La Policía colombiana ha detenido a Alberto Beltrán Niño, cabecilla de la trama internacional de dopaje genético desarticulada hace cuatro años en España con la operación Skype. El arresto del médico colombiano de 52 años en un gimnasio del norte de Bogotá se trata de la segunda ocasión en que era arrestado por el mismo caso. La otra vez había sido el 7 de marzo 2012, cuando la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra desarrollaron una operación que cerraron con diez detenidos. Beltrán niño pasó entonces un tiempo en prisión, pero se esfumó cuando quedó en libertad con cargos. Hasta hace algo más de tres semanas, cuando se culminó la petición de ayuda a Interpol del juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, cursada el 27 de octubre de 2014 en relación a la operación Skype. En breve Colombia lo extraditará a España.

Cuando la Policía Nacional lo arrestó en 2012 en el aeropuerto de Barajas, Beltrán, que se había afincado en Baréin poco después de obtener la nacionalidad española en 2009, se disponía a tomar un avión a Bogotá. Los agentes le encontraron en una maleta varios viales de dos sustancias que no se esperaban: Aicar y TB-500. La primera, un modulador genético, se conoce también como píldora del ejercicio y provoca que el músculo crea que se ha entrenado, sin que eso haya sucedido realmente. Simula el ejercicio, por lo que también se la ha llamado píldora del sofá.

Una operación nacida de dos confesiones

Aquel día, del TB-500 que también le incautaron, apenas se sabía que era indetectable en los controles y que sólo se había probado en caballos, a los que ayudaba en la recuperación después de los esfuerzos. “Soy veterinario, y eso es para caballos”, dijo a los agentes. Aseguraba que estaba al cargo del cuidado de 300 ejemplares de un familiar de la casa real del sultanato de Baréin. El dopaje genético había llegado a España.

La operación Skype nació de las confesiones de dos deportistas que habían dado positivo. En 2010, después de dar positivo positivo por EPO Cera en el campeonato de España de 3.000 obstáculos, José Luis Blanco contó a la Guardia Civil que la había comprado en una tienda de Mataró. Blanco, que luego colaboró con los Mossos, no era el único atleta que compraba allí.

El otro deportista que contribuyó a la desarticulación de la trama fue el ciclista David García, que dio positivo por EPO Cera cuando disputaba la Vuelta a España de 2010 con el equipo Xacobeo. “No sabía qué producto estaba tomando, pero sí, era consciente de que me estaba dopando”, contó un año después en una entrevista en La Voz de Galicia, en la que explicó sus motivos: “Por la ambición de seguir siendo ciclista y por la incertidumbre que vivíamos en el equipo. No sabíamos si el Xacobeo seguiría. Yo no tenía ninguna oferta para el 2011”.

A lo que no quiso contestar es a quién le había proporcionado la sustancia: “No voy a decir su nombre públicamente. Recurrí a un preparador ajeno al Xacobeo, que me vendió la panacea, algo que según él era indetectable y que iba a mejorar mi rendimiento. Tras días de dudas, tomé la decisión. Pero no sabía que era EPO. Sería un suicidio tomarlo voluntariamente en una Vuelta, donde se pasan muchos controles. Desde que me anunciaron el positivo con EPO supe que me habían engañado y lo asumí”.

Beltrán, conexión ente las confesiones

A quien sí confió su identidad fue a la Policía. Alberto Beltrán Niño era un viejo conocido de los bajos fondos con un reguero de casos de dopaje a sus espaldas, que ya se había topado con la Policía en 2001. Entonces, cuando era el médico del equipo Selle Italia, lo pararon en una autopista cerca de Módena y lo detuvieron con un cargamento de sustancias prohibidas en el coche que conducía. En 2006, cuando se ocupaba del Kaiku, echaron a Serrano de la Vuelta a Murcia por hematocrito demasiado alto. En 2009, con el Liberty portugués, tres de sus ciclistas dieron positivo por EPO Cera en la Vuelta a Portugal: Héctor Guerra, Nuno Ribeiro e Isidro Nozal. También dejó rastro en las competiciones de traineras en el Cantábrico.

El nombre de Beltrán conectaba además las confesiones de David García y José Luis Blanco. Aparecía en ambas, según los investigadores como jefe de lo que definieron como “una red criminal de abastecimiento internacional dedicada al tráfico de sustancias dopantes”.

El mismo día que a él la Policía y los Mossos detuvieron a otras nueve personas en lo que fue la operación Skype. Entre ellos, el también colombiano Neftalí Malagón, de 51 años, un enfermero en un centro de diálisis donde robaba EPO y recetas, y que se suicidó pocos días después ahorcándose en Mataró. También detuvieron al propietario de la farmacia de Mataró epicentro de la distribución y a dos marroquíes que actuaban como mulas y enlace con la rama madrileña de la red. En la capital se realizaron varias detenciones más, como la del entrenador de Marta Domínguez, César Pérez, también implicado en la operación Galgo. 

Este jueves las autoridades colombianas lucieron el arresto de Alberto Beltrán como la captura del “rey del dopaje mundial”, y se felicitaron por la colaboración internacional y entre organismos del país: “Es la primera vez que nosotros logramos este tipo de cooperación con la Policía Nacional para llevar a cabo el seguimiento y la captura de una persona que ha sido requerida por temas de dopaje en otro país. Este es el primer ejemplo en el área panamericana después de Estados Unidos y Canadá en el cual una Agencia Nacional Antidopaje obtiene estos resultados gracias a la Interpol”, aseguró el médico Orlando Reyes, Coordinador del Grupo Nacional Antidopaje de Colombia.



Ahora espera en la prisión bogotana de La Picota su traslado a España, el regreso al aeropuerto de Barajas, donde lo alcanzó la primera vez la operación Skype.

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