Isabel Preysler (74 años) ha roto su silencio tras publicar sus memorias. Entre la infinidad de intimidades que ha desvelado, la socialité ha hecho públicos los detalles más inéditos de su historia de amor con Mario Vargas Llosa, llegando incluso a revelar la enfermedad que padecía y a la que nunca nadie le puso nombre: un cáncer que padecía desde hacía cinco años.
La familia del Nobel nunca había hecho público el nombre de la enfermedad que padecía el Nobel de Literatura; sin embargo, Preysler, en sus memorias tituladas Mi verdadera historia, ha contado cómo fue el proceso y cómo se lo comunicó el escritor, que por aquel entonces aún era su pareja.
"En cuanto tuvieron el resultado, se pusieron en contacto conmigo para informarme, porque yo era la persona autorizada por Mario para ello", escribe en el capítulo Desmentidos y Cartas de Amor, en el que revela que le diagnosticaron un mieloma múltiple.
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, en uno de su últimos actos públicos.
En sus memorias, Preysler explica cómo se enteró de la enfermedad de Vargas Llosa: "Después de una de mis habituales sesiones con Elda Cuello, mi fisioterapeuta, le pedí que examinara a Mario porque tenía dolores de espalda. Elda notó algo que no le gustó y nos aconsejó que visitase a un especialista", relata en este capítulo de su vida.
"La doctora Marina de la Fuente le hizo una resonancia magnética, diagnosticándole una 'fractura aguda patológica de T12', y le derivó al doctor Martín López Amor. Este, al cementarle la vértebra, detectó algo sospechoso y le pidió a la Dra. Arancha Alonso, hematóloga, que le realizase una biopsia (…) Le diagnosticó mieloma múltiple", ha confesado, poniendo nombre a la enfermedad que padecía el escritor: cáncer.
La socialité ha explicado que, cuando la llamaron para darle la noticia, nada más colgar, antes de hablar con el propio Vargas Llosa, llamó a una de sus mejores amigas para decirle que la felicidad duraba poco y que estaba buscando las palabras adecuadas para "darle la noticia a Mario".
"Esperé a que estuviéramos solos en nuestro cuarto de estar y elegí con todo cuidado la manera de explicarle que la biopsia había resultado positiva, pero que la evolución de la enfermedad era muy lenta", expresa en su libro.
Y añade: "Afortunadamente, su respuesta al tratamiento fue extremadamente favorable y los doctores nos dijeron que, si seguía con la medicación y los cuidados apropiados, el problema se convertiría en una enfermedad crónica que le permitiría seguir haciendo vida normal".
Nunca le abandonó
También ha hablado del ingreso de Mario en la Clínica Ruber Juan Bravo en Madrid, aquel 20 de abril de 2022, cuando se contagió de Covid-19. Preysler ha querido dejar claro que, desde que se le diagnosticó el cáncer, Mario no había tenido problemas en hacer vida normal hasta ese día.
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, en el año de la pandemia.
"A media mañana le acompañé al Ruber Juan Bravo, donde, según un informe que también conservo firmado por la doctora De la Fuente, se le diagnosticó ‘COVID+ con afectación pulmonar bilateral compatible con neumonía en el contexto clínico’", ha reconocido.
En esta ocasión, Preysler revela que llamó a su hija Morgana (51) para explicarle la situación y que así se lo pudiera transmitir al resto de hijos. "Mario se pasó más de doce horas dormido y, de madrugada, cuando se despertó, notó una gran mejoría -le habían administrado una medicación para reforzar el sistema inmunológico-. Me pidió que llamara a la enfermera para preguntarle si podía comer y estuvimos charlando (…) hasta que empezó a amanecer. La medicación había hecho efecto y se encontraba bien", relata.
Asimismo, ha querido dejar claro que "nunca estuvo en coma ni ingresó en ningún momento en la UVI, como su entorno ha hecho creer. Siempre permaneció en planta y solo necesitó oxígeno".
Preysler ha subrayado estas afirmaciones porque ella nunca se separó de él, permaneciendo siempre a su lado en la misma habitación, hasta que, tras un resultado de su PCR, le comunicaron que ella también estaba contagiada.
Finalmente, tras la recomendación de quedarse ingresada, Isabel decidió no hacerlo y se fue a su casa. Fue entonces cuando surgieron los rumores de que había abandonado a Vargas Llosa.
"Se ha dicho que abandoné a Mario cuando salió de la clínica (…) No puedo comprender cómo se ha podido dar pábulo a esa mentira, cuando se vio perfectamente en televisión cómo mi chófer lo recogía a su salida del hospital (…) y cómo volvía a mi casa, donde pasó su convalecencia".
Además, añade que él prefirió estar en Puerta de Hierro con ella y no en su domicilio familiar, donde se alojaban sus hijos, en la calle Flora de Madrid. Este episodio parece haber marcado profundamente a Preysler, ya que le dedica varias páginas de su libro, donde los desmentidos se convierten en protagonistas.
