• 1 de 10

    Un cuadro para una nación

    'El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga' es el único caso de un cuadro de temática histórica encargado por el Estado a un pintor y destinado al Museo del Prado. El gabinete liberal de Práxedes Mateo de Sagasta seleccionó a Antonio Gisbert en 1886 para realizar la obra, que se convirtió en un elemento simbólico de la construcción de la nación española desde la perspectiva de la defensa de la libertad y del triunfo sobre el absolutismo. Representa el instante anterior al fusilamiento del general José María Torrijos y sus compañeros el 11 de diciembre de 1831, ordenado por Fernando VII. Habían sido víctimas de una emboscada preparada por el gobernador de Málaga, Vicente González Moreno, quien les había asegurado el éxito de una rebelión contra el rey. Se les acusaba de "alta traición".

    Museo del Prado
  • 2 de 10

    José María Torrijos (1791-1831)

    El militar ejemplificó el liberalismo insurreccional español que se rebeló contra la monarquía absolutista para establecer un régimen constitucional. Torrijos luchó en la Guerra de la Independencia, fue encarcelado tras la restauración de Fernando VII y en el Trienio Liberal (1820-1823) fue nombrado ministro de la Guerra. Hombre culto, amigo del marqués de Lafayette, héroe de la independencia de EEUU, y de los grandes poetas románticos como José de Espronceda, se exilió en Inglaterra tras negarse a ir a América para luchar contra el independentismo. Desde Gibraltar orquestó un nuevo pronunciamiento, pero en el trayecto a Málaga su embarcación fue abordada por el guardacostas Neptuno. Le arrestaron junto a sus hombres de confianza, les condenaron a muerte y les ejecutaron en la playa de San Andrés de Málaga.

  • 3 de 10

    Francisco Fernández Golfín (1767-1831)

    Es el personaje de mayor edad entre los fusilados. Hijo del IV marqués de la Encomienda, había ingresado muy joven en el ejército, combatiendo como coronel de Infantería en la Guerra de la Independencia. Tras ser nombrado ministro interino de la Guerra en Cádiz en 1823 se exilió al año siguiente; y como miembro de la Junta de Lisboa fue uno de los que ofreció la Corona española a don Pedro, emperador de Brasil. Tal y como lo pintó Gisbert, a Golfín "no [le] hacen falta los ojos en la cara del vendado para expresar la audacia con que se levanta su espíritu libre sobre las pequeñeces de la tiranía, ni para expresar la arrogancia con que el representante de las libertades populares desdeña a los que no podrán aprisionar la idea por la que va a verter su generosa sangre".

  • 4 de 10

    Manuel Flores Calderón (1775-1831)

    Si Torrijos representaba la máxima autoridad militar de la “Junta ejecutiva para el alzamiento de España a favor de la causa de la libertad”, tal y como firmaban sus documentos en busca de apoyos, Flores Calderón era la civil. Fue el presidente de las Cortes durante el Trienio Liberal, se exilió a Londres tras la restauración de Fernando VII y fue uno de los firmantes del ‘Manifiesto a la Nación’. El fray Antonio Martín Moyano, su confesor antes del fusilamiento, encomió en una carta “su semblante apacible en aquella noche, su tranquilidad y bello modo (…) Nada de lamentarse de su suerte, ninguna queja contra persona alguna; nada de enemigos, los que decía [que] no había conocido”.

  • 5 de 10

    Juan López-Pinto (1788-1831)

    El teniente coronel de Artillería era amigo de la infancia de Torrijos. Ambos participaron en 1823 en la defensa de Cartagena, en el marco de las operaciones de resistencia contra los Cien mil hijos de San Luis y las tropas absolutistas. López Pinto se exilió en Francia, Bélgica e Inglaterra hasta que su colega le llamó ya desde Gibraltar, donde se reencontraron. En una carta fechada el 1 de octubre de 1831, hablaba de las dos posibilidades a las que se enfrentaban: “… si la suerte coronase nuestros esfuerzos tendremos la dicha de haber contribuido con cuantos sacrificios han estado a nuestro alcance al triunfo de la libertad, y si la fatalidad quisiera lo contrario, moriremos con honra y la posteridad nos hará justicia”.

  • 6 de 10

    Robert Boyd (1805-1831)

    Robert Boyd, fusilado con 26 años, dejó atrás una vida “limpia, clara, sin mácula”, según le confesó a su hermano en su última carta. Fue el personaje que contribuyó a incrementar el carácter internacional del suceso debido a su nacionalidad británica –había nacido en la ciudad de Londonderry, Irlanda del Norte–. De cabello rojizo y tez pálida, Boyd se hizo amigo y benefactor de Torrijos durante el exilio inglés de este, de quien admiraba su condición de héroe de la Independencia contra la invasión napoleónica. Abrazó la causa liberal hasta la muerte, que ni siquiera pudo evitar el cónsul inglés en Málaga por muchas gestiones que intentó.

  • 7 de 10

    Francisco de Borja Pardio (derecha)

    Este militar ya estuvo a punto de ser fusilado durante la Guerra de la Independencia tras caer prisionero de los franceses. En julio de 1820, al comienzo del Trienio Liberal, se encontraba en Madrid y le nombran comisario de guerra. Luego se vio obligado a exiliarse a Gibraltar en 1823. Es el hombres que en el cuadro de Gisbert enlaza con los personajes populares, formando un grupo con el hombre de la barretina y con el marinero vendado que viste camisa de rayas y faja.

  • 8 de 10

    La unión del pueblo con la burguesía

    El cuadro pronto se convirtió en un elemento simbólico de la construcción de la nación española. En el fusilamiento se producía la unión del pueblo con la burguesía revolucionaria, que había sido la base del triunfo del Sexenio Democrático (1868-1874). Gisbert lo pintó en un periodo en el que se restablecieron algunas de las medidas progresistas acordadas durante el Sexenio, como el sufragio universal, la Ley de Asociaciones, que favoreció la libertad sindical, y la Ley del Jurado, que lo establecía para asuntos de importancia social.

  • 9 de 10

    Los fusilados

    En primer término del cuadro, Gisbert, para conferir dramatismo a la composición, colocó a tres compañeros de Torrijos ya ejecutados en un recurso que recuerda a 'Los fusilamientos' de Goya. Nada más conocer sus muertes, Espronceda le cantó al militar y a sus seguidores un poema que decía: "Helos allí: junto a la mar bravía / cadáveres están, ¡ay!, los que fueron / honra del libre, y con su muerte dieron / almas al cielo, a España nombradía".

  • 10 de 10

    ‘Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo’

    Esta obra fue el primer gran éxito de Antonio Gisbert y le granjeó la ferviente estima de los liberales. La crítica al abuso del poder real y la presentación heroica de los comuneros, que pagaron con su vida la defensa de las leyes de Castilla y la libertad, hicieron que fuera adquirido por el Congreso, donde está expuesto. Se trata de un claro precedente de ‘El fusilamiento de Torrijos’.