Acudió España al Forest National de Bruselas a exorcizar los demonios de la lesión de Sergio Llull y en realidad tuvo que dispersar los propios después de que el grupo de Sergio Scariolo doblase en el marcador a una selección belga sin Hervelle y se dejara remontar de la misma forma que el rodillo belga pasó por Tenerife. Por suerte esta vez no hubo ni lesiones ni derrota, lo último merced a los Hernangómez, Willy y Juancho, que hicieron bueno lo de la fraternidad en nuestra selección y levantaron el ánimo en los compases finales para doblegar de una vez a los peleones centroeuropeos. [Narración y estadísticas: 72-88]

Había algo de descafeinado en el partido. Quizás por el recuerdo, quizás por ser el primero lejos de España, quizás por la sesación de que esta España es muy superior a esta Bélgica. Y nada de eso era mentira. Era previsible una victoria de España y el fantasma de la lesión de Sergio Llull el pasado 10 de agosto ante idéntico rival seguía bien presente. Otra cosa es que los pupilos de Sergio Scariolo se encargaran de exorcizarlo antes del final del primer cuarto, básicamente el tiempo que tardó España en arrasar a Bélgica y demostrar su verdadero potencial.

Ya con la lista de 12 definitiva -Fernando San Emeterio, como el belga Hervelle, no jugó por unas pequeñas molestias-, España no encaró el duelo con ánimo alguno de revancha tras aquel fatídico mal paso de Llull. Si acaso con la seriedad que aquel día saltó por los aires tras la confirmación de que el base de Mahón se perdía el torneo continental y siete meses más por una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha. Aquel shock supuso la que hasta ahora es única derrota en la fase de preparación. Un lunar más doloroso por el compañero que por el resultado.

Willy Hernangómez, ante Bako. Efe

Sin ese dolor presente, Bélgica no es rival. Menos aún cuando España tiene el tono mental necesario para bajar el culo y, sobre todo, cuando el brutal porcentaje de triples que tuvieron los belgas en Tenerife viaja al otro lado de la pista. Porque si en aquel primer partido de la Ruta Ñ los belgas cosieron a España a triples, en Bruselas Juancho, Abrines y el Chacho se los devolvieron todos juntos. Llegó incluso la selección a doblar en el marcador a los centroeuropeos en un par de ocasiones para irse al descanso con un 31-51 y el partido resuelto. O eso creían.

Todo lo que no les entró en los dos primeros cuartos, entró en el tercero. Los chicos de Eddy Casteels hicieron saltar todas las alarmas justo a la vuelta de los vestuarios con un parcial tan brillante como escandaloso. Llegaron incluso a bajar de la barrera psicológica de los 10 puntos y colocarse a cuatro. Probablemente la situación real de máxima tensión que ha vivido este grupo en toda la fase de preparación.

Ahí aparecieron los Hernangómez, primero Willy, con seis puntos seguidos en la pintura que demuestran una vez más que hay pivot, que hay futuro en la pintura, y después Juancho, con dos triples seguidos como en el primer cuarto. Una conexión fraternal para volver a poner tierra de por medio y exorcizar de una vez el fantasma de la lesión de Llull y los propios de la selección antes del último amistoso, el más serio, frente a Lituania este mismo viernes en Vilnius.

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