El FC Barcelona ha marcado en rojo el 10 de agosto en su calendario. Será el día en que, tras casi dos años de exilio en Montjuïc, el club azulgrana regresará al Spotify Camp Nou.
El motivo será la disputa del Trofeu Joan Gamper, con el que pretende estrenar la nueva etapa de un estadio aún en obras. Sin embargo, la reapertura no estará exenta de complicaciones.
De hecho, será parcial, con aforo limitado, servicios reducidos y sin el respaldo total del Ayuntamiento de Barcelona, que todavía no ha concedido la licencia definitiva para acoger público.
El Camp Nou, en plena transformación bajo el proyecto Espai Barça, vive actualmente una fase intermedia de obras.
Aunque la primera y la segunda gradería podrían estar listas para esa fecha, ni la tercera grada, ni la cubierta, ni muchos de los espacios interiores y exteriores del estadio están terminados.
Tampoco estarán operativos servicios básicos como los puntos de restauración de comida caliente o los aparcamientos. Como reconoció la vicepresidenta institucional, Elena Fort, "no habrá comida caliente ni aparcamiento".
Preocupación del Ayuntamiento
El anuncio del club, promocionado con una potente campaña bajo el lema "Tornem a casa, vibrem", ha sido recibido con escepticismo en el consistorio barcelonés.
La primera teniente de alcalde, Laia Bonet, fue tajante al asegurar que "la primera fase del estadio aún no está completada", lo que impide que los técnicos municipales puedan otorgar la licencia de primera ocupación provisional.
Según fuentes del Ayuntamiento, es "imposible" autorizar un aforo de 60.000 personas para el 10 de agosto, como apuntó Fort.
El Camp Nou durante las obras
La medida del club ha sido percibida incluso como una maniobra de presión, generando un clima de incomodidad institucional.
Las autoridades recuerdan que cualquier error en este proceso podría acarrear responsabilidades penales, por lo que serán especialmente estrictos antes de dar el visto bueno definitivo.
Además, agosto es un mes inhábil en muchas dependencias públicas, por lo que la tramitación de los permisos podría complicarse aún más por la ausencia de técnicos disponibles.
El Gamper, prueba piloto
El partido del Gamper servirá como banco de pruebas para evaluar la operatividad del nuevo estadio. Todavía sin rival confirmado -se negocia con el Como de Cesc Fàbregas-, el aforo se moverá entre los 25.000 y los 60.000 espectadores, dependiendo de la evolución de las obras y los permisos.
Será el primer partido en el Camp Nou desde el 28 de mayo de 2023, y el club ha solicitado a LaLiga comenzar la temporada con cuatro jornadas como visitante para ganar tiempo en los trabajos de adecuación.
El objetivo es que en septiembre se puedan disputar ya partidos de La Liga y Champions League, dado que la UEFA no permite cambios de estadio una vez iniciada la competición continental.
Un regreso vital
Más allá de los retos logísticos, el regreso al Camp Nou es una cuestión de supervivencia para el FC Barcelona. El paso por Montjuïc ha sido socialmente doloroso y económicamente ruinoso.
La falta de comodidades, el acceso complicado y la escasa visibilidad desde las gradas provocaron una desbandada: unos 58.000 socios se acogieron a la excedencia durante los dos años fuera de casa.
Esta pérdida de masa social activa se tradujo en una caída drástica de ingresos por taquilla, muy difíciles de asumir para una entidad que ya venía arrastrando problemas económicos.
El Camp Nou, durante las obras de reconstrucción
La vuelta al Camp Nou representa, en ese sentido, una válvula de oxígeno para las finanzas del club.
La activación progresiva de palcos VIP, servicios de hospitality y mayor aforo permitirá mejorar el ratio 1:1 exigido por LaLiga para inscribir jugadores. Además, el club pretende recuperar su arraigo con la ciudad y el barrio de Les Corts.
Por ello, la campaña del regreso se ha volcado en destacar ídolos históricos como Cruyff, Messi o Ronaldinho, proyectando su imagen por las calles de Barcelona para reconectar emocionalmente con una afición que ha vivido en la distancia durante casi dos años.
Uno de los puntos críticos de la vuelta será el Espai d'Animació. La nueva grada destinada a los aficionados más ruidosos apenas contará con 1.200 plazas, lo que supone un 1% del aforo total futuro.
Una cifra muy inferior a la media europea -en torno al 15%- y a clubes de menor capacidad como el PSG, el Celtic o el Bayern.
El colectivo Seguiment FCB ha elaborado un informe crítico que compara el escaso peso del área de animación culé frente a otros estadios, donde la cultura de grada es mucho más fuerte.
En el caso del Barça, incluso cuando el estadio esté terminado, la animación seguirá siendo testimonial, algo que puede incidir en la atmósfera de un estadio históricamente frío salvo en noches grandes.