A lo largo de este jueves he alimentado una ilusión para mis adentros: que todo el bloque de apartamentos de Mojácar donde veraneo conectara a las 22:00 horas con Telecinco, con la gran final de Supervivientes 2019. Que todos, al unísono, cada uno con su desarraigo a cuestas, uniésemos fuerzas por una causa común. ¡Todos volcados con el histórico concurso! La vecina maniática del orden que colinda conmigo, el inglés desabrido que solo bebe cerveza y cría a una jauría de gatos, los andaluces que cada año se dan cita en este rincón... Vale, dejemos de soñar: la única televisión que retumbaba era la mía. 

¡Nadie ha vivido como yo esta gran final! Incluso, en mi paranoia me he asomado a la terraza con la esperanza, baldía, de escuchar la voz de Jorge Javier Vázquez (48 años) en alguna casa. ¡Nada! De hecho, solo he atinado a oír algunas noticias de televisión en inglés. ¿De verdad? ¿Ni por Isabel Pantoja (62) se hace el esfuerzo? Total, que me enrollo. Yo sí he visto -más bien me he chutado en vena- la final del reality. Y qué final, Dios mío. Me había prometido a mí mismo que nadie -ni Twitter- me iba a jorobar el momento. Moría por ver a Mahi (29), Albert (29), Fabio (29) y Omar Montes (31) llegando a España.

Jorge Javier antes de comunicarles la resolución del televoto a Albert y Mahi. Mediaset

Esos reencuentros familiares, esa emoción contenida y mal disimulada. Esos peleones que se merecen el premio de los 200.000 euros. Joder, es que han formado parte de mi vida durante tres meses. Ah, por no hablar de esa Mónica Hoyos sobreactuada en plató, sorteando las miradas afectadas de Isabel Pantoja; esa Mahi tiernísima, para robarla y llevársela a casa con su chorizo bajo el brazo. Esperen, esperen, rebobinemos un poco. Eso ha sido muy emotivo, sí, pero lo que ha agitado de verdad las redes este jueves no ha sido la lágrima, ni la lucha, ni el premio, ni la superación. No, ha sido la polémica: ¡Supervivientes la ha vuelto a liar! 

Y nada más comenzar el programa. La verdad es que no aprenden. He llegado a pensar, durante la gala y mientras escuchaba el arrullo de las olas, que el programa busca la gresca, la indignación. Maquina dejar flecos sueltos que revuelvan el cotarro. Si no, no lo entiendo. Resulta que Mahi y Albert, como nominados, debían batirse en duelo al comienzo del programa: uno de los dos debía despedirse de la final a través de un último televoto: la audiencia, con mensajes, ejercía su derecho por última vez. Sin embargo, se ha liado pardísima porque se conoce que la audiencia, con su voto, tuvo poco que ver en la salvación y expulsión. 

Os cuento. Como viene siendo habitual en cada final, la primera parte del programa, en la que el helicóptero con los finalistas llega a Mediaset, debe ser grabada -no se emite en directo-, antes de que anochezca, por temas legales, como ha recordado Jorge Javier. La normativa no permite que el helicóptero sobrevuele en la noche, por lo que, en realidad, el programa arrancó pasadas las nueve de la noche y hasta las diez y pico no se emitió en riguroso directo, sino en diferido. 

Ojo, decir que el programa no ha ocultado este hecho en ningún momento: "Hay que advertir que esta parte del programa no es en directo". La indignación de la audiencia ha llegado porque el televoto para salvar a Albert o a Mahi -finalmente, la de Granada se despidió del programa- se abrió y cerró cuando todavía no se emitía en directo. Claro, teniendo en cuenta que el factor directo es determinante para las votaciones del público -que se contabilizan en el acto desde que el mundo es mundo-, los espectadores se preguntaron en cascada en la red, echando fuego por la boca: de las nueve y pico de la noche en que el presentador dio orden de abrir el televoto al cierre del mismo rozando las diez y pico -y aún sin emitir en directo-, ¿qué pasa con la gente que se gastó dinero en votar durante el directo? Me da a mí que esto huele raro. A mí y al público de Twitter. Pasen:

¡Es dinero que se ha invertido y que no cuenta para nada! Estamos hablando de cerca de una laguna de una hora en la que los votos llegaron... y ¿no se contabilizaron? ¡Tongo, tongo, vociferaban las redes! ¡Escándalo en la final! ¿Se creen que somos tontos? Que me devuelvan el dinero, ¡que no me sobra! Ya está bien, Telecinco, de timar a la gente. Todos los años es lo mismo. No pienso votar nunca más.

Aquellos que andan al acecho para clavarme el estoque, les digo: ¡yo solo doy voz a la calle! Hombre, aquí entre nosotros: Supervivientes, creo que lo podéis hacer de mejor manera. Tenéis las herramientas suficientes para no hacer ese tipo de chapuzas con las que solo conseguís enervar a los espectadores. Oye, es un consejo, ¿eh? Que yo ni he votado ni nada, pero es verdad que si me vacío el bolsillo por hacer ganador a alguien lo mínimo es responderme con la misma legalidad. Insisto, ¿dónde han ido a parar esos votos? ¿Por qué no hablan de tantos por ciento? ¿Se habría salvado Mahi si se hubieran contabilizado todos los mensajes? 

Del peloteo a Pantoja a las pullas a Mónica Hoyos 

Isabel Pantoja en la gran final de 'Supervivientes'. Mediaset

Hay que decir que más allá de este escándalo, la noche de la gran final ha estado plagada de emoción a flor de piel, de... bah, no pienso mentir: ha sido un auténtico coñazo. Lo del principio era para ponerle emoción, pero lo cierto es que nada nuevo bajo el sol. Todos los exconcursantes en plató, cordialidad engolada, buen rollo, sonrisas, Pantoja la reina madre pertrechada de sus lacayos... incluido Jorge Javier. Que si, hay que ver, qué guapa estás; que si lo más importantes es la salud... Mirad, os voy a ser muy claro: siempre respetando los problemas de salud, me permito una maldad: oye, para haberse ido de Honduras por prescripción médica, ¡qué lozana está Isabel! 

A ti va esto, Jorge Javier: ¿por qué no lanzas las mismas pullas a Pantoja que a Mónica Hoyos, a la que has ridiculizado nada más aparecer en pantalla? Claro, siempre hubo clases. ¿Cómo era? Ah, sí, en tus palabras: no se puede democratizar a todo el mundo, Isabel Pantoja es superior a todos los demás. Viendo la gala de este jueves, he reflexionado lo que sigue: en realidad, todos los concursantes han sido figurantes de Pantoja, meros extras de una película a imagen y semejanza de la diosa, la reina. Me dan pena los demás. Gentes sin alma, ni voz ni voto. Bultos pululando por la isla para que el favoritismo no sonara demasiado estruendoso. Y aquí, pliego velas. Gracias, Supervivientes 2019

[Más información: Pantoja, pillada en Supervivientes: roba comida a sus compañeros, ¡expulsión ya!]

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