El escenario y los protagonistas fueron prácticamente los mismos. Cambiaron el parquet, las circunstancias (de toda una Final Four a un encuentro de Top 16) y, sobre todo, las formas. Porque a buen consumidor de baloncesto, pocos partidos bastan para admitir que tanto este Real Madrid como este Olympiacos distan mucho del nivel esgrimido el curso pasado en Europa. Y, sin embargo, en el Palacio de los Deportes, además de a palomitas y perritos calientes, olía a final. Como buen sabueso, Sergio Llull siguió la pista de la victoria hasta certificarla para los locales (84-72).

No pudieron hacer lo mismo los mastines por excelencia del conjunto griego: Spanoulis y Printezis. Ambos pasaron más que desapercibidos por el encuentro, que no se animó hasta un tercer cuarto en el que el Madrid acabó con el despropósito generalizado. Los fallos en el tiro, los rebotes sin dueño, las posesiones adormecedoras y la escasa anotación estuvieron a la orden del día durante la primera mitad. Carroll y el visitante Hackett eran los únicos que animaban un tanto el cotarro desde el perímetro, más apagado que de costumbre en el Olympiacos.

El cierre del rebote era la gran asignatura pendiente de un Madrid que tampoco lucía en exceso sobre su pista. Con demasiados grises tanto en ataque como en defensa, el envite parecía abocado a un nuevo final no apto para cardíacos. Y, sin embargo, el chip blanco empezó a cambiar justo antes del descanso. Felipe Reyes señaló el camino del triunfo a los suyos: el tiro exterior. La máxima de seis puntos al paso por los vestuarios no hizo sino aumentar poco después de que los hombres de Laso abandonasen la caseta.

El Chacho y Llull fueron los culpables de que el vigente campeón europeo volviese a poner a raya a su bestia negra en la Euroliga de 2013. Los triples del frontcourt blanco le cambiaron la cara al encuentro de forma definitiva. Las mayores puñaladas las asestó, como siempre, el menorquín. Tanta buena pinta empezaba a tener el asunto que la muñeca del '23' no tembló a la hora de deleitar al respetable con sus ya tradicionales canastas imposibles desde más allá del triple. Su orgullo acabó contagiándose al resto de sus compañeros.

Tantas buenas vibraciones pasaba a transmitir el cuadro local que el juego interior blanco también acabó uniéndose a la fiesta. Reyes ya estaba puesto en vereda, así que fue Ayón quien se reactivó en el momento más oportuno para romper el partido. Enfrente, Olympiacos era una sombra del equipo que conquistó dos títulos en cuatro finales continentales durante el presente siglo. Othello Hunter y Papapetrou fueron los últimos supervivientes helenos, abocados a una tragedia que, como tantas otras a lo largo de su historia, no pudieron evitar.

Hasta la defensa del Madrid pareció tener mayor empaque que otros días. Más asentada en la segunda parte, aún provocó algún sobresalto a Laso antes del bocinazo final (“El partido está atrás, cojones”, gritaba el vitoriano a sus hombres en un tiempo muerto). Nada que Nocioni y Llull, haciendo gala de su apelativo de “Increíble”, no pudiesen desarbolar desde más allá del 6.75 o con un dos más uno. No salvador, como ante Unicaja, pero sí clarividente: Llull ha vuelto para quedarse. Y con él, puede que, poco a poco, el Madrid.

Ficha técnica

84 - Real Madrid (17+24+22+21): Rivers (6), Reyes (11), Rodríguez (11), Ayón (11) y Llull (18) -equipo inicial-, Carroll (9), Thompkins (2), Taylor (2), Doncic, Nocioni (10) y Hernangómez (4).

72 - Olympiacos (19+16+13+24): Spanoulis (1), Printezis (5), Strawberry (3), Milutinov (6), y Mantzaris (7) -equipo inicial-, Papapetrou (12), Johnson (1), Hunter (14), Hackett (14), Lojeski (9) y Athinaiou.

Árbitros: Robert Lottermoser, (ALE), Eddie Viator (FRA) y Marko Juras (SRB). Sin eliminados.

Incidencias: Partido correspondiente a la quinta jornada del 'Top 16', Grupo F, de la Euroliga disputado en el Palacio de Deportes de Madrid (BarclayCard Center) ante 11.225 espectadores.

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