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Poco más de once horas. Ese es el plazo que le dio la Real Federación Española de Fútbol a los clubes de Primera RFEF para tomar una de las decisiones más importantes de toda la temporada. Así de rápido, como un relámpago, tuvieron que conformarse los dos grupos definitivos de la tercera categoría del fútbol nacional.

La cronología de los hechos es cambiante. El plazo que inicialmente anunció la RFEF se precipitó de manera inesperada y cogió a los clubes casi por sorpresa, obligados a tener que actuar de imprevisto y con prisas.

La idea inicial era la de anunciar la confección de los dos grupos el día 30 de junio. Ese lunes fue la fecha con la que se jugó en un principio, aprovechando que se celebraba la Asamblea General de la RFEF.

Además, el 1 de julio, al día siguiente, la RFEF ya tenía organizado un acto innovador en el que publicaría los calendarios de todas las divisiones del fútbol nacional de manera conjunta.

Sin embargo, desde Competiciones empezaron a barruntar la idea de adelantar el anuncio de la configuración de los grupos al viernes 27 de junio. Lo que empezó como una mera posibilidad, terminó convirtiéndose en realidad, un cambio de planes a toda prisa y casi sobre la marcha.

Todo se precipita

El pasado miércoles los clubes de Primera RFEF fueron convocados a la reunión del viernes. La cita, a las 9:30 horas de la mañana. El motivo, decidir cuál iba a ser el reparto de los grupos que marcaría la temporada al completo.

En esa convocatoria no había, sin embargo, rastro alguno de las propuestas que se barajaban para dividir a los 40 equipos. Ninguna hoja de ruta para estudiar los pros y las contras, ningún boceto para poder sopesar las oportunidades y las debilidades.

Un día después, el jueves, en torno a las 22:00 horas los clubes volvieron a recibir un nuevo correo electrónico en el que se podían registrar para la reunión telemática del día siguiente. En ese mismo email, también se adjuntaban las dos propuestas a votar para el reparto de grupos.

Una propuesta norte/sur, otra posibilidad este/oeste. Todo ello para que los clubes se decantaran por una de las dos opciones al día siguiente a las 9:30 horas. Es decir, poco más de diez horas -y con la madrugada de por medio- para que los equipos pudieran elegir entre estas dos variables.

La importancia de los grupos

Resulta llamativo el poco margen que la Federación ha vuelto a dejar esta temporada a los clubes para poder valorar la distribución de los grupos de Primera RFEF. Una noche envía las propuestas, y a la mañana siguiente exige a los equipos votar.

Es cierto que algunos clubes ya conocían a través de filtraciones las dos opciones que iba a poner encima de la mesa la RFEF, y por eso pudieron actuar con algo más de previsión, pero de manera oficial apenas un lapso de unas diez horas para pensar en algo trascendental.

Y es que la división de los grupos es una de las decisiones más importantes que tienen que votar los clubes en toda la temporada. Los rivales o los desplazamientos son factores que condicionan por completo las planificaciones y que pueden alterar notablemente las confecciones de los presupuestos.

Más aún en una categoría en la que cada gasto y cada movimiento hay que medirlo al milímetro para no descuadrar las cuentas. Algo que, sin embargo, muchos clubes siguen teniendo pendiente ya que terminan arrojando pérdidas al final de cada curso.

Una categoría maltratada

En la temporada 2021/2022 nació esta nueva Primera RFEF. Se trataba, en realidad, de una remodelación de la antiguamente conocida como Segunda División B, la tercera categoría del fútbol español por debajo de la Segunda División.

La Federación quiso tomar las riendas, darle un lavado de cara, y proclamó que se iba a encargar de remodelar esta división. Tanto, que le puso su propio nombre a la competición, una firme muestra de las intenciones que tenía.

Sin embargo, cuatro temporadas después las dudas siguen siendo prácticamente las mismas y por el camino han quedado una serie de promesas incumplidas y decisiones comprometidas que no han puesto de relieve la competición tal y como se esperaba.

La precipitación a la hora de conocer los grupos sigue persiguiendo a la Primera RFEF año tras año, pero más allá de eso hay otros factores que escaman a los clubes y a los aficionados.

Uno de ellos es la incertidumbre que temporada tras temporada existe con la televisión. El historial ya es largo, y cada año hasta última hora los hinchas no saben si podrán ver a su equipo por la pequeña pantalla ni de qué manera.

Se barruntó la posibilidad de llevar la categoría a la televisión en abierto, pero aquello cayó en saco roto. Finalmente, diferentes plataformas de streaming se han encargado de ofrecer los partidos, aunque siempre generando problemas para los espectadores por el baile de páginas web o por la calidad de las retransmisiones.

Otra gran asignatura pendiente de la Primera RFEF es el control económico. La Federación ha hablado en varias ocasiones de implementar este mecanismo de vigilancia para que las cuentas de los clubes estén saneadas, pero una y otra vez todo ha caído en saco roto.

La mayoría de los clubes siguen siendo deficitarios, ofrecen cantidades desorbitadas en fichas y hasta en fichajes, y terminan el ejercicio encontrándose con serias pérdidas.

Esto provoca un juego sucio en la categoría, porque hay otros clubes -los menos- que se mantienen al día, que pueden presumir de unas cuentas saneadas y que no se permiten gastar tanto como otros. Son más 'legales', pero juegan en desventaja con aquellos que gastan sin control y terminan salvando igualmente el curso.

Tampoco se ha dado el salto al esperado profesionalismo. Aunque los clubes tienen estructuras profesionalizadas, con jugadores y cuerpos técnicos que viven exclusivamente del fútbol, la categoría sigue como una división semiprofesional en la que queda mucho camino por recorrer.