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La destitución fulminante de Luis Medina Cantalejo como presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), junto a toda su cúpula, representa la caída de un modelo que, durante años, ha generado recelos, polémicas y una creciente pérdida de credibilidad dentro del fútbol español.

La decisión, anunciada oficialmente por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), afecta también a Carlos Clos Gómez, principal responsable del VAR, a Rubinos Pérez -número dos del comité- y a los vicepresidentes Lizondo Cortés, González Vázquez y Lesma López.

La etapa de Medina Cantalejo se cierra con un balance que, a ojos de los clubes, dirigentes y aficionados, ha sido decepcionante.

Su liderazgo, iniciado en diciembre de 2021, ha sido incapaz de imponer estabilidad en el arbitraje español, y los errores reiterados tanto en el campo como desde la sala VOR han desembocado en una crisis sin precedentes.

Bajo su mandato, el VAR no solo no solucionó los problemas arbitrales, sino que se convirtió en un generador de nuevas polémicas.

Las inconsistencias en los criterios, la falta de explicaciones públicas, la sensación de arbitrariedad en las designaciones y los constantes escándalos han terminado por socavar cualquier atisbo de confianza en el sistema.

Jose María Enríquez Negreira, Joan Laporta, Josep Maria Bartomeu y Sandro Rosell, en un fotomontaje Diseño: Deportes EE

El 'Caso Negreira'

Aunque el escándalo del 'Caso Negreira' -que destapó pagos millonarios del FC Barcelona a José María Enríquez Negreira, exvicepresidente del CTA- se remonta a años anteriores, la gestión del mismo por parte de Medina Cantalejo y su equipo fue percibida como negligente.

La negativa a separar del colectivo a colegiados vinculados a etapas sospechosas y la ausencia de un plan de limpieza interna generaron desconfianza incluso entre quienes inicialmente respaldaban la continuidad del presidente.

A esto se suma la pasividad institucional ante una investigación que ha sacudido los cimientos de la competición y que continúa en sede judicial.

En vez de liderar un proceso de regeneración, el CTA permaneció en silencio, escudándose en formalismos mientras el fútbol español exigía explicaciones y medidas ejemplares.

Temporada para el olvido

La última campaña ha sido la gota que colmó el vaso. El nivel de los arbitrajes ha sido duramente cuestionado por entrenadores, directivos y analistas.

Decisiones polémicas, errores clamorosos en partidos decisivos y una interpretación errática del reglamento convirtieron al CTA en el blanco de todas las críticas.

Incluso equipos tradicionalmente prudentes al alzar la voz contra los árbitros rompieron su silencio para denunciar lo que consideraban una degradación del arbitraje profesional.

La gestión del VAR, en lugar de ser una herramienta al servicio de la justicia deportiva, se convirtió en una fuente constante de desconfianza.

La falta de transparencia en la publicación de los audios, la edición cuestionable de imágenes y la selección de fotogramas en jugadas clave contribuyeron a extender la percepción de manipulación.

El enfrentamiento con el Real Madrid

Uno de los episodios más delicados ha sido el deterioro total de la relación entre el Comité Técnico de Árbitros y el Real Madrid.

El club blanco sostiene que durante el mandato de Medina Cantalejo se tomaron decisiones tendenciosas que le perjudicaron directamente.

La acusación más grave apunta a una presunta manipulación y ocultamiento de pruebas audiovisuales desde el VAR, con Clos Gómez como principal responsable.

El club también ha denunciado públicamente la reiterada negativa del CTA a entregar los audios de determinadas jugadas polémicas, lo que refuerza la sospecha de opacidad.

González Fuertes anima a De Burgos Bengoetxea en la rueda de prensa previa a la final de la Copa del Rey.

Casos como el arbitraje de Muñiz Ruiz ante el Espanyol o la falta de sanción en una dura entrada a Kylian Mbappé alimentaron la sensación de hostilidad hacia el Real Madrid.

A pesar de las quejas, las medidas adoptadas por Medina Cantalejo se limitaron a sanciones internas sin impacto estructural, lo que el club considera una muestra de impunidad.

Un modernización necesaria

Lejos de promover el consenso, el Comité Técnico de Árbitros bajo Luis Medina Cantalejo optó por atrincherarse.

Rechazó sistemáticamente las críticas, cerró puertas al diálogo y descartó cualquier iniciativa reformista procedente de los clubes o de los propios árbitros.

Este inmovilismo terminó de aislar al colectivo arbitral del resto del ecosistema futbolístico. A ello se suma la falta de avances en la modernización del CTA.

Los mecanismos de evaluación y promoción de árbitros seguían siendo opacos, con criterios poco claros que abrían la puerta a sospechas de favoritismo.

La estructura organizativa, rígida y poco eficiente, resultaba incompatible con las exigencias del fútbol profesional del siglo XXI.

Grandes retos por delante

La intervención de Rafael Louzán ha sido tajante. El presidente de la RFEF ha ejecutado una limpieza integral del CTA con el objetivo de diseñar una nueva arquitectura institucional.

El plan contempla una estructura dual: un CEO y un director deportivo, que liderarán de forma conjunta el nuevo modelo.

La nueva cúpula, que se anunciará oficialmente el 2 de julio, llegará con un mandato de transformación profunda. Su misión no se limitará a tapar los agujeros del pasado, sino que deberá reconstruir el arbitraje desde sus cimientos.

Entre los retos más urgentes destaca la necesidad de recuperar la confianza perdida, dañada tanto por las actuaciones arbitrales como por la imagen internacional de un arbitraje español salpicado por el escándalo Negreira y por la ausencia en grandes competiciones.

Rafael Louzán, durante una Asamblea de la RFEF el pasado mes de julio. RFEF

Será esencial establecer sistemas objetivos de evaluación y designación que garanticen imparcialidad.

Para ello, se implementarán nuevas métricas de puntuación y auditoría interna, buscando erradicar el favoritismo y dotar de transparencia todo el proceso arbitral.

Otro eje central será la gestión del VAR, hasta ahora fuente de caos. El nuevo equipo deberá normalizar su uso, estandarizar los protocolos y abrir canales públicos de comunicación para evitar las suspicacias.

La apertura al diálogo con clubes y jugadores también se presenta como uno de los desafíos más importantes.

En lugar de imponer desde la cúpula, el nuevo CTA tendrá que integrar las opiniones del resto del ecosistema futbolístico, promoviendo un arbitraje más humano y menos aislado.

Además, la propia estructura del colectivo arbitral requiere renovación interna.

El nuevo liderazgo deberá trabajar por la unidad de los árbitros, evitar fracturas y promover un ambiente de trabajo profesional, con igualdad de oportunidades y una formación continua adaptada al ritmo del fútbol actual.

La destitución de Medina Cantalejo no es un simple cambio de nombres, sino una oportunidad de regeneración. El fútbol español ha dicho basta a un sistema que perdió el control y se convirtió en un foco de conflicto y desconfianza.

La nueva cúpula del CTA tendrá en sus manos una oportunidad única para rediseñar el arbitraje desde una visión moderna, plural y profesionalizada.

A partir del 2 de julio, comienza una etapa que debe devolver al árbitro el lugar que nunca debió perder: el de garante de la igualdad y el respeto en el juego. Todo lo demás será, de nuevo, caer en los mismos pecados.