El coronavirus ha provocado que el año 2020 vaya a ser recordado por casi todos como uno de los peores años de la historia, al menos de la historia reciente. Más allá del drama sanitario que ha supuesto y que ha dejado millones de contagiados, el Covid-19 ha supuesto un frenazo en seco para todo el mundo. Negocios que se han cerrado, personas que han perdido su trabajo, actos que no se han celebrado y un sin fin de catástrofes a las que el deporte no ha sido ajeno.

Este nuevo virus, que no sabemos exactamente cuando llegó, pero sí cuando ya era una realidad de la que no podíamos escapar, ha sido capaz de detener casi todas las modalidades deportistas que se conocen en muchos países del mundo. Y no solo eso, si no que ha provocado también que, a su vuelta, regresen en unas formas y en unos contextos totalmente diferentes a los que estábamos acostumbrados.

Uno de esos deportes que parece que nunca más será tal y como lo conocemos es el ciclismo, que sufrió las consecuencias de los contagios antes que el resto y que aun no ha regresado. Lo que sí se empieza a saber es cómo puede regresar y gracias a quien. El líder del nuevo ciclismo se llama Xavier Bigard.

El Tour de los Emiratos

Uno de los primeros rastros del coronavirus en el deporte se pudo ver en el ciclismo, concretamente en el Tour de los Emiratos. Aquella carrera, que había generado un enorme revuelo mediático al significar la vuelta a la competición de Chris Froome, comenzó en condiciones normales tal y como todo el mundo estaba acostumbrado.

Chris Froome, durante esta temporada REUTERS

Lo más reseñable, además de la vuelta del tetra campeón del Tour de Francia, era la cada vez más conocida cima del Jebel-Hafeet y la rivalidad que surgió en carrera entre dos excelentes escaladores como Tadej Pogaçar y Adam Yates. Sus duelos en la montaña árabe coparon todos los titulares y todas las miradas hasta que el coronavirus hizo acto de presencia.

Sin embargo, cuando parecía que el corredor británico del Mitchelton se iba a llevar la carrera a casa, la organización del Tour de los Emiratos, o UAE Tour, suspendió de repente la prueba el día 27 de febrero causando el revuelo de todos en el pelotón.  Muchos corredores no sabían ni entendían qué estaba pasando, y exigían a los responsables que dieran unas explicaciones que tampoco sabían dar.

Nadie sabía cómo actuaba el virus ni en qué consistía, pero el miedo les obligó a detener la carrera y a confinar a todo el pelotón en sus hoteles, prohibiéndoles salir y retornar a sus hogares hasta nuevo aviso. Horas más tardes se confirmaban los positivos de dos miembros del UAE Team de Pogaçar y todo quedaba definitivamente parado.

Desde ese momento, nada volvió a ser igual. Se activaron estrictos protocolos de seguridad para evitar la propagación y se realizaron controles continuos para poder saber qué poder de contagio tenía el virus.

Tadej Pogacar celebra una victoria la temporada pasada REUTERS

Las quejas en el pelotón fueron numerosas porque los días avanzaban y nadie sabía nada, solo que los corredores estaban retenidos en sus habitaciones perdiendo la forma que tanto esfuerzo invernal les había costado coger.

Hasta allí se desplazó un equipo de control para intentar llevar la situación con el mayor rigor posible sin hacer distinciones entre corredores, organización y prensa. Todo parecía ser un caos, pero los primeros momentos de actuación serían claves.

Poco a poco, la situación se fue normalizando, aunque todos llevaban ya el miedo en el cuerpo. Los negativos fueron llegando y con ellos, los documentos para poder salir de los Emiratos y regresar a casa. Sin embargo, existían cuatro equipos en los que el virus había arraigado y que tenían que seguir allí encerrados y, días más tarde, realizar una cuarentena de 14 días.

Gaviria y Richeze impactan al pelotón

La crisis del coronavirus pilló desprevenido a todo el mundo. La dirección de carrera y las autoridades sanitarias fueron haciendo frente a todo como buenamente podían, pero el desconocimiento y el miedo seguían estando detrás de una gestión que mantuvo al margen durante varios días a los ciclistas.

Las críticas fueron numerosas y el pelotón entró en cólera. Existía una división total entre aquellos que pedían calma ante una posible situación grave y un periodo en el que todos habían perdido su forma física tirando meses de esfuerzo y trabajo a la basura.

Sin embargo, llegaron los positivos de Gaviria y Richeze para darle una nueva vuelta de tuerca al tema de moda en el ciclismo. Dos ciclistas de primer nivel, especialmente el sprinter colombiano, habían padecido el temido virus que causaba estragos en el continente asiático.

Fernando Gaviria celebra su primera victoria con el UAE UAE Team Emirates

Las críticas fueron cada vez más reducidas y lo que antes era polémico ahora lo envolvía un tono de realidad que disgustaba a muchos. El coronavirus era tan real que había atacado a una de las principales figuras del pelotón. Y si uno de los grandes había caído, es que no todos estaban tan lejos de algo que era peligroso y, sobre todo, desconocido. Los meses de trabajo tirados a la basura importaban cada vez menos y la paciencia y la filosofía hacían acto de presencia para afrontar la situación desde otro punto de vista.

El positivo del corredor del Gazprom Dmitry Strakhov supuso la confirmación total de que algo grave estaba pasando, ya que llegaba casi 15 días después de la suspensión de la carrera y tras la realización de cinco pruebas para detectar el contagio.

Definitivamente, las quejas, lamentos y enfados quedaron atrás y solo hubo tiempo para el mensaje de apoyo a aquellos que lo habían padecido, la precaución y el alivio de todos aquellos que habían conseguido librarse de algo que hasta entonces les era lejano.

La temporada sigue, pero todo cambia

La temporada de ciclismo continuó, aunque ya nada fue igual. Los ciclistas empezaban a tener miedo, se realizaban periodos de cuarentena, tests, y la psicosis invadía el pelotón, especialmente fruto de la incertidumbre y del desconocimiento.

La siguiente gran prueba del calendario World Tour en disputarse fue la París-Niza. Una París-Niza atípica, ya que sería sin la presencia de público ni en las carreteras ni en las llegadas y salidas de cada etapa.

Además, muchos equipos decidieron cesar su actividad por el miedo a los contagios y a la exposición de los corredores, aunque algunos terminaron disputando la prueba francesa. La tensión era grande y se notaba en el pelotón, aunque lo cierto es que el devenir de la prueba fue tranquilo.

Iván García Cortina celebra su victoria en la Paris-Niza por delante de Peter Sagan Instagram (ivan_cortina)

No hubo que lamentar daños entre los Quintana, Schachamann, Benoot y compañía, pero la situación en el mundo, cuando se encaraba el final del mes de marzo, ya era muy peligrosa.

Algunos equipos como el Bahrain-McLaren del español García-Cortina decidieron retirarse de la carrera durante el transcurso de la misma, y otros como Ineos o Jumbo Visma ni siquiera participaron en ella.

La organización decidió suspender la última etapa que podía modificar el resultado final de la clasificación general, pero la situación era ya insostenible y las autoridades francesas obligaban a terminar una carrera que, a pesar del dolor del aficionado ciclista, nunca se debería haber disputado por suponer un riesgo tan enorme como innecesario.

París-Niza supuso el final del ciclismo en la temporada 2020 hasta nuevo aviso y la última gran carrera del ciclismo tal y como lo conocemos. Muchos corredores como el propio Iván García-Cortina, ganador de una etapa en la presente edición, afirmaron que seguramente habían pasado el virus durante aquellos días.

El ciclismo, un deporte especial

Todos los deportes han vivido cambios en su reanudación tras la crisis sanitaria. Medidas de seguridad, de higiene, controles de aforo y acceso, creación de protocolos o evitar rutinas como los saludos y celebraciones han sido algunas de las medidas impuestas para otras disciplinas como el fútbol o el baloncesto que ya ha retomado su actividad.

Sin embargo, si hay un deporte que es especial, casi por encima de cualquiera o al menos de muchos, es el ciclismo. El ciclismo es un deporte en el que en cada carrera se juntan, en espacios muy reducidos, entre 150 y 200 corredores. Todos disponen de elementos que son tocados por otras personas, ya sean personal médico, mecánicos o trabajadores del equipo.

Para un ciclista, que un ayudante le guarde su potenciómetro, un mecánico le corrija la posición del sillín, un auxiliar le dé comida o que un compañero le preste su bici son comportamientos habituales que ahora se tendrán que hacer con sumo cuidado o no hacerse.

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Los ciclistas, junto con el resto de sus equipos, pueden llegar a estar concentrados en un hotel cerca de tres semanas. Esto implica compartir espacios como habitaciones, comedores o salas habilitadas para masajes y tratamientos que tendrán que realizarse de otra forma.

No se podrá compartir material con otros equipos, no se podrá aceptar bebida o alimentos de otros ciclistas y se tendrán que cambiar pautas de comportamiento que casi no se puedan ni imaginar.

Además, el ciclismo no es un deporte estático, si no que avanza por la geografía de un país durante días o semanas visitando y recorriendo pueblos y ciudades, moviendo tras de sí una caravana que puede llegar a ser de miles de personas, durante prácticamente todo el año y por todos los puntos cardinales del planeta.

Por si esto fuera poco, se trata de un deporte cuyo público no se controla, que no tiene una entrada ni atraviesa un punto común para ocupar su localidad. Por no tener, no tiene ni puesto fijo, ya que es habitual ver correr a los aficionados mientras persiguen y animan a sus ídolos incluso tocándoles. Todo son conductas que hoy parecen los mayores focos de contagio y que tendrán que ser modificadas para que el ciclismo pueda regresar de la forma más segura posible.

Richard Carapaz, durante una competición en la temporada de 2020 Instagram (richardcarapaz)

Hasta el momento de mayor alegría, ese que llega cuando un corredor se lleva una carrera o alza los brazos en una etapa está compuesto por conductas como ayudarse con los auxiliares de carrera, recibir la felicitación de organizadores y azafatas, descorchar el champán y regalar al público el peluche protocolario, todas ellas situaciones de máximo riesgo.

Resulta doloroso solo pensar como el ciclismo, que tantos años ha inundado con su gloria, puede cambiar en los próximos meses y como todos los aficionados tendrán que hacer una labor de adaptación para acostumbrarse a un nuevo mundo.

Xavier Bigard y el nuevo protocolo

Sin embargo, todo o casi todo en esta vida pasa y el ciclismo está más cerca de volver, ya solo queda alrededor de un mes para que las primeras carreras, al menos de primer nivel, puedan regresar. Y si esto es así es gracias a la aparición de Xavier Bigard, el creador del nuevo ciclismo, o el salvador del ciclismo en la nueva normalidad.

Xavier Bigard es un reconocido investigador de la fisiología del rendimiento y que fue nombrado por la UCI como nuevo director médico del ciclismo mundial en el año 2018. Este nombramiento supone ahora estar al frente del departamento médico de la UCI en uno de los momentos más difíciles de la historia del ciclismo, en plena pandemia por el coronavirus y con muchas incógnitas sobre cómo se reanudará la competición.

Bigard, de origen argelino, ha sido presidente de la Sociedad Francesa de Medicina del Ejercicio y es asesor de la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje, además de formar parte de la Academia Francesa de la Medicina.

Jaime Rosón, a la derecha, en una imagen de archivo.

Se trata de un erudito de la fisiología del ejercicio, de la fisiología y biología musculares, de los mecanismos biológicos de la degeneración y regeneración musculares, de la tolerancia al entrenamiento físico y de la nutrición. Y ahora, ha sido el encargado de liderar un protocolo médico sin precedentes con el que la UCI pretende asegurar la vuelta a la competición sin riesgos sanitarios.

Este protocolo está basado en las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud, en los conocimientos de un grupo de trabajo internacional denominado World Athletics, en la actuación de un grupo médico creado por la propia UCI que incluye a representantes de ciclistas, equipos, médicos y organizadores, en la labor de la Comisión Médica de la UCI y en el trabajo de Katerina Nash en su papel de Presidenta de la Comisión de Atletas de la Unión Ciclista Internacional. Y todo ello dirigido por Xavier Bigard.

Como punto principal, el protocolo creado informa de que se seguirán las leyes y medidas locales y nacionales vigentes en los territorios que acogen los eventos. Además, los equipos deberán poner en práctica un programa de pruebas para detectar portadores del virus y los ciclistas deberán someterse a un control médico diario antes, durante y después de las etapas.

Por otro lado, se crearán lo que se han denominado burbujas para intentar aislar a cada uno de los colectivos existentes en una carrera. De esta forma, existirá una burbuja que corresponderá al pelotón durante la carrera y que se disolverá al final de la misma para crear burbujas individuales que correspondan al grueso de un equipo.

Joxean Matxin, junto a Fernando Gaviria, uno de sus descubrimientos EFE

Otras burbujas estarán formadas por la organización, los medios de comunicación y, por última instancia, el público. Entre todas ellas será obligatoria guardar un distanciamiento social amplio.

Hay que mencionar que el público, cuando pueda asistir a las etapas, solo será responsabilidad de la Unión Ciclista internacional en las salidas y en las llegadas, ya que durante el transcurso de la prueba deberán ser las autoridades locales las que se encarguen de su control.

Y, para entrar a formar parte de una burbuja como pudieran ser los corredores de un equipo seleccionados para participar en una carrera, se deberán llevar a cabo un seguimiento médico para detectar cualquier indicio de portar el virus o de padecimiento asintomático. Sin el visto bueno de este control, un corredor no podría entrar a formar parte de la burbuja de su equipo.

Otra de las medidas adoptadas será la del nombramiento, por parte del organizador de la carrera, de un coordinador Covid y un médico para la evaluación de los equipos y corredores antes y durante las competiciones.

En situaciones en las que pudiese existir algún caso sospechoso de padecimiento del virus, médico y coordinador Covid evaluarían la situación para ponerse de acuerdo y enviar al sujeto hasta el centro Covid más cercano.

Burgos, una posible esperanza al futuro

Una vez diseñado este complejo protocolo, solo queda que la temporada eche a andar. Uno de los puntos de partida podría ser la Vuelta a Burgos, en la cual muchos corredores con grandes aspiraciones, especialmente de cara al Tour de Francia, querrían participar.

Catedral de Burgos (1984).

Sin embargo, las autoridades de Burgos y la Diputación provincial trabajan en paralelo con el gobierno de España para estudiar la viabilidad de celebrar la prueba. Ciclistas de primer nivel como Mikel Landa ya han mostrado su deseo de participar en la carrera burgalesa que tendría lugar en los últimos días del mes de julio, justo antes de la celebración de la Strade Bianche, que abrirá la máxima competición en Italia el día 1 de agosto.

La ronda, que saldría de la Catedral de Burgos en su octavo centenario, sigue dando pasos para tener los preparativos a punto a falta de la respuesta del Consejo Superior de Deportes y de la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León.

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