La presencia de la mujer dentro del colectivo arbitral es algo cada vez más habitual. No hace mucho tiempo atrás se concebía impensable encontrar en la élite del deporte a figuras femeninas como Marta Huerta o Guadalupe Porras impartiendo justicia en un terreno de juego.
Estas árbitras han conseguido ser una fuente de inspiración para personas como Carla García quien a punto de cumplir 22 años sueña con poder arbitrar algún partido en Primera División. Un deseo que cuenta con un grado alto de dificultad y también de riesgo debido a la exposición mediática que conlleva que una mujer dirija un partido de fútbol.
A raíz de analizar algunos comentarios que le han llegado a hacer los jugadores en un partido de fútbol, Carla García se ha convertido en una influencer con más reconocimiento del que antes tenía en redes sociales donde ha pasado de tener 15.000-20.000 seguidores a cerca de 72.000 personas siguiéndola. EL ESPAÑOL ha hablado con la árbitra de moda en España en una entrevista en la que ha profundizado sobre sus anécdotas y su percepción del arbitraje español.
Para quien no la conozca, ¿quién es Carla García?
Yo me describo como una persona súper activa, perfeccionista y que siempre busco ir aún más allá y cada día estoy como proponiéndome metas y objetivos. Tengo amigas árbitras que me conocen la parte de fuera, es decir, que soy súper alegre, que me río mucho de las bromas, soy muy graciosa y luego cuando me han visto en el campo me han dicho 'ostras Carla, eres súper seria arbitrando'.
Yo cuando me pongo el uniforme y me pongo las botas y piso el terreno de juego, es como que me convierto totalmente. Estoy súper metida en el partido y me pongo súper seria porque para mí es una final. Estamos dando un servicio siendo árbitros y más cuando voy sola. Es muy fácil cometer errores. Al final es imposible gestionarlo todo dentro de un partido y me meto mucho en el papel para intentarlo así de la mejor manera posible.
¿De dónde viene su afición por el arbitraje?
Tengo que reconocer que de pequeña nunca he hecho fútbol. Es cierto que en la hora del patio yo nunca me he juntado con chicas, mis amigos siempre han sido chicos y siempre he jugado al fútbol. Fui a probar a equipos, pero me daba cosa dejar el patinaje, que es lo que me había llevado toda mi vida.
Al final, a través de una lesión que empezaba bachillerato, era una exigencia muy grande de estudios porque el patinaje me llevaba cuatro días de entrenos, tres horas de entreno y era imposible combinarlo. Entonces decidí tomar la decisión de decírselo a mi padre porque él era árbitro de fútbol y yo creo que la idea me rondaba por ahí de cómo le acompañaba al comité de pequeñita y todo... pues yo creo que esa es la idea que yo tenía en la cabeza.
¿Alguna vez le ha llegado a imponer la idea de dedicarte al arbitraje?
Tengo que decir que cuando se lo dije a mi padre y me dijo 'vale, pues vamos a apuntarnos', me cagué. Luego cuando empecé las clases era como que no me lo creía. El primer año fue duro porque yo no tenía ni idea de fútbol. Nunca había pisado un terreno de juego, es decir, en la hora del patio sí, pero no era de manera federada ni nada.
Conforme han pasado los años he visto que el arbitraje ahora para mí es fundamental. O sea, si yo veo que un fin de semana no tengo partidos me enfado muchísimo o porque no tengo yo las finales de los torneos. Está bien porque me doy cuenta de que realmente me hace feliz y que me gusta lo que hago.