El escritor Javier Cercas se frotaba las manos al fantasear con el título de su nuevo libro -un libro continuación de su Premio Planeta Terra Alta pero que también puede leerse de forma autónoma-, permitíanme la redundancia, Independencia, ambientado en 2025. “Es una palabra fantástica, ¿verdad? Adoro estos títulos polisémicos. Shakespeare está lleno de ellos. Umberto Eco decía que el mejor título de la literatura universal era Los tres mosqueteros, porque eran cuatro. En fin: independencia personal, general, económica, de criterio… las interpretaciones son dispares y la novela las tolera”, cuenta a este periódico.

“Y claro, también la independencia política, que para eso el libro está ambientado en Cataluña. Todas las palabras hermosas se las han quedado los secesionistas. Independencia, libertad, democracia… si quieres conquistar la realidad, conquista primero el lenguaje”, chasquea. “Eso lo han hecho magistralmente”.

Este libro orbita en torno al personaje Ricky Ramírez, la “contrafigura” de Melchor Marín -el mosso que conocimos en Terra Alta-, un tipo que está buscando la independencia de manera equivocada. “Arrímate a los buenos”, le dice la madre a Lázaro de Tormes. Y él hace lo propio, pero errando en eso de quién son los buenos: se junta con los poderosos y los ricos, “y ya sabes que esos siempre te acaban usando para sus propósitos perversos y luego te sueltan como a un clínex usado”.

Que salgan de las calles

Con amarga ironía, señala Cercas que en esta novela se retrata de algún modo lo que ha ocurrido en Cataluña en los últimos años: “Una élite económica sumida en crisis profunda decide presionar al poder central -Madrid- y saca a la gente a la calle con el carburante de la indignación, ofreciendo una salida, una utopía disponible, la de ‘vamos a separarnos de los españoles que son unos cabrones y nos roban, crearemos un país maravilloso donde todos seremos felices’. Sacaron a la gente a la calle con esas mentiras y la gente se las creyó. El problema es que ya no se quieren ir a casa. A la élite se les ha ido de las manos el tema, claro: ahora querrían que los niños dejaran de quemar contenedores”.

La democracia, dice Cercas, es el único instrumento que hemos descubierto para poner coto a la voracidad de las élites. Está enfadado, el autor, visiblemente enfadado. Habla alterado, el tema le cabrea. “Yo siempre he sido un tipo muy furioso, Lorena, lo que pasa es que lo disimulo muy bien. Estas novelas me han permitido sacar a la superficie esa furia. Porque parezco una persona razonablemente razonable, ¿verdad? Pero aquí puedo meter la parte maldita”, revela. “¿Que qué me ha puesto furioso? Pues lo que ocurrió en 2017, algo que pensé que jamás iba a ocurrir. Que uno de los lugares más privilegiados del mundo se partiera por la mitad me traumatizó. Se creó una atmósfera prebélica -es un término que usó Josep Fontana, patriarca de historiadores catalanes e independentista en la vejez-". 

Contra las élites

Él no insulta, asegura, a pesar de que a él sí le insultan por todos lados. “¡Me dicen lo que quieren! ¡Métete en cualquier parte, en las redes sociales o…! Pero yo intento ser lo más civilizado posible”. ¿Por qué él nunca se dejó tentar por esa élite, siendo un escritor tan prestigioso? ¿Por qué no quiso pertenecer a esos círculos de poder? “Porque creo que estoy aquí para intentar llevar una vida buena y para escribir lo mejor posible. No veo qué pinto yo con esa gente. Algunos son simpatiquísimos, ¿eh? Michael Corleone era simpatiquísimo, ¿verdad? Pero un escritor que no es independiente no es un escritor. Soy como un torero, si no tuviera coraje en esto, entendería que me habría equivocado de oficio”.

Es también una novela que pone el foco sobre la violencia que padecen las mujeres. Las asesinadas, las maltratadas, las violadas, las chantajeadas. De hecho, una banda coarta a la alcaldesa de Barcelona con un vídeo sexual de cuando era joven. “Me alegra que lo digas porque precisamente ese es uno de los temas centrales, y lo es por algo muy elemental: la mitad de la humanidad tiene puesto el pie en el cuello a la otra mitad, los hombres a las mujeres, y esto existe desde que el mundo es mundo, no se lo ha inventado Irene Montero ni el Me Too. Se matan mujeres en todas partes, se violan mujeres a diario, ¡es constante! Para cualquier persona decente esto es un horror”. Por eso Melchor toma la revancha -violentísima, extremadamente salvaje- contra estos malhechores.

“¡Bueno! Ahí descargo todo. George Bataille decía que todos llevamos una bestia dentro, tú, yo y todos, y está hecha de egoísmo, de furia, de dolor, de apetencia de muerte. La literatura sirve para que eso aflore. Comparado con Melchor Marín, Pablo Hasél es un socialdemócrata. No me titules por ahí”, ríe. “¡Comparado con Shakepeare, Hasél es de derechas! Pero claro, la gente no lee a Shakespeare y no lo sabe. Ellos se lo pierden”.

Quemar contenedores

Cree Cercas que “los chicos quemando contenedores son una filfa, no van a cambiar absolutamente nada”: “¿Cómo van a hacer daño a la élite? Hasél es un pijo, él es la élite, su familia es rica, y los que queman contenedores son hijos de familias ricas. Le quitarán, como mucho, el trabajo a un pobre desgraciado, a un trabajador, le quemarán su tienda… si estos muchachos quieren hacer la revolución en serio, que lean a Cervantes”.

“¿Tú sabes cómo es Hasél? Es un tío que va pidiendo por ahí la muerte de la gente, ¿saldrían a la calle por él si fuera neonazi, lo apoyarían? ¿Eso es libertad de expresión? Mira, no. La revolución política primero es moral, y eso se consigue leyendo a Cervantes y tomándose en serio la democracia”, reitera. “Y la política se hace consiguiendo cada vez que los ciudadanos tengan más poder, que controlen a las élites, que ejerzan cada vez una democracia más directa. Lo ejercemos insuficientemente”.

Matiza que él entiende “el descontento” de los jóvenes, pero que lo importante es “qué respuesta se le da a ese descontento”: “Quemar contenedores no sirve de nada, si los queman… allá ellos, es normal que venga la policía. Eso lo entiende cualquiera. Lo importante es crear un sitio más justo y dar oportunidades a la gente para que pueda ser feliz", clausura. 

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