La historia del atletismo es una lucha perpetua contra el dopaje. Una pelea eterna contra los tramposos que, históricamente, también ha incluido los problemas con los deportistas que cambiaban de sexo y multitud de atletas andróginas. El último caso, y quizás más el sonado, ha sido el de la sudafricana Caster Semenya, campeona del mundo y campeona olímpica de 800 que desde el mismo día que pisó el tartán a nivel internacional fue sometida a un escrutinio que probablemente ni siquiera vivieron las atletas de la extinta República Federal Alemana.

El caso de Semenya y algunas otras deportistas obligó a la IAAF (federación internacional de atletismo por sus siglas en inglés) a tomar medidas, lo que implicó un mayor control de estas atletas. De esos controles ha nacido una nueva normativa para las "atletas con disfunciones en su desarrollo sexual".

Según esta ley, aquellas atletas con una elevada producción endógena de testosterona tendrán que reducir sus niveles por debajo de los 5 nanomoles por litro durante un periodo continuado de al menos seis meses para competir en pruebas femeninas y ver reconocidas sus marcas. Si no lo hacen así, deberán cambiar de prueba o competir como hombres. La norma se aplicará a las atletas participantes en las carreras de distancias entre los 400 metros y la milla y entrará en vigor el 1 de noviembre de este año.

Hasta ahora, el umbral de tolerancia estaba en los 10 nanomoles por litro, que se reduce a la mitad porque, según estudios a los que alude la IAAF, una mayor proporción "aumenta un 4,4% la masa muscular, entre un 12 y un 26% la fuerza y un 7,8% la hemoglobina".

Aquellas corredoras que antes de noviembre no consigan rebajar sus niveles altos de testosterona por debajo del límite establecido (por ejemplo mediante el consumo de anticonceptivos, sugiere la IAAF), "no serán vetadas", pero sólo podrán competir como mujeres "en otras distancias o en cualquier prueba no internacional" o "como hombres, sin restricción de nivel o disciplina". También podrían hacerlo libremente en caso de que la competición ofreciese una clasificación "intersexos o similar".

La norma no se refiere a todos los casos de hiperandrogenismo, para dejar fuera a las mujeres que padecen síndrome de ovario poliquístico. Las deportistas serán sometidas a controles aleatorios para comprobar que están por debajo de los niveles establecidos. Si no es así, serán apartadas de la competición durante seis meses.

Asegurar una competición justa

La nueva regla no cuestiona, aclara la IAAF, "la identidad sexual o de genero de las atletas con disfunciones en su desarrollo sexual", sino que pretende "asegurar una competencia justa".

El tratamiento para rebajar los niveles elevados es "un suplemento hormonal similar a la píldora anticonceptiva que toman millones de mujeres en el mundo". "Bajo ninguna circunstancia", advierte, se exige a las atletas que se sometan a "cambios anatómicos quirúrgicos".

El organismo se compromete a tratar todos los casos con total confidencialidad. "Cualquiera que la rompa, que acose o que estigmatice a las atletas o atente contra su dignidad o su privacidad será sometido a una sanción disciplinaria", señala. Los casos se tratarán desde un punto de vista estrictamente médico, nunca "como una caza de brujas basada solo en la apariencia física".

Defensor del atleta

La regulación contempla el nombramiento de un 'defensor de la atleta' que le proporcione asistencia e información cuando la requiera. "Esta revisión de las reglas no obedece a un asunto de trampas. Ninguna atleta con diferencias en su desarrollo sexual ha hecho trampas", ha declarado el presidente de la IAAF, el británico Sebastian Coe.

"Se trata de igualar el campo de juego para asegurar que el éxito viene determinado por el talento, la dedicación y el esfuerzo, y no por otros factores", ha añadido en un comunicado de la federación.

Según la IAAF, los niveles habituales de testosterona en una mujer oscilan entre 0,12 y 1,79 nanomoles por litro de sangre; en los hombres, entre 7,7 y 29,4. Sólo un tumor o una disfunción en el desarrollo sexual justifican en una mujer una proporción superior a 5, afirma el organismo.

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