El 4 de julio del año 2020, cuando todavía España se encontraba bajo decenas de estrictas restricciones sanitarias por la crisis de la pandemia de coronavirus, una noticia impactaba en los medios de comunicación: Enrique Ponce (51 años) y Paloma Cuevas (50) se separan tras 28 años juntos, 24 de ellos como marido y mujer, y dos hijas en común, las pequeñas Paloma (15) y Bianca (11).

La información era difícil de confirmar dado el hertismo por ambas partes y por el verdadero motivo de la separación: él, con 48 años, se había enamorado de una joven almeriense de 21 con la que había empezado un romance que hizo que lo dejara todo para centrarse cien por cien en ella. 

Y así fue. Ponce abandonó la casa familiar ubicada en la exclusiva urbanización La Finca, en Madrid, y tampoco hacía vida ya en La Cetrina, la impresionante hacienda de más de 900 hectáreas -y 450 metros de casa-, donde, junto a su entonces esposa y sus hijas, pasó las primeras semanas de confinamiento. Sus últimos momentos como la modélica familia que eran.

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Enrique Ponce y Paloma Cuevas durante un evento en Madrid, en 2014. Gtres

Tuvo que pasar un año, 12 dificilísimos meses de presión mediática para la empresaria y el torero, para que firmasen su acuerdo de divorcio. Según la información que manejaba EL ESPAÑOL, el divorcio tardó más de lo esperado porque Enrique Ponce, a pesar de todo se resistía a firmarlo. La vida de Enrique y su pareja desde hace tres años, Ana Soria, transcurre en Almería, de donde ella es oriunda. Tal y como pudo confirmar este diario hace unos meses, el diestro y la letrada compraron un piso de 140 metros cuadrados con vistas al mar en un lugar tan elitista como privado. 

Y es que mantener intacta su intimidad ha sido la máxima de Enrique y Ana desde que todo estalló. No obstante, para sorpresa de todos, el matador y su novia quisieron romper con esa parcela que sólo pertenece a ellos y el pasado 23 de mayo concedieron su primera entrevista conjunta. Fue en el programa El Hormiguero, de Antena 3, donde desvelaron, entre otras cosas, la curiosa forma en la que se conocieron.

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"Fui a torear a Almería, y estando allí en el callejón, la vi en el tendido, sentada", dijo Ponce. Preguntó a un amigo si la conocía y éste le dio su nombre. "La busqué por Instagram y la encontré", reconoció entre risas. "Desde que me enamoro de él paso a ser alguien conocido, pero sin que la gente sepa cómo soy. He aguantado mucho, los dos, llevamos tres años aguantando cosas, escuchando cosas que no son justas, que duelen. Somos personas con corazón, tenía ganas de que la gente vea que soy una chica normal, con sentimientos y ya está. Que puedan conocerme de lo que ha salido de mi boca, y nos parecía el sitio ideal", confesó Soria.

El artista Luis Miguel, arriba, y su pareja, Paloma Cuevas, en París. Gtres

En estos 36 meses de separación física, Paloma Cuevas ha sido mucho más prudente que su exmarido en todos los sentidos. Apenas ha concedido declaraciones en los medios y siempre ha optado por el perfil bajo en sus apariciones públicas: ni posados en Starlite ni en otros eventos solidarios a los que ha acudido para darles visibilidad. Hace justo un año, este periódico publicaba que Cuevas estaba "abierta al amor".

Y, efectivamente, así fue. De forma absolutamente discreta y natural, la empresaria cordobesa comenzó un romance con uno de los hombres más populares y deseados del mundo: el cantante mexicano Luis Miguel (53). Madrid, México DF. , Bilbao, París... Los vuelos en jet privado son constantes en la pareja, que vive un apasionada relación con los lugares más selectos del mundo como testigos.

A principios del pasado mes de junio, la socialité y el artista, conocido popularmente como el Sol de México, dieron un paso más en su romance al asistir juntos a su primer compromiso social: la boda de Daniel Cladà, el hijo de la diseñadora Rosa Clarà, en la capital francesa. Aquella celebración propició su primer posado romántico, publicado en la portada de la revista ¡HOLA!