Esperen un segundo, vuelvo en nada. Ay, la coquetería. Ya, estoy aquí, perdonen pero he llorado tanto este miércoles viendo la final de La Voz Senior que la mirada se me ha puesto en ese estado gelatinoso, juguetón, de la visión borrosa y traicionera. Esa en la que ves y no ves, estás pero es mentira, en la que la telerrealidad es más real que nunca. Veía doble, triple y hasta el infinito y más allá, y, oye, a uno le gusta la tele, pero puede que no tanto. No, todo tiene un límite. Eso sí, visto en perspectiva, ¡qué límite, qué noche! Doy gracias por el hecho de que Antena 3 haya creado algo tan lindo como La Voz Senior

Ahora, fíjate tú, cuando todo toca a su fin en el concurso, afloran los sentimientos. Que me perdonen los lectores más ácidos y perniciosos - que los hay y se les debe dar un servicio, oye-, pero en esta gran final solo me cabe la nostalgia y la compasión. El amor y la esperanza. Sí, queridos míos, la vida cabe en una lágrima. Qué razón más grande. Cuando toca ser malos, ahí está un menda, aunque se diga de él -seguid, por favor, regalándome los oídos- que mejor se dedique uno a coger tomates, al filo de la verdad, de la mentira y de la crónica. 

Bisbal minutos antes de emocionarse con Juan. Atresmedia

Señores, como dicen los entendíos de lo online, puede que no tenga ni pizca de olfato sobre televisión, puede, pero de lo que creo que me sobra de entendimiento es de seres humanos, de emociones a flor de piel, vida en carne viva. Siempre he soñado con escribir un blog en el que se transparentaran mis emociones -insisto, no como erudito o gilipollas de nada-, como mero espectador. Como persona que ve la televisión. Por eso, porque me desnudo de toda acción de entendido -Dios me libre-, atisbo otro tipo de cosas, creo yo. Por ejemplo, un llanto, un desgañite. 

Para mí, las lágrimas de David Bisbal (40 años) mientras cantaba Juan Mena -dato: ni siquiera de su equipo- me han elevado, encumbrado. Yo he llorado con él, desde mi casa. Sí, no es exageración. Que me perdone el Altísimo. Yo he llorado hasta que me han escocido los ojos -vale, me he echado crema antes y, claro, todo se magnifica-, ¡pero ahí estaba el sentimiento! ¡La intención! Es que si nos quedamos en la espuma de las olas... "Parece mentira, desde que salí de Almería... Lo que yo he luchado, David, lo que yo he luchado...", titubeaba un Juan mientras Eva González se quitaba el rimmel de la emoción. 

Mena, emborrachado de emoción, mirando a Bisbal, clamando su compasión, prosigue: "Con lo que yo he luchado por todos los pueblecitos de Almería con todo mi conjunto...". Ahí, Bisbal, roto, con la voz engarrotada, estrangulada, como si se le aprisionara el gaznaje, suelta, con un débil hilo de voz: "Juan, ¿sabes que te quiero decir una cosa? Mi sueño en la vida no es ser el número uno, mi sueño es llegar a tu edad y que mi familia, mis nietos, estén ahí llorando por mí". Joder, vuelvo a llorar. Mi pareja se revuelve incómodo en la cama, rollo te quieres callar de una puta vez. Me llega un mensaje al móvil en relación a Bisbal y su llorera: "¿No será una indirecta a Elena Tablada (38)? Ese rollo sobre la familia huele raro..."

Anda, no seamos insensibles: no tenemos ni idea de esto, vale, lo acepto, pero a emociones no me gana ni Dios. ¿Habrá sido un tirito? Os dejo, que llamo para averiguarlo. Ah, ah, esperen, esperen: Eva González divina, ¿eh? La mejor presentadora. Ni una pega, tú. Antes de irme: grande Helena Bianco. No se puede tener más arte y más garbo sobre el escenario. Has tenido junto a ti a genios, pero en tu persona he visto una alegría por vivir, un tiovivo de emociones en la mirada, y brincar por caminar... ¿quién dijo que la edad está en DNI? ¡Bah, rómpeme el tímpano y el encorsetamiento! 

Ganadora del concurso: Helena Bianco

[Más información: Eva González, poco te quieren o no aprendes: su nuevo gazapo en La Voz Senior]

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