El 5 de diciembre de 1996 tenía lugar un acontecimiento que pasaría a la historia de la televisión española. El Real Sitio de San Fernando de Henares celebrabra su 250 aniversario y, para celebrar tal acontecimiento, los reyes de España se desplazaban hasta la ciudad madrileña. Allí, un extravagante ejército de hombres con traje negro y gafas de sol esperaban a Juan Carlos I (81 años) para cumplir con un propósito que llevaban meses intentando conseguir sin éxito: entregar a Su Majestad ese complemento que cubría sus ojos de la luz solar.

Se trataba de los reporteros de Caiga quien caiga, un programa que llevaba desde principios de año en la parrilla de Telecinco, aunque con discretos datos de audiencia, hasta aquel día. La peculiar tropa, capitaneada por el Gran Wyoming (64), lograba finalmente hacer llegar las gafas hasta las manos del rey, que sacaba a relucir su carácter campechano y no dudaba en ponérselas. Un gesto que marcó el inicio de un fenómeno televisivo.

Caiga quien caiga era la adaptación española de un formato argentino. El programa abordaba la actualidad política y social desde un punto de vista ácido, con Wyoming, Javier Martín y Juanjo de la Iglesia en plató, y el apoyo desde la calle de reporteros como Arturo Valls (44) o Pablo Carbonell (57).

Más allá de las exitosas secciones del programa -como el test de inteligencia a famosos con preguntas trampa o las protestas ciudadanas que atendía Gonzo en ¡Proteste ya!- sus características gafas de sol se convirtieron en un icono y, después de que las luciera Juan Carlos de Borbón, ningún famoso nacional o internacional quería quedarse sin ellas. El complemento era un símbolo de prestigio televisivo, un regalo del programa a los personajes que formaban parte de la más estricta actualidad. 

Carmen Sevilla (88), Felipe González (77), Michael Jordan (56), Madonna (61), Brad Pitt (55)... la lista de estrellas que lucieron con orgullo las gafas de sol de Caiga quien caiga es interminable. El programa parecía no tocar techo y sus retos diarios mantenían atenta a la audiencia, haciendo líder al formato viernes tras viernes.

Sin embargo, en 2002 la cadena de Paolo Vasile (66) decidió repentinamente, y sin dar explicaciones, dejar de emitir el programa. Algo que los medios de la época achacaron a las presiones políticas desde el gobierno de José María Aznar, principal damnificado de las críticas de los colaboradores, así como de Silvio Berlusconi (82), propietario de Mediaset y por aquel entonces presidente italiano que tampoco escapaba de las incisivas bromas del programa.

A pesar de ello, en 2005 el formato resurgía de sus cenizas y volvía a la cadena principal de Mediaset España, esta vez presentado por Arturo Valls, Manel Fuentes (48), Eduardo Aldán (46) y la transformista Deborah Ombres (43). Así, se mantuvo con buenos datos durante cuatro temporadas más, aunque fue perdiendo fuelle poco a poco hasta registrar el dato más bajo de su historia en enero de 2008, provocando su fulminante cancelación.

Se ponía así el punto final a un fenómeno televisivo que, no obstante, trató de resurgir sin éxito en dos ocasiones más: en La Sexta en 2008 y en Cuatro en 2010. Dos fracasos que empañaron el gran éxito de un programa que ya es historia de la televisión en España.

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