1994. ¡BAM! Kurt Cobain se salta la tapa de los sesos en Seattle y cede ante las exigencias de lo que su mente y cuerpo llevan tiempo diciéndole que es razonable. Todo lo que podría ser pensar en encontrar una solución final, por más que desde fuera parezca el fin de todas las soluciones posibles. Su decisión le convierte en un ídolo mayor del que ya era y da la vuelta al mundo como el enésimo mártir del rock.

Cuando uno piensa estar tomando una decisión, ¿qué diferencia una buena decisión de otra que no lo es? El conocimiento del contexto, el control que se tiene sobre lo que objetivamente se podría decir que está sucediendo en realidad evitando ser parcial. La parcialidad en muchos casos nos convierte en títeres de nuestras propias circunstancias y nos hace hablar y actuar sin acierto por mucho que utilicemos buenas palabras e incluso expliquemos tranquilamente nuestra postura.

Ídolos del rock y decisiones razonables. Cuál puede ser la relación entre estos conceptos y José Manuel Rodríguez Uribes, actual Ministro de Cultura y Deporte, que es de quien quería hablar en realidad. Sus últimas declaraciones en su entrevista de La Voz de Galicia me han hecho unir estos temas. Declaraciones en las que afirma que ahora mismo es imposible asegurar que no haya ningún infectado en un concierto de rock/pop en directo o que los ERTEs deberían ser suficientes para paliar las posibles pérdidas del sector.

Están en esta entrevista presentes el rock y sobre todo la tibieza del que quiere ser correcto y razonable. Aduce esa falta de seguridad total que existe en los conciertos. Podríamos afirmar sin ser expertos en la materia que esos mismos riesgos existen en las oficinas de trabajo, en los supermercados, en los bares, en el autobús, en el metro, en el cine y en general en todas las actividades que se han seguido realizando con restricciones. En muchas de esas actividades la seguridad aparente es mucho menor que en los últimos conciertos en los que he estado yo, y sólo estamos mencionando las actividades legales.

He sido uno de los privilegiados que han podido subirse a un escenario con el resto de Camellos en el teatro Egaleo de Leganés, en el que se cumplieron todas las normas de seguridad: todos sentados, mascarilla, distancia, la policía allí antes de empezar para constatar que se estaban cumpliendo las normas… Sinceramente, la sensación de dar un concierto con la audiencia sentada es extraña, pero estábamos dispuestos a pasar por cualquier tipo de norma para demostrar que se pueden hacer conciertos con un riesgo de contagio igual o menor que cualquier otra actividad permitida. Para demostrar que la cultura sabe y debe ser segura y está concienciada con los problemas que pueden generar las reuniones de personas en torno a un escenario.

Si tenemos en cuenta que el Consejo de Ministros y el propio Uribes declararon que la cultura es un bien de primera necesidad, ¿es justo decir que es más sencillo infectarse en un concierto en el que te hacen sentarte y mantener la distancia que en el cine -donde las medidas de seguridad son exactamente las mismas- o en el metro -donde son mucho menores-? Desde fuera, si tomamos las decisiones del Gobierno como un conjunto, más que ver a alguien tomando decisiones consecuentes vemos justamente lo contrario. Entonces, la cultura es un bien de primera necesidad que no es tan necesario como otros bienes de primera necesidad.

Vayamos a las medidas para paliar la quiebra del sector y todos aquellos sectores relacionados. ¿Cómo se puede asegurar con un mínimo de rigor que se considera que las ayudas de los ERTE pueden servir para que no se hunda un sector en constante hundimiento? Siendo trabajador del sector de la música en directo como soy, han llegado a mis oídos desde compañeros que han tenido que pedir dinero a conocidos por llevar sin trabajar desde marzo hasta promotores que están durmiendo en lo que antes eran sus salas de conciertos. ¿Es riguroso decir que ya está todo arreglado? ¿Estamos una vez más ante un político (que habla de sí mismo como un gobernante responsable) que utiliza buenas palabras para justificar lo injustificable?

Si el que debería defendernos es capaz de decir que ya están las soluciones puestas y que hay que ser razonable con la situación del gobierno, mientras con una clara falta de credibilidad decide que unos eventos sí pueden hacerse y otros no, es que algo falla. Está siendo un esclavo de su propia situación y está siendo complaciente para no buscar ninguna solución. ¿No quiere ser una molestia para su Gobierno?

Está rematando un sector en eterna agonía, un sector que cualquiera que conozca mínimamente sabe que está repleto de contratos irregulares -¡cuando hay contratos!-, de trabajo incierto y de duras condiciones. Está hablando de un sector que incluso en sus buenos tiempos en este país depende de la buena voluntad y del esfuerzo de sus trabajadores, que en la mayoría de casos están subvencionando la posibilidad de que exista cultura en su ciudad con su trabajo, su esfuerzo y su dinero.

No se están tomando las decisiones conociendo o siendo conscientes de la situación real del sector de la música, ni se está siendo razonable. Mientras la hostelería se da golpes de pecho diciendo que la están demonizando, los bares están a más de la mitad de su aforo y las salas de conciertos cerradas. Es la obligación del ministro dejarse de excusas que llevan escuchándose desde marzo. Todos hemos visto las playas llenas y las salas vacías. Así es como se hacen las cosas aquí y el problema es que así es como se han hecho siempre. Ya no pueden engañarnos con más palabras correctas, sólo vale la capacidad que tengan de ofrecer soluciones.

1999. Enrique Urquijo muere en la puerta de su casa en Malasaña. Muere sin ser televisado. Muere como muere la música en directo: en la puerta de su casa y sin ayuda a la vista.

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