Parece algo lógico, incluso evidente, que los trabajadores de cualquier empresa rinden mejor si están contentos: cobran religiosamente cada mes, tienen un sueldo acorde a sus responsabilidades y, sobre todo, se sienten valorados y partícipes dentro del grupo. Todo esto, que parece algo razonable, no siempre es así. De hecho, en los equipos de fútbol, a poco que uno sepa cómo se manejan los vestuarios, es imposible que se den tales circunstancias al mismo tiempo. Pero, en el Barcelona, esta temporada, Luis Enrique ha conseguido que, con alguna excepción, la mayoría se sientan satisfechos: todos los miembros de la primera plantilla han tenido minutos.



En el último partido, el técnico del Barcelona cerró el círculo con una defensa (Aleix Vidal, Vermaelen, Piqué y Jordi Alba) y un centro del campo (Sergi Roberto, Rakitic y Arda Turan) inéditos. Y el juego no se vio afectado en exceso. El Barcelona se impuso con facilidad contra el Granada (4-0) con tres goles de Messi y otro de Neymar. Como si estuvieran los de siempre, sin aristas en la zaga ni diferencias en la medular (64% de posesión en muchas fases del partido). “Todos los jugadores son importantes porque en algún momento van a tener que ayudar al equipo. Ahora tengo más posibilidades y quiero repartir más los minutos. En los meses finales habrá que llegar en las mejores condiciones y para eso necesitamos a todos”, concluyó Luis Enrique.



El técnico azulgrana podría no haberlo hecho así. A principio de temporada, cuando Ter Stegen falló, no le retiró su confianza. Y tampoco lo ha hecho con Mathieu, al que en alguna rueda de prensa llamó la atención. En realidad, el único frente que tiene abierto a día de hoy es el de Bartra, que habría estimado la posibilidad de buscar otro equipo en el mercado de invierno ante la falta de minutos. ¿Dejará el club? Eso está por ver. Lo cierto es que con la incorporación de Aleix Vidal y Vermaelen -ambos titulares contra el Granada- sus oportunidades de jugar se reducen.

Turan, clave contra el Granada

Con la incorporación de los fichajes de este verano, a Luis Enrique se le abren infinidad de posibilidades. Sobre todo, con la incorporación de Arda Turan. El turco, que lleva dos partidos como titular, estuvo correcto contra el Espanyol y brilló ante el Granada: le dio la asistencia del primer gol a Messi y dejó pasar entre las piernas un pase para que el argentino culminara su hat-trick. Con esos dos gestos, sutiles y delicados, se ganó al Camp Nou. Como si llevara toda la vida por Barcelona, jugando al toque cual canterano, sin que se echara de menos a Iniesta.



Con algo menos de magia, pero con la misma determinación, reapareció Sergi Roberto contra el Espanyol. Sustituyó a Busquets y de paso mandó otro mensaje a Luis Enrique. Cumplió a rajatabla el artículo 34 del Estado de California que gustaba de mentar Andrés Montes: “Hago lo que quiero, cuando quiero...”. Porque da igual en la demarcación que actúe, siempre lo hace bien. Con él, las posibilidades son infinitas.



En defensa, como en el centro del campo, la incursión de Aleix Vidal y la recuperación de Vermaelen ofrecen a Luis Enrique infinitas posibilidades, con sólo un problema por resolver: la delantera, donde 'Lucho' no ha encontrado un relevo de garantías para la MSN, con Sandro y Munir como alternativas no fiables. Sin descartar a ninguno para el futuro, pero sin capacidad para hacer frente del todo al presente. Con una gestión, merced a los resultados, impecable hasta el momento.

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