Ismael Serrano no necesita presentación: es, de lejos, uno de los cantautores más poéticos, populares, profundos y políticos de nuestro país, un hombre en transición a símbolo. En la era del trap, de la frivolidad y de la laca y la purpurina donde parece que hay que pasárselo bien por cojones, Serrano se ha vuelto casi un artista extraño, de una lucidez incómoda y amarga, un filósofo en peligro de extinción: por eso es necesario reivindicar su mirada-cúter sobre las cosas, las espinas que propone, el viejo romanticismo que celebra -que es el nuevo: sólo hay uno-, su desprendida conciencia social, su autocrítica, su memoria histórica. 

Ismael ha escrito, desde siempre, las canciones de nuestra vida: ahora que nos tragamos una novedad pegadiza tras otra sin masticar -tan frescas y olvidables-, él viene a recordarnos que hay coplillas eternas, himnos que nos atravesarán hasta que seamos sólo hueso, cráneo y bastón. Porque hablan hondamente del ser humano y de sus pasiones y tragedias. Porque hablan de los duelos y las nostalgias y los fantasmas que nos habitan y que haremos bien en no eludir si no queremos convertirnos, como él dice, en una "sociedad infantilizada". Han pasado siete años desde su último álbum inédito, La llamada, y ahora llega su esperado Seremos. Siempre es el mejor Ismael. 

Cuando llegaron ellas, ¿qué pasó?

Que nos hicieron analizarnos de manera crítica, que nos enseñaron a mirar la realidad con otros ojos. Cuando llegaron ellas habla de esa ola de chicas jóvenes que se han ido incorporando, por edad, digo, a la lucha feminista. “Abrieron nuestra mente como un paracaídas…”. De eso habla la canción: de cómo nos han dado luz en un momento en el que estábamos viviendo muchos retrocesos en derechos y libertades.

En la vanguardia de la lucha por cualquier derecho social está el feminismo. Son la primera línea de confrontación contra el fascismo. Son las que mayor capacidad de movilización tienen. No sólo en España, pienso en Argentina con sus pañuelos verdes luchando por una ley que regule el aborto. Y en México, y en Chile, y en toda latinoamérica.

¿Qué tiene que aprender la lucha obrera de la lucha feminista?

Esa capacidad para establecer vínculos. Ese término de ‘sororidad’: la capacidad de identificarte con una mujer, que es tu compañera, tu hermana de alguna manera, esa capacidad de empatía. Parece una palabra denostada ahora, pero es necesaria. Es necesaria esa empatía para entender, incluso, desde el privilegio de ciertas mujeres en ciertas situaciones, la lucha y la tragedia ajena y saberse parte de un movimiento que te supera, que te trasciende. Están agotadas y hasta las narices de pasar miedo, las mujeres. Eso es una espita para que todo cambie. Están agotadas ante la indefensión.

¿Ha cambiado la forma del poeta o del cantautor de mirar a la mujer sobre la que siempre ha escrito, hay una nueva perspectiva de género en esa mirada hacia la antiguamente llamada ‘musa’?

Hay una revisión en términos generales, no solamente de lo que es la mujer, sino de las relaciones afectivas. Yo no soy muy partidario de analizar las canciones que hablan de desamor, porque se escriben desde un momento de dolor y hay que tratarlas como tal, pero sí es cierto que estamos revisando, todos, esa idealización de las relaciones afectivas y el tremendo componente de la posesión.

En todas estas cosas yo caigo en la cuenta a posteriori, claro. Yo he escrito canciones de desamor que estaban llenas de rencor. Por eso ahora he querido hacer, a mis 47 años, una canción de ruptura ¡pero bien! Romper bien, soltar, ser capaz de soltar… venía escuchando muchas canciones cargadas de odio y es cierto que el dolor nos miserabiliza en muchos aspectos. Tener esas contradicciones es saludable, siempre sin hacer un listado de canciones y decir cuáles están bien y cuáles están mal.

Bueno, es que son canciones, quiero decir: se escriben en estados de enajenación y no tienen que ser grabadas en piedra. Son pasiones humanas y las pasiones a veces tienen ese lado pérfido.

Exacto, tenemos que convivir con nuestras contradicciones pero es interesante que seamos conscientes de ellas. Yo a veces soy insoportable también. He escrito canciones de amor que son un puro chantaje.

¿Los poetas escriben siempre sobre las chicas malas, porque son las que dan el relato? ¿Quién escribe sobre las chicas buenas?

Es muy interesante esta pregunta. Escribimos, sobre todo, desde el dolor, para tratar de encontrar algo de belleza en los escombros. Identificamos a la gente que nos hace daño de manera inconsciente y casi instintiva como “malas personas”, pero no siempre es así. Las buenas personas también hacen daño.

Pero donde está el conflicto está el relato.

Sí, en literatura, en teatro, cuando escribes un guion… necesitas conflicto entre los personajes porque es el que forma el nudo. Y a menudo el personaje del malo nos resulta más atractivo que el protagonista, porque nos pone ante los ojos ese misterio, esa contradicción y esa oscuridad que nos plantean muchos interrogantes sobre nosotros mismos.

Hemos hablado del amor, pero, ¿qué sabes del sexo que no sabías con 18 años?

Ay, dios mío. No sé si muchas cosas más. Soy un tipo conservador en el sexo, eso creo. Me explico: me parece que hablar demasiado sobre cómo uno entiende el sexo desvela un cierto misterio. Joder, estoy sonando muy viejo de repente (ríe).

Tengo buenas amigas que hablan en programas maravillosos sobre sexo continuamente y tal, pero a mí me parece que el sexo es misterio, y que verbalizar ciertas cosas hacen que se pierda algo de gracia. No digo que haya que reprimirse, obvio. Y no me refiero a la educación sexual, por supuesto, sino al profundizar en ciertas intimidades, en ciertas cuestiones que pertenecen a la privacidad y que si se cuentan rompen un poco el juego de la seducción.

Si ponemos las cartas bocarriba, se acaba el juego.

Más que el juego, el misterio. El exhibicionismo me parece antierótico. Soy un señor mayor de educación católica. Me da la sensación de que la nueva generación ha confundido la idea de lo que es privado y de lo que es público. Las redes sociales nos han llevado a que todo sea público y que toda experiencia tenga que compartirse. Es un error a nivel político, porque tiene otro tipo de lecturas: damos tantos datos sobre nuestra vida que pasan a ser usados como objetos de consumo… se venden, se compran nuestros gustos y tendencias. Esto también tiene que ver con la sexualidad. Somos consumidores y como a tal se nos trata. Soy un tipo pudoroso al respecto, y me parece un peligro que renunciemos a nuestro ámbito de lo privado. Eso tiene un precio del que no somos conscientes.

Eres un cantautor que se ríe mucho de los cantautores. ¿Qué hay de ese arquetipo de llorones, blanditos, apocados? ¿Cómo estar dentro de él y fuera de él, cómo rodearlo?

Bueno, yo creo que yo ya empiezo a reivindicar el canon casi. Estoy en un punto en el que no me importa reivindicar esa figura. Es divertido.

Pero tienes mucha coña con eso.

Sí, pero es desde la defensa ese humor, ¿sabes? Porque creo que debe haber un espacio para la solemnidad. He estado en eventos, en cosas… y noto que a la gente la solemnidad le parece de mal gusto. La seriedad le parece una afrenta. Y yo no digo que haya que estar permanentemente en ese estado, pero sí que hay temas en los que ponerse un poco serios. Yo reivindico un espacio para eso. Me acuerdo de ese tuit que pusiste de “necesito canciones para llorar” y al que yo te contesté “he sacado en disco doble” (ríe).

Hombre, es que necesitamos expectorar.

Eso digo yo. Hay necesidad de cosas que nos hagan llorar o que nos ayuden a transitar ciertos duelos o ciertos estados de ánimo. Si perdemos esa capacidad, tendremos a una sociedad infantilizada, incapaz de afrontar el duelo o la tristeza. Estoy un poco harto de esta tiranía de que todo sea cachondeo y risa. Mira la televisión: sacas disco y tal, y vas a la tele, y todo tiene que hacerse desde la comedia. ¡Y a mí la comedia me encanta! Tengo amigos cómicos a los que adoro. Me lo pasé estupendo con Andreu, he estado en Ilustres Ignorantes y me lo he pasado de puta madre… pero es que todo es así. Si vas a la tele, tienes que ponerte una puta bata y hacer experimentos. Siempre pienso: joder, ¿qué haría José Luis Sampedro? ¿Qué dirían de él: “hoy viene a divertirse a El Hormiguero”…?

¿Qué cantarán nuestros hijos en su versión de ‘papá, cuéntame otra vez’?

Lo que están haciendo las mujeres. Han llegado a cambiar el relato, a escribir uno nuevo, y ese es el que le vamos a cenar an nuestros hijos e hijas.

Así que será ‘mamá, cuéntame otra vez’.

Exacto. La revisión de los cuidados, de nuestras relaciones afectivas, y ese largo etcétera. La gente se resiste de manera natural porque todo esto les enerva, ¿no? Como con el lenguaje inclusive. Enerva mucho. No sé si a ti te pasa.

No uso la ‘e’, pero me molestan muchas cosas en la vida y ésta no es una de ellas.

Eso es justo lo que me pasa mí. Que pienso que existen muchas cosas en la vida para enfadarse porque alguien diga ‘niñes’. Me parece que es un gesto que puede parecer ingenuo pero que tiene una carga de profundidad más grande y que puede resultar incluso enternecedor. Espero que el voto de las mujeres en Madrid sea determinante.

Pusiste un tuit muy interesante el otro día. ¿Por qué el comunista ya no cae bien, por qué ya no es ese chico simpático y soñador?

Bueno, tiene que ver con el cambio de paradigma que supuso el 15-M y la irrupción de Podemos, que le dio una patada al tablero e hizo que cambiaran muchas cosas. Hasta ahora, todo era una alternancia entre PP y PSOE, que se iban turnando en sus gobiernos, y de repente… ¡ah! Decía Casado el otro día que lo peor de la democracia es el multipartidismo. Uno de sus grandes problemas, dijo, cuando en realidad es la esencia de la democracia. Yo no entiendo nada, porque todo el mundo pone a Anguita como ejemplo y él decía cosas muy duras. Anguita hizo campaña por Podemos, pero ahora parece que está mal votar a Podemos si vienes de IU, no sé, cuando los programas son prácticamente iguales. Es la hostia: gente que en su puta vida iba a votar a Anguita le llenan de elogios para poner a parir a Podemos.

¿Crees que cuando pasen por aquí unas largas décadas, Pablo Iglesias podrá ser recordado como un nuevo Anguita, aunque ahora no seamos capaces de verlo?

Yo creo que sí se le reconocerá así, pero aún es joven. Sí será un próximo Anguita. Y ahora se habla de “gobierno socialcomunista”… vamos a ver, que no estamos hablando de colectivizar los medios de producción. El 15-M era socialdemócrata, pero se pedían cosas muy elementales. Aquí se habla de “medida revolucionaria y radical” cuando hablamos de algo tan crucial como regular los precios de los alquileres. Que no estamos hablando de expropiar a nadie. También dicen que de la irrupción de Vox tiene la culpa Podemos: sí, claro. Eso es una barbaridad. Y es porque la izquierda tiene esa vocación de derrota…

¿Como el Atlético de Madrid?

No, no como el Atlético de Madrid, yo creo, porque ellos sí quieren ganar (ríe). La izquierda siempre ha sido perdedora porque mucha gente de izquierdas se siente cómoda en la derrota. Les gusta estar encima de su columna y gritar a la gente desde la distancia con su superioridad moral, abroncando a la peña por sus contradicciones… ahí se sienten a salvo y están encantados.

¿Son mejores contra la derecha, en la oposición, digamos, que gobernando?

Les gusta más, yo creo. Se dice esto de “contra Franco se vivía mejor”. Bueno, es un poco la revisión de ‘Papá, cuéntame otra vez’, es otra forma de decirlo. Con respecto a la cultura y la izquierda me planteo muchas cosas cada vez que me llega el enésimo manifiesto… la verdad es que lo firmo pero con una pereza absoluta, porque estamos los abajofirmantes habituales.

Te sientes un funcionario.

Totalmente. Es como si tuviéramos un grupo de WhatsApp. No sé hasta qué punto los manifiestos son eficaces y si somos capaces de influir en la gente o de cambiar la realidad. A mí me parecería útil un manifiesto de izquierdas si apareciese Bisbal o Rociíto.

¿Les reclutamos?

Ojalá. Hay un punto de narcisismo. Cierta endogamia. Hay un parque temático de la cultura de la izquierda y nos sentimos encantados de vernos unos a los otros en nuestros actos culturales… que son ya como misas laicas. Algo sirve, sí, quizá por una cuestión de ánimo: nos hace ver que no estamos solos del todo, pero uno se cuestiona hasta qué punto eso tiene influencia real en el devenir político de la gente.

Siempre ha sido sorprendente que todos los de la ‘ceja’ -Sabina, Ana Belén, Víctor Manuel, etc- que también apoyaron a IU en Madrid cuando se presentó Luis García Montero, jamás defiendan a Podemos. ¿Qué le pasa a esa vieja izquierda cultural con Podemos?

Es una cuestión generacional. A ellos les duele el adanismo natural de Podemos. Hay un sentimiento de “yo estaba aquí antes y nadie me hace caso”. Se sienten excluidos, porque, además, Podemos impugna la cultura de la Transición. Hace una lectura crítica de la cultura de la Transición y muchos de ellos la representan. Es doloroso, yo lo entiendo, he estado en conversaciones que me han llamado la atención, porque gente que podía sentir afinidad ideológica por Podemos se sentía, en cambio, totalmente al margen del fenómeno.

No lo entendían, porque esa enmienda casi a la totalidad de la cultura de la Transición les parecía un insulto personal. La verdad es que de aquellos polvos, estos lodos. Todo eso nos ha traído hasta aquí. Lo del ladrillo no fue de la noche a la mañana: hablamos de una economía que ha tenido su motor en el turismo y en el ladrillo, con todas sus corruptelas en las instituciones, con todo normalizado… hay una visión idealizada de un período que tiene muchas sombras. ¿Te has leído El hijo del chófer?

No, ¿me lo recomiendas?

Pues sí, porque es una lectura de lo que pasó en Cataluña y de lo que fue el pujolismo. Cómo se construyó un relato en torno al nacionalismo que tiene que ver con la corrupción de Pujol y demás. Y cómo participaron los medios de comunicación de alguna manera. Hoy seguimos pagando ese coste.

Si yo te digo Ayuso, ¿tú qué me dices?

Que Ayuso representa el trumpismo castizo y faltón: esas dinámicas de internet que tienen que ver con el ruido, con el insulto, con las alusiones personales en política, con la falta de argumentos y con cierto populismo fascistoide. Yo quiero pensar que Ayuso no define Madrid. Madrid es muchas otras cosas, aunque también sea esto.

¿Qué verso de tus canciones le dedicarías a Ayuso?

Pues el mismo que en su día le dediqué en otra entrevista contigo a Casado: “Ruido de patriotas que se envuelven en banderas, confunden la patria con la sordidez de sus cavernas”.

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