Tan acostumbrados como estábamos a vivir masticando estímulos exteriores -en la onda de este capitalismo feroz que nos sobrealimenta de unos productos y otros, de unas novedades y otras-, parece que en estos días de confinamiento vamos a tener que habituarnos a mirar un poco hacia adentro; a volvernos introspectivos, inteligentemente misántropos -respetando las distancias y el encierro- y a tener citas con nosotros mismos.

Quizá por eso es un buen momento de releer los viejos poemas que nos empujaron a la poesía, como decía Cohen, o, mejor: de darle una primera oportunidad a algunos autores en los que no habíamos escarbado lo suficiente. Es posible que después los quieran para siempre en su vida: avisados están. Aquí 15 poemas para cogerle el gusto a la poesía.  

1. Considerando en frío, César Vallejo

Considerando en frío, imparcialmente,

que el hombre es triste, tose y, sin embargo,

se complace en su pecho colorado;

que lo único que hace es componerse

de días;

que es lóbrego mamífero y se peina...



Considerando

que el hombre procede suavemente del trabajo

y repercute jefe, suena subordinado;

que el diagrama del tiempo

es constante diorama en sus medallas

y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,

desde lejanos tiempos,

su fórmula famélica de masa...



Comprendiendo sin esfuerzo

que el hombre se queda, a veces, pensando,

como queriendo llorar,

y, sujeto a tenderse como objeto,

se hace buen carpintero, suda, mata

y luego canta, almuerza, se abotona...



Considerando también

que el hombre es en verdad un animal

y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...



Examinando, en fin,

sus encontradas piezas, su retrete,

su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...



Comprendiendo

que él sabe que le quiero,

que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...



Considerando sus documentos generales

y mirando con lentes aquel certificado

que prueba que nació muy pequeñito...



le hago una seña,

viene,

y le doy un abrazo, emocionado.

¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

2. Así, José Agustín Goytisolo

Algunas veces llego

presuroso, rodeo

tus rodillas, toco

tu pelo. ¡Ay Dios, quisiera

decirte tantas cosas!

Te compraré un pañuelo,

seré buen chico, haremos

un viaje….No sé,

no sé lo que me pasa.

Quiero morir así,

así en tus brazos.

3. Esos locos furiosos increíbles, Goytisolo

Llegan apresurados y nunca dicen para qué

ni de dónde proceden

y enseguida te piden dos mil francos

que casi siempre te han de devolver

o te quitan la toalla sin respeto

cuando te estás duchando

se ponen la colonia los polvos el masaje

la loción de tu novio o de tu hija

te arrastran a lugares espantosos o bellos

y ni siquiera piden tu opinión

y beben prodigiosamente se ponen a cantar

en cualquier parte

o arman la del gran dios en un bar miserable

y por motivos nimios

siempre siempre avasallan te compran un sombrero

o unas flores

y un día salen al galope quizá hacia los infiernos

qué desastre.

Señora caballero muchachita asustada

militante de un partido ecologista:

si se tropieza usted con uno de esos

locos furiosos increíbles

no le deje escapar llévelo a casa

son tiernos como niños

a veces tienen frío quién sabe si es porque

les han pegado duro

duermen poco se lavan todo el rato y son muy

besucones y mirones

pero cuidan los libros sacan todas las noches

el cubo de basura a la escalera

y están sólo pendientes de tener siempre

un cenicero al lado.

Tienen por fin el gran inconveniente:

se van mas vuelven pronto

duran toda la vida. 

4. Después de las fiestas, Cortázar

Y cuando todo el mundo se iba

y nos quedábamos los dos

entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas

ahí como un remanso,

sola conmigo al borde de la noche,

y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba

porque una misma almohada

y una misma tibieza

iba a llamarnos otra vez

a despertar al nuevo día,

juntos, riendo, despeinados.

5. Cumpleaños, Ángel González

Yo lo noto: cómo me voy volviendo

menos cierto, confuso,

disolviéndome en el aire

cotidiano, burdo

jirón de mí, deshilachado

y roto por los puños

Yo comprendo: he vivido

un año más, y eso es muy duro.

¡Mover el corazón todos los días

casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario

morirse muchas veces mucho.

6. La canción del crouppier del Missisipi, Panero

Fumo mucho. Demasiado.

Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,

y oigo pasar la vida como quien pone la radio.

Fumo mucho. En el cenicero hay

ideas y poemas y voces

de amigos que no tengo. Y tengo

la boca llena de sangre,

y sangre que sale de las grietas de mi cráneo

y toda mi alma sabe a sangre,

sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,

en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños

que se mueven ingenuos, torpes, en

esta vida que ya sé.

Me palpo el pecho de pronto, nervioso,

y no siento un corazón. No hay,

no existe en nadie esa cosa que llaman corazón

sino quizá en el alcohol, en esa

sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,

la única sangre en este mundo que no existe

que es como el mal programado, o

como fábrica de vida o un sastre

que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o

quizá el reloj y las horas pasan

(...)

Escribir en España no es llorar, es beber,

es beber la rabia del que no se resigna

a morir en las esquinas, es beber y mal

decir, blasfemar contra España, 

contra este país sin dioses pero con

estatuas de dioses, es

beber en la iglesia con música de órgano

es caerse borracho en los recitales y manchas de vino

tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont

caerse húmedo babeante y tonto y

derrumbarse como un árbol ante los farolillos

de esta verbena cultural. Escribir en España es tener

hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya

no justifica nada ni nadie, ninguna sombra

de las que allí había al principio". 

7. Ya no será, Idea Vilariño

Ya no será,

ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo

no coseré tu ropa, no te tendré de noche

no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui

por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca

ni si era de verdad lo que dijiste que era,

ni quién fuiste, ni qué fui para ti

ni cómo hubiera sido vivir juntos,

querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú

Ya no serás para mí más que tú.

Ya no estás en un día futuro

no sabré dónde vives, con quién

ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.

No volveré a tocarte. No te veré morir.

8. No sé por qué me quejo, Gloria Fuertes

No sé por qué me quejo porque al fin estoy sola.

Y el placer de tirar la ceniza en el suelo,

sin que nadie te riña,

Y untar pan en la salsa

y beberse los posos,

y limpiarse la boca con el dorso de la mano,

cantar al vagabundo porque al fin fue valiente,

ir matando los besos como si fueran piojos,

beber blanco,

pronunciar ciertas frases

decir ciertas palabras,

exponerte a que un día te borren de la nómina...

No debiera estar seria

pues vivo como quiero,

sólo que a veces tengo

un leve sarpullido.

9. Retratarme para darte la foto, Gloria Fuertes

No es suficiente no poderte mirar hondo,

no basta con los dedos señalarte la risa.

No es nada olerte el pelo,

ver tu danza,

escucharte la voz

ponerla en cinta.

No es suficiente no, soñar contigo

rezar para que vivas,

retratarme para darte la foto,

escribirte en la noche

con obsesión pensar en tus maneras...

¡No es suficiente no, darte la vida,

ni decir a la gente que te quiero,

ni entregar al mendigo mis ahorros,

ni quemar el pasado es suficiente! 

10. Después, Cristina Peri Rossi

Y ahora se inicia

la pequeña vida

del sobreviviente de la catástrofe del amor:

Hola, perros pequeños,

hola, vagabundos,

hola, autobuses y transeúntes.

Soy una niña de pecho

acabo de nacer

del terrible parto del amor.

Ya no amo.

Ahora puedo ejercer en el mundo

inscribirme en él

soy una pieza más del engranaje.

Ya no estoy loca.

11. Historia de un amor, Cristina Peri Rossi

Para que yo pudiera amarte

los españoles tuvieron que conquistar América

y mis abuelos

huir de Génova en un barco de carga.

Para que yo pudiera amarte

Marx tuvo que escribir El Capital

y Neruda, la Oda a Leningrado.

Para que yo pudiera amarte

en España hubo una guerra civil

y Lorca murió asesinado

después de haber viajado a Nueva York.

Para que yo pudiera amarte

Catulo se enamoró de Lesbia

y Romeo, de Julieta

Ingrid Bergman filmó Stromboli

y Pasolini, los Cien Días de Saló.

Para que yo pudiera amarte,

Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors

y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.

Para que yo pudiera amarte

alguien tuvo que plantar un cerezo

en la tapia de tu casa

y Garibaldi pelear en Montevideo.

Para que yo pudiera amarte

las crisálidas se hicieron mariposas

y los generales tomaron el poder.

Para que yo pudiera amarte

tuve que huir en barco de la ciudad donde nací

y tú resistir a Franco.

Para que nos amáramos, al fin,

ocurrieron todas las cosas de este mundo

y desde que no nos amamos

sólo existe un gran desorden.

12. Si mis manos pudieran deshojar, Lorca

Yo pronuncio tu nombre

En las noches oscuras

Cuando vienen los astros

A beber en la luna

Y duermen los ramajes

De las frondas ocultas.

Y yo me siento hueco

De pasión y de música.

Loco reloj que canta

Muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,

En esta noche oscura,

Y tu nombre me suena

Más lejano que nunca.

Más lejano que todas las estrellas

Y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces

Alguna vez? ¿Qué culpa

Tiene mi corazón?

Si la niebla se esfuma

¿Qué otra pasión me espera?

¿Será tranquila y pura?

¡Si mis dedos pudieran

deshojar a la luna!

13. Aquí dijiste, Piedad Bonnett

Aquí dijiste:

"son hermosos

los ojos húmedos de los caballos".

Y aquí: "me encanta el viento".

Desando yo tus pasos, revivo tus palabras.

Y te amo en la baldosa que pisaste,

en la mesa de pino

que aún guarda la caricia de tu mano,

en el estropeado cigarrillo

olvidado en el fondo de mi bolso.

Recorro cada calle que anduviste

y sé

que amaste este abedul y esta ventana.

Aquí dijiste:

"así soy yo,

como esa música

triste y alegre a un mismo tiempo".

Y te amo

en el olor que tiene mi cuerpo de tu cuerpo,

en la feliz canción

que vuelve y vuelve y vuelve a mi tristeza.

En el día aterido

que tú estás respirando no sé dónde.

En el polvo, en el aire,

en esa nube

que tú no mirarás,

en mi mirada

que te calcó y fijó en mi más triste fondo,

en tus besos sellados en mis labios,

y en mis manos vacías,

pues eres hoy vacío

y en el vacío te amo.

14. El centro de la mandala, Cecilia Vicuña

Besarte no es la solución

que me penetres y langüetees

¡no es una solución!

Mirarte ha llegado a ser más íntegro

que besarte

un beso es poco para mí

un coito es demasiado poco

un coito no sabe contener ni expresar

ni satisfacer mi sentimiento de ti

La vida y la muerte se anudan

y desarman en ti. 

15. Mal de ausencia, Luis Alberto de Cuenca

Desde que tú te fuiste, no sabes qué despacio

pasa el tiempo en Madrid. He visto una película

que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes

qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.

Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,

que pudre el corazón tanta melancolía,

que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,

que parezco un ejemplo de subliteratura.

Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,

los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.

Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas

a saquear mi alma contaminada y triste.

Y, para colmo, sigo soñando con gigantes

y contigo, desnuda, besándoles las manos.

Con dioses a caballo que destruyen Europa

y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.