Ahora que la retirada está cercana, a todo buen amante del baloncesto europeo le vuelve a la memoria la imagen de Manu Ginóbili rodeado de Antoine Rigaudeau, Marko Jaric o un barbilampiño -casi como ahora- Marco Belinelli. En el banquillo, Ettore Messina. Fue en aquel final de la temporada 2000-01, en aquella final de Euroliga, cuando el Saski Baskonia, TAU Cerámica por aquel entonces -inolvidable el trío argentino Oberto-Scola-Nocioni junto a Elmer Bennett-, estuvo más cerca que nunca de ser campeón de Europa. Sin embargo, el triunfo, como les ocurrió a los italianos, no habría sido pleno, no habría sido válido 100%.

El título de la Kinder será siempre recordado como un triunfo a medias, al 50%, porque el otro 50% correspondía al Panathinaikos, que se había impuesto en una final a partido único al Maccabi Tel Aviv en la final de la Suproliga, la competición paralela, también reconocida como título europeo, de los clubes fieles a FIBA Europa y como contraposición a la Euroliga, creada aquel mismo año por la ULEB (Unión de Ligas Europeas de Baloncesto).

Hay que remontarse 15 años atrás, los mismos que en la temporada 2015-2016 cumple la máxima competición continental del deporte de la canasta. Tres lustros de paz que han llegado a su fin. El martes, los 11 clubes con categoría A dentro de la ULEB (Real Madrid, FC Barcelona y Saski Baskonia son los equipos españoles presentes) anunciaron la firma de un acuerdo junto a la empresa de representación deportiva IMG para formar una joint venture, o mejor explicado, una alianza comercial, que supone una nueva fractura entre FIBA Europa y la ULEB.

La FIBA, la organización mundial, no la europea, decidió en 2013 reconstruir los calendarios, eliminar la coincidencia del Mundobasket con el Mundial de fútbol pasando su competición a los años impares y reconvertir el Eurobasket en un torneo a celebrar cada cuatro años y no cada dos como sucede hoy día. Medidas que, en mayor o menor medida, afectan a los calendarios de las competiciones domésticas. Detalles mínimos que se suman al afán de la federación europea por hacerse con el control de la gran competición continental que, además, argumentan en la nefasta gestión que ha tenido por parte de los propios clubes y los réditos muy inferiores que se han conseguido respecto a las expectativas generadas.

No alcanzaron un acuerdo en el inicio de aquella temporada 2000-2001 y tampoco lo han alcanzado esta vez. La ULEB, con el acuerdo de sus 11 equipos A, ha decidido establecer una alianza con, quizás, la mayor empresa de gestión deportiva a nivel mundial y, una vez más y a pesar de ofrecer un sitio en la mesa a la FIBA, volar por su cuenta.

Sistema de competición

Además de los 11 equipos con categoría A, entrarían el campeón de la Eurocup, tres campeones de ligas nacionales y otro equipo más que saldría de una liguilla previa de ocho equipos. Así del formato de grupos con 24 equipos pasará en la temporada 2016-2017 a una Euroliga de 16 en un formato de todos contra todos en el que los ocho mejores disputarán un playoff al mejor de cinco partidos hasta llegar a una Final Four con los cuatro mejores equipos de la temporada de donde saldrá el campeón.

Modificaciones más que necesarias a la competición y que, de hecho, coinciden plenamente con el modelo deportivo que FIBA Europa presentó a los clubes en su intento de unificar el baloncesto continental. Sin embargo, el acuerdo con IMG, firmado para los próximos 10 años, garantiza a los clubes un fijo de 36 millones de euros por temporada más variables y acerca el formato y los sistemas de control a los que tienen las franquicias de la NBA. Un viejo anhelo que ahora parece más cercano que nunca: una liga europea propiamente dicha que, con el tiempo, podría convertirse en un división más y dar el salto definitivo.

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