Vaya con las Islas Desafortunadas. Porque, sí, para el Real Madrid lo son en estos momentos. Después de caer ante el Gran Canaria la pasada jornada en la capital española, los hombres de Pablo Laso repitieron tropiezo contra el Iberostar Tenerife. Y, lo más doloroso, dejando escapar el liderato de la ACB. A domicilio y sin la fluidez de los mejores días, los blancos merecieron perder por tercer encuentro consecutivo tras hacerlo también el jueves en la Euroliga. En todo momento, se vieron superados por un conjunto aurinegro que demostró con creces por qué está en la cúspide de la tabla [Narración y estadísticas: 75-64].

A base de sus dos grandes señas de identidad, el tiro exterior y la defensa, el Tenerife logró que al Madrid se le atragantase 'La Hamburguesa' desde el principio. Una vez más en esta histórica temporada, el pabellón isleño, todo un fortín, no defraudó. Celebración inmejorable del Carnaval, sin duda, aunque al equipo local no le hizo falta disfrazarse del vigente campeón para imponerse este sábado. Bastó con que sus jugadores se mantuviesen fieles a los principios que tan bien les han funcionado en este curso de leyenda.

Entre ellos, emerge el valor del colectivo. De nada serviría haber anotado nueve triples en la primera mitad si en la segunda no se hubiese salido airoso de las distintas embestidas visitantes. Personifiquemos: tan valiosos fueron los lanzamientos de tres anotados por Doornekamp como el físico de Mamadou Niang; la puntería de Grigonis, Abromaitis y White como la fiereza interior de Bogris; la productividad de Hanley como el trabajo sucio de Fran Vázquez y Kirksay.

Enfrente, un Madrid donde la principal buena noticia fue, otra vez, Luka Doncic: el único jugador madridista al que le sobró carisma en Tenerife. Rudy Fernández, que quiso ser revulsivo ofensivo y defensivo durante varios minutos, intentó ponerse a su altura. También Sergio Llull, que anotó 15 puntos dejando la impresión de que apenas se le había visto en acción, como acostumbran a hacer otros tantos grandes jugadores. Con Hunter, se cerraría la terna de destacados del Madrid.

Se echó en falta a Randolph y a Carroll, que no tuvieron su día (el primero se jugó la descalificación en la recta final fruto de la rabia). Incluso una mayor aportación de Ayón, menos dominante este curso. A la hora de la verdad, la consistencia no hizo ademán de aparecer. Después de alcanzar los 10 puntos de renta en varias ocasiones, siempre con el Madrid intentando volver, el Iberostar acabó rompiendo el duelo en los últimos minutos por pura inercia. Y esta vez no hubo remontada ni por asomo.

Desde luego, a Laso y compañía se les ha atragantado la Copa del Rey. Se acerca el tramo decisivo de la temporada, en el que nunca son de recibo rachas negativas como esta, pero al Madrid de los últimos cinco años no le asustan las crisis. No con el crédito que sus jugadores y su entrenador se han ganado en toda esta era. Por mucho que, ahora mismo, la cura de humildad sea muy necesaria. Porque el liderato, desde el minuto uno hasta el 40, lo conservó el Tenerife y lo perdió el Madrid. Y eso, para el pundonor blanco, resulta una gran puñalada.

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