Alex Song todavía será recordado por los aficionados del Barcelona. Fue fichado en 2012 por el club catalán con el objetivo de que fuera el sucesor de Yayá Touré. En la Premier League, en el Arsenal, se había hecho un nombre y llegaba a las filas del equipo que entonces dirigiría Tito Vilanova con el objetivo de dar el siguiente paso en su carrera. No iba a jugar mucho, le advirtieron, peró el se iba a hacer millonario.

La vida de Song tiene para varios capítulos. Por ejemplo, tiene nada más y nada menos que 27 hermanos. Respecto a su carrera deportiva se puede destacar su infierno en Rusia y su polémica salida del Sion suizo. Ahora, acaba de protagonizar su fichaje más rocambolesco para acabar jugando en la liga Yibuti.

"He firmado un contrato de dos años con Arta. Esta es una oportunidad para promover el fútbol de Djibouti", dijo Song, de 33 años, para anunciar su fichaje por el AS Arta Solar7. Firma por un año con la opción de ampliarlo otro por el equipo ganador de la copa de 2020 del país, que le dio un billete para la próxima Copa Confederación CAF (la Europa League de África). 

Song, con Camerún

Song, que participó con la selección de Camerún en los Mundiales de 2010 y 2014, llega a un país de menos de un millón de habitantes y cuyo equipo nacional está en el puesto 185 del ránking FIFA. Fue presentado este miércoles con su nuevo equipo y fue recibido como una estrella mundial. En Yibuti espera reencontrarse con el fútbol y recuperar su pasión, perdida hace tiempo.

La carrera de Song se estancó cuando fichó por el Barcelona. Tras brillar en el Arsenal, en Can Barça no estuvo a la altura y tras el paso de Tata Martino y la llegada de Luis Enrique al banquillo tuvo que coger las maletas para regresar a Inglaterra. Se marchó cedido al West Ham hasta en dos ocasiones y el Barça no recuperaría nada de los 19 millones de euros que invirtió en su fichaje.

Rusia y Suiza

Su carrera no volvería a repuntar y le tocaría vivir varios episodios surrealistas en destinos que nada tenían que ver con las ligas en las que había jugado los anteriores años. Llegó con la carta de libertad a Rusia, al Rubin Kazan, pero allí vivió un infierno que le llevó a una depresión, como él mismo ha reconocido. Tras pasar siete meses sin equipo en 2018, aterrizó en Suiza para jugar en las filas del Sion.

Su aventura con el Sion acabó al comienzo de la pandemia, a finales de marzo, cuando le obligaron a irse junto a otras estrellas como Doumbia o Djourou por no aceptar bajarse el sueldo como medida contra la crisis. Su carrera en Europa llegó entonces a su fin y ahora busca en África encontrarse a sí mismo.

El dinero le llevó al Barcelona hace ocho años: "Zubizarreta me dijo que no iba a jugar mucho. Le comenté que no me importaba, sabía que ahora sí iba a ser realmente millonario. Pensé en mi esposa, en mis hijos y en que era necesario que después del fútbol pudiéramos tener una vida cómoda", recordó en una entrevista a The Telegraph hace un tiempo. Nunca llegó a triunfar. Ahora vuelve al fútbol modesto en Yibuti.

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