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España vuelve a mirar al más alto nivel del deporte internacional con una ambición clara: organizar el Mundial de Rugby de 2035. Esta vez, el país no está solo.

La posibilidad de compartir sede con Portugal e Italia ha ganado fuerza, pero lo que más destaca del plan español es el uso de estadios emblemáticos del fútbol como el Camp Nou de Barcelona y el Santiago Bernabéu de Madrid, que competirían por albergar la final de este evento global.

Tanto el Camp Nou como el Bernabéu están siendo objeto de ambiciosas renovaciones estructurales.

En el caso del estadio catalán, se trata de una reforma valorada en más de 1.500 millones de euros que lo transformará en un recinto con capacidad para 105.000 espectadores, con reapertura prevista para junio de 2026, si no hay más retrasos en las obras.

Por su parte, el estadio del Real Madrid ya ha culminado su transformación, convirtiéndose en un espacio multifuncional de vanguardia, capaz de adaptarse a eventos deportivos, conciertos y espectáculos.

El Santiago Bernabéu saca a relucir su cubierta retráctil para el Real Madrid - Villarreal REAL MADRID

La Federación Española de Rugby ha aprovechado estos avances para entablar conversaciones con La Liga, buscando asegurar el uso de ambos recintos en su candidatura.

La intención es clara: presentar una propuesta sólida, con estadios de primer nivel, infraestructuras modernas y un país con experiencia en la organización de grandes eventos deportivos.

Reuniones con World Rugby

El pasado fin de semana, representantes de la Federación Española se reunieron con ejecutivos de World Rugby.

Según ha trascendido en la prensa británica, la propuesta española generó un notable interés, sobre todo por el potencial de incorporar estadios reconocidos a nivel mundial.

La experiencia previa con torneos en Inglaterra y Francia ha demostrado que la convivencia con el calendario futbolístico es posible, lo que refuerza el atractivo de la oferta ibérica.

Además, el Estadio de San Mamés en Bilbao se presenta como una tercera sede consolidada. Ya albergó la final de la Champions Cup en 2018 y volverá a hacerlo en 2026, lo que avala su idoneidad para eventos de rugby de alta exigencia.