", declaró el técnico hace semanas, anticipando que aplicaría el mismo criterio con todos los nombres propios.

Para el entrenador, las sustituciones no son castigos personales, sino decisiones tácticas para mantener al equipo fresco y competitivo en todas las competiciones. La carga de partidos es brutal —más de 60 encuentros por temporada— y rotar es imprescindible.

Que Vinicius se lo tome como una afrenta personal es, desde esta perspectiva, un problema de actitud más que de gestión.

La postura del Real Madrid

Desde la directiva observan con cierta preocupación. El club no puede permitirse una guerra abierta entre su estrella y su entrenador. La consigna es clara: tiene que solucionarse de puertas para adentro.

El Madrid respalda a Xabi Alonso. Le dieron plenos poderes precisamente para evitar lo que ocurría con Ancelotti: un vestuario donde ciertos jugadores eran intocables y las rotaciones se hacían por conveniencia política más que deportiva. La apuesta por el modelo de gestión moderna, donde el colectivo prevalece, es firme.

Vinicius saluda a Xabi Alonso al ser sustituido en el partido de Champions contra la Juventus EFE

Pero el club también valora a Vinicius. Es el símbolo de la nueva generación madridista, el jugador que marcó la diferencia en los últimos años y una de las principales razones por las que el equipo sigue siendo competitivo. Perderle, más ahora que está de vuelta deportivamente, sería un golpe duro.

Las especulaciones sobre su posible salida, alimentadas por medios cercanos al entorno del jugador, preocupan en la cúpula directiva. La estrategia pasa por mediar sin tomar partido explícito, sin sanción disciplinaria desde el club, confiando en la madurez de ambos para encontrar un punto de equilibrio.

Que Xabi sea más comunicativo con Vinicius, explicándole antes de los partidos cuál es el plan, para evitar sorpresas que alimenten la percepción de castigo. Que Vinicius recuerde que su comportamiento público tiene consecuencias y que debe canalizar la frustración de forma más profesional.

El pulso continúa

Este miércoles, cuando se reencuentren, Vinicius y Xabi Alonso pondrán a prueba su capacidad de convivencia. El brasileño quiere más protagonismo y comprensión a su estatus. El entrenador defiende su autoridad y su modelo. Entremedias, un Madrid que no puede permitirse perder ni al jugador ni al técnico.

La temporada es larga. Los títulos se deciden en mayo. Y ambos lo saben. En el fútbol moderno, incluso las jerarquías más consolidadas deben adaptarse a las nuevas formas de gestión. Y las nuevas formas de gestión, por muy exitosas que sean, necesitan el talento de sus estrellas para brillar.