El PSG es esa chica bonita, guapa, rica y pija a la que cualquier compañero de clase mira desde la distancia, pensando: “Va a llegar a donde quiera”. Sin embargo, a veces tenerlo todo no es suficiente. Y si no que se lo digan a Blanc, que a pesar de poseerla en propiedad durante un tiempo, vislumbra siempre con impotencia la capacidad de su 'femme fatal' para dar un paso adelante. Así lo vislumbró el Manchester City, que pese a hacer un mal partido -hay que ser consecuentes con lo visto-, se reveló en un par de jugadas para llevarse un empate que es oro (2-2). Quizás, incluso, pueda ser un pase a semifinales. Pero para eso tendrá que cumplir en Inglaterra, y a veces eso -que parece lógico en teoría- no lo es tanto para los de Pellegrini.



Quiso el fútbol también que la perla primigenia, aquel Ibra llegado por una millonada al PSG para reinar sobre la Torre Eiffel, volviera a pinchar como lo hizo el Estado del Bienestar español -o el europeo, por resumir-. Primero, fallando un penalti, y después, mandándola al cielo de París en una contra perfectamente llevada por Di María. Sin embargo, esas meteduras de pata, camino del gafe y la productividad industrial de memes en Twitter, se tornaron en alegrías en un abrir y cerrar de ojos. En concreto, tras el gol de De Bruyne, que apareció primero para gritar gol. Entonces, cuatro minutos después, Zlatan aprovechó un error de Fernando para hacer el empate. En realidad, sólo tuvo que empujarla. Pero al menos se quitó un peso de encima.



A partir de ahí, la justicia debería haber premiado al PSG, que lo bordó durante varios minutos. Tuvo la posesión, creó ocasiones y se puso por delante. Y lo hizo gracias a un tipo que quizás no tiene ni el brillo de las grandes estrellas ni el salario de los Ibra o los Cavani, pero es igual de importante para los suyos que cualquiera de los otros. Hablamos de Rabiot, que apareció dentro del área para empujarla y poner por delante a los suyos. Pero de nuevo el brilló se fundió a negro. Y el City -sin hacer gran cosa- se metió la eliminatoria en el bolsillo gracias a un fallo en cadena de la defensa que aprovechó Fernandinho (2-2).



En este contexto, y tras lo visto, se puede pensar que la vuelta está igualada. Pero no será así. El PSG afrontará el partido sin David Luiz y sin Matuidi, tan importantes como necesarios -ambos sancionados-. Y el City, en su estadio, debería dar un golpe en la mesa y meterse por primera vez en semifinales. Pero no hay que engañarse, el Manchester es otra niña bonita, pija y rica. Y quién sabe si en esa lucha por ver quién es la más guapa acabará perdiendo. No es la primera vez esta temporada, en la que encadena fracaso tras fracaso. En cualquier circunstancia, para qué elucubrar cuando queda un suspiro para conocer el final de la película.

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