El ciclismo es para valientes. Y, por tanto, para Simon Yates. Nadie ha tenido más arrojo que él en lo que va de Giro de Italia. Ningún otro corredor tiene piernas como las suyas en estos momentos de la carrera. Ni un arrojo tan descollante como el suyo. Quiere que el paseo triunfal en Roma sea en su honor dentro de una semana. De hecho, se merece que así sea. Como volvió a dejar claro con la mayor exhibición en la montaña de todas las que ha protagonizado en la Corsa Rosa hasta ahora. Un puñetazo sobre la mesa en forma de tercera victoria de etapa, que empequeñeció sobremanera el triunfo de Froome en el Zoncolan horas antes [Así te hemos contado la decimoquinta etapa].

De hecho, el líder del Sky se hizo cada vez más diminuto cuando Yates asestó un hachazo descomunal al resto de favoritos a 17 kilómetros de meta. Con la tranquilidad que le caracteriza, gestó un arreón al que nadie pudo hacer frente. Lo hizo casi sin sufrir, sabiéndose maglia rosa y con el ánimo de ser todavía más líder. En cuanto percibió que Froome no iba bien, su compatriota decidió recuperar el tiempo perdido el sábado a lo grande [Así está la clasificación general del Giro de Italia].

Cuando Yates se escapó en pleno ascenso al Costalissoio, último puerto puntuable de la jornada, nada ni nadie le detuvo. Dejó totalmente desarmado al resto de favoritos con los que rodaba hasta entonces: Dumoulin, Pozzovivo, Carapaz, Pinot y Miguel Ángel López. Su facilidad para sacar tiempo a sus más inmediatos perseguidores resultó insultante. Y la maestría con la que controló su bicicleta en el último descenso del día, con algunas curvas de espanto, fue digna de un superclase.

Mucho más atrás de la estela dejada por Yates, al que no achantaron para nada los repechos que siguieron antes de la meta, seguro que Froome no dejaba de maldecir en su fuero interno. Por momentos, la renta de su compatriota llegó a acercarse a los dos minutos. Aunque siempre hay alguien que puede pasarlo peor que tú. Se lo pueden decir a Fabio Aru, que no deja de completar una ronda italiana para olvidar y perdió más de 19 minutos con respecto a la cabeza de carrera.

Pero el corredor local estaba mucho más descartado que Froome en la pelea por la maglia rosa a estas alturas de carrera. De ahí que el mal momento que sobresaliese de verdad fuese el del cinco veces campeón de grandes vueltas. El dorsal 181 del pelotón tuvo tal carencia de fuerzas que llegó a ocupar la cola del grupo en el que intentó, sin éxito, arreglar el desaguisado provocado por Yates. Ni sus compañeros del Sky podían ayudarle a mitigar su pájara.

El tío del mazo también apareció a última hora para atormentar a Dumoulin, aunque el holandés, segundo clasificado, sí reaccionó a tiempo. Después de que Carapaz demarrase para que el hueco abierto por Yates quedase reducido, fue su turno de probar suerte. Al final, el grupo de cinco favoritos que llegó a Sappada tras el dueño y señor de lo que va de Giro cedió 41 segundos. Por el minuto y 32 segundos que se dejó Froome por el camino.

¿Conclusión? Dumoulin salvó la etapa, más o menos, sobre la bocina. En la general, está a 2'11” de Yates justo antes de que llegue su terreno: la contrarreloj entre Trento y Rovereto del martes. El gran nombre propio del Sunweb, con la tercera y última jornada de descanso de por medio, puede estar ante su gran oportunidad para volver a liderar el Giro. Ese que cada vez se le escapa más y más en el horizonte a un Froome al borde de los cinco minutos perdidos (4'52”) antes de que arranque la recta final de la prueba.

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