Andreas Brehme, campeón del mundo en 1990 con Alemania, pasó de ganar ingentes cantidades de dinero a quedar sepultado por las deudas -dicen, incluso, que llegó a limpiar retretes para poder comer-; Adriano, delantero promesa en el Inter, se ahogó entre drogas y alcohol hasta acabar pidiendo ‘asilo’ en una favela; y Paul Gascoigne, leyenda del fútbol británico, precipitó su caída deambulando entre bares. Todos ellos, en algún momento, estuvieron en lo más alto; y todos ellos, más tarde, tuvieron problemas. Son, en cierto modo, los ejemplos más representativos de deportistas caídos en desgracia. Y, aunque lo suyo no es lo normal, lo cierto es que cualquiera, por mucho que haya ganado, tiene que enfrentarse tras la retirada a un drama: qué hacer con su vida. ¿Y cómo lo hacen? EL ESPAÑOL habla con tres exdeportistas sobre su experiencia: Luis Pasamontes, exciclista del Movistar Team, entre otros equipos; Chus Rosa, olímpica con la selección de hockey en Atenas 2004 y Pekín 2008; y Roberto Parra, atleta olímpico en Sídney 2000.



Para evitar casos como los anteriormente mencionados, hay instituciones que han buscado ayudar a los deportistas a llevar esa transición entre deporte y empresa. El CSD, por ejemplo, a través del PROAD (Programa de Atención a Deportistas de Alto Nivel). Y el COE (Comité Olímpico Español), en otro orden, se ha sumado a lo hecho por la Fundación la Caixa, que desde 2006 y a fecha de septiembre de 2016, ha conseguido asesorar a 109.000 deportistas para conseguir puestos de trabajo. A esto hay que sumarle la ayuda de la UCAM (Universidad Católica de Murcia), que da flexibilidad para que los inscritos en diferentes grados puedan compaginar formación y entrenamiento. Pero bien, ¿es suficiente con éstas y otras iniciativas similares? No parece, pero dejemos que hablen los deportistas.



Líder de su vida; gregario en la de otros



Luis Pasamontes, ciclista durante más de doce años, entre otros equipos, de Caisse d’ Epargne y Movistar Team, se retiró en 2012 tras competir en el Tour, el Giro o la Vuelta. Y entonces es cuando tuvo que tomar las riendas de su vida. “Yo siempre tuve claro que necesitaba una formación paralela para después. Estudié ADE (Administración y Dirección de Empresas) y un MBA de gestión deportiva en la escuela del Real Madrid. Pero, cuando lo dejé, me encontré con que mi lista de contactos estaba vacía. Conocía masajistas, directores deportivos… entonces sales a un mundo que desconoces y te tienes que adaptar”.

Luis Pasamontes con el Movistar Team.



De esa necesidad nace su empresa, Challenge 359, que trata de guiar a los deportistas que, estando cerca de su retirada deportiva, buscan hacerse hueco en cualquier ámbito laboral. ¿Y cómo lo hacen? Luis, que desde su retirada ha trabajado como comentarista, mentor y coaching, entre otras cosas, lo explica: “Nosotros realizamos charlas para que sepan cómo trabajamos, pero lo ideal es que el deportista se acerque y hable con nosotros. Conocemos sus inquietudes, sabemos lo que quiere hacer y, a través de personas expertas, le asesoramos desde un punto de vista neutro. Cuando estamos en la élite nos acostumbramos a que nos lo hagan todo, pero después tenemos que coger las riendas de nuestra vida”.



A través de Challenge 359, Luis Pasamontes cuenta su experiencia personal e intentar ser, como dice en su página web, gregario de otros. “Me parecía demasiado egoísta no trasladar todo lo vivido a quien lo necesita”, confiesa. Y, cuenta, obviamente, todas las dificultades que tienen cuando están en lo alto del profesionalismo: “Por ejemplo, estaría bien que las federaciones colaborasen para que al deportista le llegue información. Muchas veces estamos metidos en una burbuja y necesitamos de otras vías para que ésta se rompa”.



Acabar sin estudios



Luis Pasamontes estudió, pero la mayoría de los deportistas no lo hacen, bien por lo que implica la competición, o bien por las dificultades que les supone. Es el caso de Roberto Parra, récordman de España Júnior de 800 metros en 1995 como campeón de Europa (1:45.90), ganador de 14 títulos nacionales (siete absolutos), y olímpico en Atlanta 96 y Sídney 2000. Él hizo una intentona por sacarse Magisterio de Educación Física primero y Fisioterapia después, pero no terminó ninguna. “En nuestra época, en la de Fiz, Antón, Cacho… la apuesta por el deporte era del 500%. Y ese es el error que cometimos muchos”.



Roberto Parra fue profesional desde 1990 hasta 2006 y entonces, como Luis, tuvo que enfrentarse a la vida real. Pero él decidió hacerlo de otra manera. Por circunstancias de la vida, pasó a formar parte de la Asociación de Deportistas de Castilla la Mancha, llegó a ser jefe de Relaciones Institucionales del Área de Deportes de la Fundación Cultura y Deporte de CLM y de ahí dio el salto a la política como Director General del Deporte en el gobierno regional encabezado por José María Barreda.



El atleta, natural de Socuéllamos (Ciudad Real), fue parte del gobierno regional hasta 2011, cuando la ahora ministra de defensa, María Dolores de Cospedal, ganó las elecciones. Entonces, se refugió en la política local y acabó formando parte de la oposición en su pueblo, pero ahí acabó su vida política. Ahora, y una vez apartado de ese mundo, se dedica a organizar carreras, planes de entrenamiento y, en general, todo lo relacionado con el deporte a través de su propia marca.

Roberto Parra llega a la meta. EFE



Sin embargo, a pesar de que su transición fue dulce, reconoce las dificultades que tenían los deportistas de su época. “Ahora las cosas han cambiado, pero no es suficiente. Hay planes muy buenos que están metidos en el cajón y que sólo necesitan voluntad política. Pero es que eso es poco. En mi época, por ejemplo, era muy complicado que te cambiaran un examen. Y luego nos dedicábamos al deporte al 100%. Pero esa apuesta por aquello sólo le salió bien a unos pocos que ganaron dinero gracias a las marcas, pero el resto eran proyectos de deportistas frustrados”, confiesa en conversación con EL ESPAÑOL.



Él tuvo la suerte de dedicarse a ello, aunque también reconoce que “renunciaría por tener un trabajo digno con el que mantener a su familia”. Aunque, dicho lo anterior, no exime de culpa a los deportistas. “Falta por enlazar el mundo laboral con el de la competición. Ahora mismo, cuando uno sale de la burbuja en la que está metido, sale atontado porque ha sido el centro de atención. En ese momento alguien te tiene que coger de la mano y decirte: ‘Por aquí’. Y, por otra parte, si fuéramos menos egocéntricos y estuviéramos más unidos, muchos de los planes que están metidos en el cajón se pondrían en marcha. Hay mucho talento personal desaprovechado al que las empresas podrían sacar rendimiento”, concluye.



Ejemplo involuntario de cómo formarse y competir



Al contrario que Roberto, Chus Rosa (Madrid, 1979) sí que ha compaginado durante toda su carrera estudios, trabajo y deporte. Y, aunque con dificultades, ha conseguido sacarlo todo adelante. Ella, jugadora todavía del Club de Campo de hockey y olímpica con España en Atenas 2004 y Pekín 2008, empezó a jugar con la selección en el año 2000 y dos años después acabó INEF (Ciencias de la Actividad Física y el Deporte). Hoy, trabaja como responsable de instalaciones de la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz.



Ella, sin querer, es el ejemplo de deportista que ha sabido compaginarlo todo. “Dentro de la dificultad, he tenido facilidades. Por ejemplo, en la Universidad, el decano vino a avisarme de que me tenía que ir porque me habían convocado con la selección. Y, antes de acudir a los Juegos de Atenas, pude dejar el trabajo seis meses sin que mi jefe dejara de pagarme”. Así, Chus Rosa ha ido trabajando, compitiendo y estudiando sin parar hasta que encontró su actual puesto: “Hubo una conferencia política y allí expuse los problemas que teníamos. Interpretaron entonces que había tenido dificultades y me dijeron que les enviara el currículum. Cuando vieron que además tenía formación, desarrollé un proyecto de calidad a través de una consultora y decidieron contratarme en el Ayuntamiento de Torrejón. Y ahí llevo ocho años”.

Chus Rosa en Pekín 2008.



No obstante, lo suyo es algo casual. Otros compañeros, reconoce, no han tenido la misma suerte. “Conozco gente que ha estudiado medicina, pero que han tenido que cortar con sus carreras deportivas antes de tiempo”, confiesa. Y pide soluciones: “El sistema no facilita una baja laboral por competición. Hay bajas de maternidad, por enfermedad, pero no para ir a unos Juegos Olímpicos o a un Mundial. Y luego, por otra parte, hay otro problema: hay deportistas que se retiran mayores y sin experiencia. En ese caso, estaría bien que hubiera un programa para facilitar su incorporación al mercado laboral”.



Chus Rosa, Luis Pasamontes y Roberto Parra. Tres historias, tres experiencias y diferentes trabajos. Todos, en cualquier caso, ejemplos en los que pueden mirarse los que vienen por detrás: los que empiezan, los que ven caducar sus días y los que todavía se lo están pensando. Tres ejemplos, en cualquier caso, para que no haya más Adrianos o Gascoignes. Y, por qué no, para que las instituciones tomen nota de un problema que a menudo pasa desapercibido.

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