Menos de 20 segundos para el bocinazo final, 71-74 favorable a España en el marcador. Bojan Bogdanovic, y con él toda Croacia, se dirige hacia el aro español dispuesto a anotar otra penetración más, en trance durante una segunda parte magnífica. En plena ejecución, a 15 segundos del bocinazo, un jugador español emerge en todo su esplendor para taponar su lanzamiento y devolverles a él y a sus compañeros la afrenta de hace un año en los Juegos Olímpicos de Río. Entonces, Dario Saric borró del mapa un gancho capital de Pau Gasol en la última posesión. Ahora, Juancho Hernangómez manda a paseo tanto a Bogdanovic como a las opciones de triunfo croatas. La victoria pertenece a nuestra selección, que se lleva tanto el primer test serio de este Eurobasket como el primer puesto, ya asegurado, del grupo C [Narración y estadísticas: 73-79].

Ganar con sufrimiento sabe mejor. Sobre todo, después de un excepcional partido de baloncesto por parte de ambas selecciones y de otro recital de casta de los secundarios. Cuántas cosas hacen y cuántas bien en esta España. Los ejemplos dan para ocupar buena parte de esta crónica. Ese liderazgo ofensivo de San Emeterio nada más arrancar el partido para sobreponerse a un mal comienzo. Y su reaparición a lo grande en el momento de la verdad. Esa actividad frenética de Joan Sastre, anotando en momentos calientes y, sobre todo, defendiendo. Esa intensidad de Juancho Hernangómez, no sólo por el tapón, a ambos lados de la cancha. Esa productividad personificada que es Pierre Oriola cada vez que está en pista. Esos rebotes ofensivos de Willy Hernangómez que supieron a gloria a última hora. Esa magia descarada que hace a Sergio Rodríguez único y, cuando vienen mal dadas, también decisivo.

España se vio obligada a demostrar solidez sin tirar de la Gasoldependencia. Y lo hizo con altísima nota. Claro que Pau apareció, pero no hizo falta que fuese tan arrollador como siempre. También es cierto que la defensa croata le maniató durante buena parte del encuentro. Aunque él siempre encuentra el momento para ser importante, el lugar para colarse en una zona de la que se le quería vetar a toda costa. Hasta ya con la victoria sentenciada, peleó como un jabato por apropiarse de la última canasta. Al principio, costó que su referencia faltase: Croacia llegó a ir hasta 10 arriba. Después, con los tiros ya entrando y una mucho mejor disposición atrás, el partido se convirtió en lo que fue durante su práctica totalidad: un espectáculo.

En ambos bandos, porque vaya señor partido el de Croacia también. Qué forma de multiplicarse la de Saric, que te postea, te tira de fuera, te pasa y te rebotea en un todo en uno único. Qué fe inquebrantable la de Simon desde el perímetro e incluso entrando con todo, hasta la cocina. Qué forma de agitar el partido la de los Marko, Tomas y Popovic, de recuerdo trágico (2007, ya lo advertimos). Qué aparición más bien hallada la de Bogdanovic en la segunda parte, después de no saberse de su existencia en los dos primeros cuartos. Qué pujanza interior, cuando les dio, la de Bender y Zoric. Como de costumbre contra la selección ajedrezada, y a pesar de que España fue ganando sensaciones a medida que transcurrieron los 20 primeros minutos (por delante tanto después del harto complicado primer cuarto como al descanso), los dos cuartos definitivos fueron un dolor.

España, como en 2007 y 2016, amenazó con dar el partido por sentenciado. Pero no hubo manera. Todo se estrechó con la aparición en escena de nuestros verdugos pasados y Bogdanovic, el que faltaba de los presentes. La supervivencia de España dependía de nuestros jóvenes. No defraudaron, por todas las razones anteriormente expuestas. Además, las estrellas tuvieron su momento de gloria. No sólo el Chacho, también un Marc Gasol muy serio en pleno crecimiento de la amenaza croata, que volvió a traducirse en liderato del encuentro. Y Ricky Rubio, que sigue dejando a sus críticos en un muy mal lugar en este torneo continental. Menuda delicia, por cierto, verle en pista junto al Chacho: uno ataca y el otro defiende, uno propone y el otro dispone. Y el rival, claro, se marea. Porque, a veces, Ricky hace lo que se espera de Sergio y viceversa y claro...

Era un partido, sin duda, para dirimir al vencedor no antes del último cuarto. Que lo tuvo todo: problemas de faltas, algunas técnicas, marcador más que estrecho, Tomas y Popovic otra vez en modo Eurobasket 2007, Bogdanovic y Saric en modo Río 2016… Cuando el rejoj se consumía, como en todo buen partido apretado que se precie, hubo que acudir al patíbulo de los tiros libres. No obstante, a los nuestros no les tembló la muñeca. Ni entonces ni al empezar, por detrás, los 10 últimos minutos. Otra vez, remontaron. Otra vez, Juancho la lió. No sólo por el tapón, porque, por si no lo recuerdan, él también fue quien posibilitó la primera ventaja española del duelo. Que pasen, después de Hungría el jueves, los cruces.

El tapón que aseguró la victoria para España. FIBA

Noticias relacionadas