El tópico del “he aprobado, me han suspendido” se repite una y otra vez en el mundo académico. Sin embargo, llega un momento en el que el estudiante se da cuenta de que ha llegado el momento de aparcar las excusas que justifican sus suspensos. A la hora de la verdad, toca revisar los errores del pasado, corregirlos y, sobre todo, hincar los codos. Aplicando esta situación al baloncesto, el Real Madrid va sobreponiéndose poco a poco a sus particulares debes continentales desde hace varias jornadas. La última muestra llegó en Moscú (82-93), cuando las carencias defensivas y la mala racha fuera de casa en la Euroliga dejaron de ser un problema.

Aun con ciertas excusas de por medio algunas jornadas (como la del arbitraje, casi siempre muy subjetiva), el equipo de Laso empieza a parecerse al alumno ejemplar que fue en su día. Y eso que el encuentro de este jueves no era el más propicio para superar la reválida. Enfrente estaba el Khimki, la bestia negra del Madrid en esta Euroliga. Los blancos no lograron superarles en ninguno de sus dos enfrentamientos previos en la fase de grupos y la tercera derrota consecutiva llegó a ser una posibilidad real.

Se planteó en varios momentos del nuevo duelo entre ambos conjuntos, ya en el Top 16, con dos nombres propios sobresaliendo por encima del resto: James Augustine y Alexey Shved. La contundencia interior del ex de Gran Canaria, Valencia y Murcia (20 puntos) y las hechuras de todoterreno del otrora NBA con Minnesota Timberwolves (17 puntos) llevaron por la calle de la amargura a los visitantes. Sobre todo, por las dotes del exterior ruso para la anotación y la dirección, con las torres moscovitas beneficiándose de sus múltiples diabluras con el pase.

Junto a las apariciones estelares, cargadas de determinación, de Tyrese Rice (12) y el capitán Sergey Monia, letal desde el triple, el Khimki no le puso las cosas nada fáciles al Madrid. El partido fue un continuo intercambio de canastas durante muchos minutos, con el consecuente desgaste físico para los jugadores. El festival ofensivo benefició más en la primera mitad a los locales, pero el vigente campeón de Europa tiró de paciencia para empezar a adueñarse del encuentro durante el tercer cuarto.

Todo vino a partir de la defensa, capitaneada por un excelso Gustavo Ayón. El interior mexicano, protagonista en este Madrid desde el minuto uno de la temporada, no dudó en añadir a su portentosa actuación bajo tableros (24 puntos) una no menos reseñable atrás. Sus robos acabaron cortando las alas de un adversario ruso que, como suele acostumbrar, nunca pareció tirar la toalla de forma definitiva. Hizo falta la aparición de otro protagonista de lujo para bajar sus humos: Sergio Llull.

Imparable desde que regresó de su lesión, el menorquín también se apuntó a coger las riendas de su equipo. Anotando, repartiendo juego e incluso reboteando (17 puntos, 6 rebotes y 11 asistencias), su aportación en los momentos decisivos rozó la excelencia. Curiosamente, Ayón y Llull fueron los dos jugadores que más minutos estuvieron en cancha por parte del Madrid. No les pesó, ni mucho menos, el cansancio. La dicha merecía la pena.

También fue un buen día para los secundarios blancos, especialmente lúcidos desde el triple. Maciulis y un renacido Trey Thompkins, con 11 puntos cada uno, tuvieron sus minutos de gloria en varias fases del encuentro. Además, Carroll, buen merecedor del apelativo de 'Microondas', y Willy Hernangómez, en una nueva demostración de crecimiento paulatino a pesar de sus escasos minutos, supieron jugar sus cartas con maestría. Tampoco las escondió Rivers, con sus buenos porcentajes en el tiro como repetitiva carta de presentación.

Entre unos y otros, acabaron con el ritmo frenético del partido y lo llevaron al terreno del Madrid. Por mucho que Kurtinaitis, con pasado madridista, intentase que sus chicos se agarrasen al partido fuese como fuese, lo cierto es que los contundentes parciales del Khimki acabaron cayendo en saco roto. Incluso con algunas 'mandarinas' sonrojantes. Esta vez, el zurrón lleno fue el del Madrid, que conquistó el Krylatskoye Sports Palace por primera vez en su historia y, de paso, amarró un triunfo sólido. Tanto para cerrar la primera vuelta del Top 16 como para afrontar los encuentros de vuelta.

Noticias relacionadas