Si algo le faltaba a la NBA para aumentar su cotización era un auténtico derbi. Con picante en la previa, salpicada de piques dialécticos, y en la pista, donde estrellas como Spike Lee, Kevin Bacon o la cantante Natasha Bedingfield no pierden detalle de un espectáculo global. En el último episodio de la rivalidad, unos Knicks encorajinados al ritmo de Calderón destrozaron a su rival con el novato de moda, Kristaps Porzingis, y el renacido veterano, Carmelo Anthony, como imparables estiletes. 

Demasiado para unos Nets que, tras cruzar el Hudson para afincarse en Brooklyn en 2012, parecen haberse convertido en el “Atleti” de la NBA. Un equipo con leyenda perdedora pero capaz de enganchar a un barrio con alma y reinventar una rivalidad setentera. Y es que estos Madrid-Atleti de la NBA están empezando incluso a superar a los “caóticos partidos que implicaban a la ciudad entera dando lugar, a menudo, a fatalidades”, como se definían los partidos celebrados en la ciudad de Derby, en los que el campo de juego estaba entre el molino de las monjas en el norte y el obstáculo de la horca en el sur de la ciudad.

MELO, EL RAÚL DEL BASKET

Estrella incontestable de los Knicks, Carmelo Anthony nació y creció aprendiendo a jugar en las calles de Brooklyn, de donde emigró para iniciar una brillante carrera NBA que le ha llevado a ser un icono en la Madison Avenue. El alero, sin embargo, cree positivo que su barrio haya recuperado una franquicia con la que sentirse identificado, ya que “ahora los jóvenes de Brooklyn tienen un equipo que pueden considerar suyo".

"Ya están creciendo bajo la existencia de los Nets y se empiezan a sentir de esa franquicia. Será divertido verlos convertirse de los Knicks a los Nets en contra de la opinión de sus familias”, bromeaba Melo al final del último derbi neoyorquino. Y es que “empieza a haber rivalidad en todos lados: familias, pistas de baloncesto, las calles… y eso es positivo porque se habla más de nuestro deporte”, afirma esta estrella con similitudes a lo vivido por Raúl González en el Real Madrid tras ser parte de las categorías de base del “Atleti” y acabar convertido en uno de los mitos de la casa blanca.

Camino similar al emprendido por otra estrella, pero del micrófono, como Bob Rosen, el periodista más veterano del Madison Square Garden. Una institución que, rondando los 90 años, continúa asistiendo a ver a unos Knicks a los que sigue desde los años 40. Él vive en Brooklyn desde 1939 y es de los que piensa que “New York sólo ha tenido un equipo”, aunque también reconoce que la tendencia está cambiando.

HERIDAS SIN CICATRIZAR

Ya desde 1976 se veían venir los nubarrones. Debido a la fusión ABA-NBA, los Nets se vieron obligados a indemnizar a su rival con 4.8 millones de dólares por “invadir su territorio”, lo que sumado a la cuota de expansión NBA empujaba a los campeones de la ABA a desprenderse de su estrella, Julius Erving. Una afrenta difícil de digerir traducida en años de mediocridad deportiva. Cuando una temporada después decidieron volver a New Jersey, otra denuncia de los Knicks –esta vez por violar su programa de expansión- añadía cuatro millones extra a su lista de gastos. Imperdonable.

36 años después, los Nets decidieron regresar a Nueva York y sus viejos rivales se apresuraron a remarcar las distancias esbozadas por Rosen: "Pueden caminar como nosotros, incluso hablar como nosotros, pero nunca serán como nosotros", rezaba su campaña de marketing. Así se desenterraba un hacha de guerra que obligaba a mediar al mismísimo comisionado David Stern tras las declaraciones del magnate ruso Mikhail Prokhorov, propietario de los Brooklyn Nets, calificando a su homónimo James Dolan como “that little men”.

¿SEVILLA O BETIS?

“En algunas cosas, este partido se parece al Sevilla-Betis, aunque no han venido tantos fans de los Nets como se movían en los derbis sevillanos”, reconoce un Kripstaps Porzingis en vena tras ser nominado Novato del mes y firmar su décimo doble-doble de la temporada (más de 10 puntos y 10 rebotes en un partido). Este seguidor del Sevilla FC ha alucinado con “el ambiente generado en torno a mi primer derbi en Nueva York, donde todo se vive con una dimensión mucho mayor que en una ciudad como Sevilla”.

José Calderón, por su parte, cree que “el partido se puede parecer más a un Madrid-Estu”. El Madison reconoce la generosidad del base español, lo mismo que su entrenador Derek Fisher, quien tiene claro que “con jugadores como José en pista todo es más fácil, porque antepone el bien del equipo a sus estadísticas. Es capar de anotar un punto e irse feliz a casa porque repartió 10 asistencias y, sobre todo, porque el equipo jugó como un grupo unido y compacto. Es el camino”. Lo reconoce alguien que sabe bastante de dirigir en la pista, como acreditó coronándose campeón de la NBA con los Lakers en cinco ocasiones.

BARGNANI SE PASA AL LADO OSCURO

Muchas han sido las estrellas que en España cambiaron el Manzanares por Chamartín, protagonizando célebres éxodos que marcaron algún inolvidable derbi. Desde Santiago Bernabéu a Hugo Sánchez, pasando por Bernd Schuster. Pero los jugadores que ponen coherencia a estas rivalidades intestinas son una rara avis que, en este caso, recorrió el camino inverso: Andrea Bargnani vivió lastrado por las lesiones en el Madison el año pasado, por lo que esperaba este regreso con una especial motivación rota a causa de otra inoportuna lesión.

Triste coincidencia que representó el “No. I can’t” de una rivalidad que vivirá nuevos capítulos en una temporada en la que los Nets amenazan con cobrarse una dulce venganza en el Barclays Center. Bien haría el gato de Robin López en no pasear ese día por Brooklyn. La espada láser de Brook puede andar cerca.

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