Estambul (enviado especial)

"Personalmente, estuve muy mal. Me voy muy triste y decepcionado por haber jugado de esa manera [...] Personalmente, me siento decepcionado de mí [...] Me hacía mucha ilusión esta Final Four [...] Me siento incluso hasta culpable". Con estas palabras, un gesto más que compungido y mucha rabia (casi se le salía por unos ojos al borde de las lágrimas), Gustavo Ayón resumía un pesar: el de todo un Real Madrid angustiado por no haber estado a la altura contra el Fenerbahçe en la segunda semifinal de la Euroliga. Con especial castigo para un juego interior llamado a dominarlos a todos y que acabó siendo vapuleado sin ningún tipo de compasión.

Ayón habla tras la derrota del Real Madrid en la Final Four

Como el propio Ayón sintetizó en la zona mixta del Sinan Erdem Dome de Estambul, no fue su noche. Confiaba más que nadie en las posibilidades existentes. Propias en cuanto a su rendimiento y ajenas en cuanto al de sus compañeros, como contaba hace unos días a EL ESPAÑOL. Pero el infierno turco acabó absorbiendo al pívot mexicano por completo: apenas dos puntos y cuatro rebotes en 17 minutos. Un -1 de valoración impropio del jugador capital en la conquista de la novena Copa de Europa blanca y MVP de la Copa del Rey de 2016, por citar algunos de sus méritos. Demasiada crueldad baloncestística con un hombre que quizá se encontraba en su momento más feliz, tanto en lo deportivo como en lo humano, desde que aterrizó en la capital española.

También se hizo mucha sangre con Othello Hunter. Mantuvo la productividad que acostumbra como buenamente pudo (seis puntos y siete rebotes en 16 minutos). De hecho, fue el interior madridista con mejor valoración: 13. Y, sin embargo, pasó desapercibido. Tan bien lo hicieron los hombres altos del anfitrión, tanta brecha abrieron en la zona visitante, que 'El Cazador', para su desgracia, terminó siendo cazado. Además, con otra maldad cortesía del destino: su exequipo, el Olympiacos, sí llegó a la final europea. Y con una pintura mucho menos lustrosa que la del Real Madrid.

Trey Thompkins tampoco se salvó de la quema. Llegaba en buen momento de forma a la gran cita de la temporada, pero sus buenas prestaciones recientes cayeron en el olvido rápidamente. Apareció con cierta incidencia en algunos momentos de la segunda parte, pero su buena racha murió enseguida. Aun así, sus ocho puntos y tres rebotes en 21 minutos le convirtieron en el segundo mejor interior del Madrid este viernes, con 11 de valoración.

Anthony Randolph intenta parar a Kostas Sloukas. SEDAT SUNA Agencia EFE

Por su parte, Anthony Randolph se movió entre la esperanza de ciertos momentos, cuando parecía ese jugador que ha brillado en algunas grandes ocasiones del curso, y la apatía de otros. Esta segunda provocada por un conato de lesión en la primera mitad que, aunque le permitió regresar tras el descanso, cambió su chip por completo. Siete puntos y dos rebotes en 24 minutos para un 2 de valoración que se queda corto para los galones que se le llevan exigiendo todo el año. Unos que sí esgrimió en la última Copa del Rey, pero que en Turquía se quedaron cortos.

De los que no se supo absolutamente nada fue de Felipe Reyes y Andrés Nocioni. Ninguno de los dos disputó ni un solo minuto, lo cual fue motivo de frustración para muchos. Curioso que la temporada del capitán madridista tenga tantos contrastes: de lograr hitos estadísticos tales como ser el máximo reboteador histórico de la ACB, su jugador más valorado y el máximo anotador del Madrid en esta competición a quedarse sin jugar varios partidos. De hecho, su entorno no parece estar muy contento con esta situación, como ya dejaron caer fuentes consultadas por este periódico.

Con respecto a Nocioni, alguien tenía que ser descartado por Pablo Laso sí o sí, y le tocó a él. Triste despedida de la competición europea para el argentino, ejemplificador por antonomasia del carácter en este Madrid. Lo más seguro es que la presencia del Chapu no hubiese cambiado mucho las prestaciones de los de Laso dada su pérdida de peso en la rotación del equipo. Sin embargo, tan sólo hay que recordar cómo ejerció de talismán en la pasada Copa de Vitoria para ejemplificar que, por muy escasos que sean los minutos que dispute, es capaz de cambiar los partidos.

Sin embargo, ni siquiera pudo vestirse de corto en la que hubiese sido la segunda semifinal europea de su trayectoria. Tuvo que ver desde la barrera cómo sus compañeros de zona sucumbían a la tiranía avasalladora de Ekpe Udoh: 36 de valoración gracias a 18 puntos, 12 rebotes y ¡ocho asistencias! Con este desempeño sobrehumano (jugó 38 minutos), apenas necesitó ayuda de Jan Vesely (12 puntos, tres rebotes y tres asistencias en 28 minutos para 12 de valoración). Y ni siquiera la de Anthony Bennett y Pero Antic, inéditos. Queda claro que el Fenerbahçe no tuvo que esforzarse demasiado para obtener el sobresaliente bajo los aros. Una calificación de la que el Madrid, visto lo visto, estuvo muy lejos también por dentro.